Por Yaisha Vargas Pérez, maestra certificada en mindfulness, para el blog A Mystic Writer
No sabemos lo que ocurre en la cabeza de alguien que un día decide dejar el planeta sin dar un indicio de por qué. Para algunas personas es difícil hablar de lo que están viviendo por dentro, pues tal vez no se parece a lo que los demás ven por fuera y temen decepcionar o ser vulnerables.
A veces quisiera vivir en una cultura en la que nos atrevamos a ser más vulnerables acerca de nuestra humanidad compartida. Todos sufrimos. Todos tenemos momentos de baja. En algún momento, todos necesitamos la ayuda de otro ser humano.
Tal vez a alguien se le está llenando el cuarto de agua y no sabe a quién acudir. Los servicios de salud mental parecen escasos y tampoco vivimos en una cultura en la cual se enseñe a las personas a escuchar de manera profunda y compasiva. Por lo regular, cuando alguien cuenta su tristeza, la reacción más común es que la otra persona quiera que acabe el cuento rápido, para darle un consejo al vuelo para seguir con lo que estaba haciendo: como si fuéramos máquinas que no cesan de producir en una fábrica.
Hay a quienes les toca salir del lodo emocional por sus propios medios.
Tras conocer sobre la muerte de Cheslie Kryst hace unos días, lo más que temí era que otras mujeres jóvenes le siguieran. Y en estos días han salido en las noticias en Puerto Rico al menos dos suicidios más de una joven y una niña.
Mi experiencia con gente que ha querido dejar el planeta es que quieren “morir” a la vida que tienen, no necesariamente acabar con sus vidas. La carga de sufrimiento es demasiado pesada como para sobrellevarla y no ven otra salida.
Está bien que queramos tener otro tipo de vida, otro destino; está bien buscar ayuda; está bien si decepcionamos las expectativas de todo el mundo a nuestro alrededor para salvar nuestra salud mental y nuestra vida. Está bien, y es absolutamente necesario, seguir lo que nuestra voz interior nos guía a ser y hacer, y no lo que el mundo externo espera de nosotr@s. Está bien ser honest@s con nosotr@s mism@s y dejar que los demás manejen sus desilusiones.
En su documental “Un crimen llamado educación”, de Jürgen Klaric (en YouTube), se explica que el sistema educativo occidental que nos formó a much@s de nosotr@s está fundamentado en el sistema educativo que existía en el siglo XIX, el cual tenía el propósito de formar personas que trabajaran en las fábricas de la revolución industrial. En otras palabras, todavía en esta era nos forman para ser máquinas. En la escuela condenaban cualquier equivocación, había que aspirar a un nivel de perfección imposible, y la razón era porque en la fábrica industrial cualquier error humano afectaba la producción económica de quien amasaba la riqueza. Es un sistema solapadamente esclavista. Como el fundamento del sistema educativo no ha cambiado, mucha gente se cría sintiendo que lo que hace nunca es suficiente y nunca da el grado. Por la misma razón, al sistema educativo le importa muy poco el desarrollo de las personas con diversidad funcional: por que no sirven para la fábrica que exige una producción imparable y perfecta. Mucha de nuestra autoimagen proviene de la (de) formación del sistema educativo. ¡La perfección como una tiranía!
Aunque esto es tema de una crónica aparte, lo incluyo en esta reflexión para presentar la idea de que esto afecta profundamente nuestra salud mental y emocional, y no lo vemos, porque estamos programados para creer que debemos aprender a sobrevivir en esta jungla económica y educativa, y, si no logramos hacerlo, algo anda mal con nosotros. Pero no se nos ocurre que hay algo intrínsecamente erróneo y perverso acerca del sistema que nos “educó”.
La solución es desarrollar aquellas capacidades innatas que la ciencia ha demostrado que existen en niños de dos años y de hasta meses de nacidos: la solidaridad, la compasión, la empatía. En otras palabras: nuestra humanidad. Aquello de lo cual el sistema educativo industrializado nos privó para privilegiar la competencia y la producción económica.
¿Cómo podemos cuidarnos cuando no nos sentimos suficientes, amados, comprendidos, escuchados, cuando se nos llena el cuarto de agua y no sabemos a dónde acudir?
