Por Yaisha Vargas-Pérez, maestra y mentora certificada en mindfulness
(Foto principal: Supushpitha Atapattu: https://www.pexels.com/photo/round-grey-and-black-compass-1736222/)
Hace tiempo que dejé de creer en las resoluciones de Año Nuevo. Aunque son una buena idea, en la práctica muchas veces no funcionan.
En lo que sí he aprendido a creer y tener confianza es en la capacidad de tener una intención. Una intención es un pensamiento que es el fundamento de una acción. Si nuestra mente es un terreno fértil, la intención es una semilla. Si abono mi intención, le echo agua, reviso con frecuencia en dónde estoy con respecto a mi intención, es posible que nazca un retoño en mi interior. Si sigo nutriendo la intención, es posible que ese retoño se convierta poco a poco en algo más palpable y real en mi vida.
Sé que esto funciona, porque hace muchos años tuve la intención de perdonar. No sabía cómo lo haría ni cuándo ocurriría. Aunque pareciera imposible en ese momento, seguí teniendo la intención de perdonar. No ocurrió de la noche a la mañana, pero esa intención me guio a encontrar múltiples recursos (libros, autores, procesos, grupos, talleres, retiros, nuevas perspectivas, nuevas amistades, nuevos lugares para vivir). Esa intención me ayudó a crecer, a mirar más allá de mis costas, a pensar que era posible.
Hoy veo la intención como una especie de compás. Es la aguja de la brújula que me dice por dónde voy. Pero también, es como el GPS. Es la palabra que va en el campo de “destino” y hace que el GPS me diga por dónde girar y hacia dónde ir.
Con los maestros de budismo theravada con quienes profundizo en mi práctica de mindfulness he aprendido que la “intención sabia” o “intención correcta”, es el segundo factor del Noble Óctuple Sendero. (El “mindfulness sabio o correcto” es el séptimo factor de ese camino).
He aprendido que practicar la “intención sabia” es saber “considerar” sabiamente lo que está ante mí. ¿Voy en una dirección que causará sufrimiento a mí o a otr@s o voy en una dirección que traerá bienestar a mí o a otr@s? ¿Lo que voy a decir causará dolor o traerá alivio? He visto la intención sabia manifestarse como el momento justo antes de tomar una acción o dar un paso. He visto que la vida detiene la película por un segundo y me deja ver si lo que estoy a punto de hacer o decir le causará desasosiego a alguien más o aliviará su pesar. Ha sido un proceso para mí, y por supuesto que me he equivocado. Aun así, la práctica ha sido de mucho beneficio.
Mi mentora de meditación insight (mindfulness en su tradición de budismo theravada) siempre comienza sus meditaciones guiadas invitando a los participantes a establecer una intención para la práctica. En mi retiro en silencio más reciente de meditación insight, tuve muchos desafíos, sobre todo de cansancio extremo. Mi cuerpo no respondía con la energía a la que estaba acostumbrada, había estado lidiando con una tos incesante, y sentía que, pese a haber intentado varios procesos, mi salud no estaba en completo equilibrio.
Ya avanzado el retiro en silencio, solté mis luchas y me rendí, no con resignación, sino con la confianza de que la vida sabía por dónde yo tenía que ir, aunque yo estuviera teniendo un momento muy difícil. Me rendí a algo más grande que yo: a la Vida, al Dharma, a mi Poder Superior, a “eso” que siempre me ha acompañado y me habla en las tripas y el corazón.
Durante una de las meditaciones caminadas, me interné en un pequeño bosque de secuoyas rojas (redwoods) que hay en el centro de retiro al que asistí en California. Me detuve a admirar un enorme árbol madre que hay en una de las esquinas de la propiedad. Fue como si me hablara. Recordé las instrucciones que había escuchado tantas veces, y que aparecen en los textos de lo que enseñó el Buda, según la tradición theravada:
Siéntate debajo de un árbol o en una choza, en actitud de recogimiento. Establece una postura … establece sati (mindfulness) frente a ti…
Las palabras “toma el asiento” se repetían. La voz interior señalaba al cojín. “Toma el asiento” (“Take the seat”), había dicho Jack Kornfield en uno de los retiros de entrenamiento durante mi certificación de mindfulness.
Pasé frente a otro árbol de secuoya roja donde había una estatua dorada de Buda, sentado con las piernas cruzadas, la espalda muy recta, la mano derecha tocando la tierra y la izquierda reposando en el regazo sobre su pie izquierdo. Ya había practicado en esa postura antes, pero ese día tuvo un nuevo significado. La práctica misma me estaba guiando, y yo decidí escucharla.
Regresé al cojín, y cambié mi postura. Había una determinación de entregarme más a la práctica, pero también de hacerlo con gran ternura hacia mí misma y mi salud. Y recibí el insight —la comprensión y visión clara— de que el propósito de mi meditación en ese momento era practicar la liberación del sufrimiento en mi mente y corazón pese a lo que estaba viviendo. Apareció la intención sabia de fijar el curso de mi meditación hacia la liberación de mi propio sufrimiento. Esa intención me ayudó a practicar la próxima enseñanza del retiro: los factores del despertar (mindfulness, investigación, energía, alegría, tranquilidad, concentración y ecuanimidad). El factor de la energía ayudó a energizar mi cuerpo por algunas horas. Luego aparecieron la concentración y la ecuanimidad. La energía en mi cuerpo se equilibró un poco más. Pude sentir tranquilidad y, al final, un poco de alegría. Ese día aprendí que los factores del despertar en el cuarto fundamento de la meditación mindfulness (mindfulness de los dharmas) no necesariamente surgen en el orden en el que se enseñan regularmente. Pueden surgir en un orden distinto y eso está bien.

Photo by Joshua Woroniecki: https://www.pexels.com/photo/black-and-yellow-stand-on-white-paper-4491499/
Cuando regresé a mi hogar, tras 20 horas de vuelos y esperas en aeropuertos, me di cuenta de que mi práctica había cambiado. He cuidado mi salud de nuevas maneras y he fijado una nueva intención para ello. Fijar la intención de liberación me ayudó a cultivar paciencia, compasión y mucha bondad. Me ayudó a confiar más en mi práctica.
Si bien el propósito de esta práctica es estar presente y con ello generar y profundizar la capacidad de estar despiert@s y darnos cuenta, hay un propósito mayor en la liberación del sufrimiento propio y de otros seres, en la generación de la benevolencia, la compasión, la alegría compartida, la ecuanimidad, la generosidad, la gratitud…
Hay un propósito mayor en la intención de ser libres.
La autora es maestra y mentora certificada en mindfulness.
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Te invito a la última meditación del año de la sangha (grupo) de mindfulness. Se ofrece por economía de generosidad (dana). Será este jueves 29 de diciembre de 2022 a las 7:00 de la noche horario estándar del Atlántico (horario de Puerto Rico) vía Zoom:
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https://us02web.zoom.us/j/81428004248
Meeting ID: 814 2800 4248
¿Quién soy?
Soy facilitadora de mindfulness certificada por el Greater Good Science Center de la Universidad de California en Berkeley en asociación con Sounds True (MMTCP 2017-2019). El programa está dirigido por Jack Kornfield y Tara Brach. También completé el programa Mindfulness Mentor Training (MMT 2022) a través de la plataforma Cloud Sangha. Soy estudiante del Buddhist Eco-Chaplaincy Program (BEC) del Sati Center for Buddhist Studies en California.


Photo by Supushpitha Atapattu: https://www.pexels.com/photo/round-grey-and-black-compass-1736222/