La Comisión para la Prevención de Suicidio del Departamento de Salud ofrece varios recursos en su página web: https://www.salud.gov.pr/CMS/108
Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos también ofrecen recursos y sugerencias, que incluyen fortalecer el apoyo económico del hogar, ofrecer más acceso a servicios de salud mental, fomentar la conexión, identificar a las personas que están en riesgo. https://www.cdc.gov/suicide/pdf/suicideTechnicalPackage-es.pdf
También ofrecen sugerencias sobre cómo cuidanos y manejar el estrés. Llama la atención que estas sugerencias van contracorriente al discurso de que nos criamos para ser las baterías de un sistema económico impersonal; y que para tener éxito hay que desgastar el cuerpo y la mente, trabajar hasta desplomarse para llenar expectativas. El cuidado propio es tan importante porque toma en cuenta lo más preciado: ¡a nosotr@s mism@s!
Según la página del CDC, algunas maneras de manejar el estrés de forma saludable:
- Toma descansos de ver, leer, o escuchar noticias , incluidas las redes sociales. Es importante estar informado, pero estar en contacto constante con contenido traumático puede empeorar tu estado de ánimo. Considera limitar el consumo de noticias a un par de veces al día.
- Cuídate a ti mism@ – Come de manera saludable (algunos alimentos no saludables pueden ser estresores para el cuerpo), duerme bien, toma descansos si sientes ansiedad.
- Cuida tu cuerpo – Estira tu cuerpo para dejar ir el estrés, ¡medita! Consume comidas balanceadas, haz ejercicio regularmente, duerme las horas que tu cuerpo necesita.
- Toma tiempo para bajar las revoluciones – Realiza actividades que te den alegría y bienestar a tu mente: meditación, yoga, disfrutar de una caminata en la naturaleza, correr bicicleta o un pasatiempo agradable. ¡No conviertas esta actividad en una competencia!
- Evita las drogas y el alcohol – Si los usas para manejar el estrés, busca la forma de cambiar ese hábito y soltar el estrés de formas más saludables. Si no puedes dejar las drogas, el cigarrillo o el alcohol por tu cuenta y sabes que esto ya no funciona para manejar el estrés o la vida, hay mucho apoyo en los grupos de 12 pasos. Hay gente que pasó por lo mismo que tú estás pasando y pueden ofrecerte ayuda y apoyo. Muchos grupos de 12 pasos tienen páginas en internet, se pueden encontrar en Google, incluidos grupos que se reúnen de manera presencial.
- ¡Comunica tus sentimientos! – Habla con alguien en quien confías sobre cómo te sientes. Comparte tus problemas con alguna amistad, consejero o profesional de la salud.
- Conéctate con organizaciones comunitarias – Busca personas con intereses en común que realicen actividades saludables.
- Reconoce cuando necesitas más ayuda – Si tus problemas continúan o estás pensando en el suicidio, habla con un psicólogo, trabajador social o consejero profesional.
- Si tú o alguien que conoces está considerando el suicidio llama de inmediato a la Línea PAS de ASSMCA al 1-800-981-0023 (TDD 1-888-672-7622) o podrías recibir consejería en crisis y apoyo emocional “chateando” en este enlace: https://lineapas.assmca.pr.gov/
- También puedes comunicarte con el “Suicide Prevention Lifeline”, 1-888-628-9454, que ofrece ayuda en español: https://suicidepreventionlifeline.org/help-yourself/en-espanol/
- Sobre todo, que sepas que no hay nada erróneo contigo, que está bien cuidarte como necesitas cuidarte; ser y hacer lo que tu ser interior te guíe a ser, no lo que las expectativas externas te presionen a ser. Como dicen mis maestros de meditación mindfulness: ser humano es suficiente. #
Nota relacionada: Un salto para vivir – https://yaishavargas.com/2019/03/13/90-dias-un-salto-para-vivir/
#mindfulness #selfcompassion #lovingkindness #bondadamorosa #amorbondadoso #benevolencia #autocompasión #atenciónplena #atenciónconsciente #serenidad #prevenciondesuicidio #yaishavargas #amysticwriter

1 Comment