Reflexión: Hoy me vestí bonita

Por Yaisha Vargas-Pérez, maestra certificada de mindfulness, para el blog A Mystic Writer

En el camino de la recuperación hay un pasaje que se conoce como el “Solo por hoy”. Una de las premisas dice: Solo por hoy seré agradable. Me mostraré lo mejor que pueda, me vestiré con lo que más me favorezca...

Me gusta la ropa elegante, pero también la ropa muy informal cuando quiero estar cómoda y no me quiero preocupar ni sentir que tengo puesta una camisa de fuerza.

No estaba totalmente de acuerdo con esta frase del pasaje. Creía que la recuperación se llevaba por dentro, y que si uno tenía ganas de vestirse en camiseta y pantalones cortos, ello no significaba que una no se estaba recuperando, sino que elegía la comodidad.

Pero un día me pasó. Una mañana, miré el clóset y dije: ¡Hoy me quiero vestir bonita! ¡Para mí! ¡Solo porque sí! Mi única gestión fuera de mi oficina casera era llevar a mi gatichurri Malena al veterinario, algo que hago tres veces a la semana para su tratamiento renal, por lo que casi siempre llego allí con mi ropa mañanera de hacer ejercicio.

Esta vez, en vez de agarrar unos pantalones cortos y una camiseta, en vez de hacer ejercicio y llegar sudada y de prisa, me sorprendió agradablemente que quisiera vestirme con mi pantalón blanco de salir y una blusa de flores lila. Y que la voz dentro de mí me dijera con claridad: ¡Hoy me quiero vestir bonita!

Nadie vio nada distinto fuera de mí, o al menos no lo comentó. Pero yo me veía a mí misma distinta. Definitivamente fue una señal de recuperación. No se trataba de cambiar la ropa para sentirme mejor por dentro. ¡Todo lo contrario! La ropa había cambiado por fuera porque me sentía mejor conmigo misma por dentro.

¿Qué había pasado justo antes? El día anterior fue difícil. Fui a una reunión administrativa donde hubo fuertes desacuerdos y tensión. Me había ido a dormir pensando en el torbellino, y tenía ansiedad y dolor causado por la tensión.

Mi práctica de mindfulness me enseña a detenerme cuando mi cuerpo da estas señales. No es saludable enterrarlas, ignorarlas ni dejarlas para después. Así que, aquella mañana, en vez de meditar por un periodo de 45 minutos, como casi siempre es costumbre, medité por casi dos periodos. Puse mi atención dentro de mi cuerpo y me di cuenta de cómo estaba sufriendo. Ayudé a mi cuerpo a suavizarse; a mi mente y a mi cerebro. Activé las técnicas de self-compassion (autocompasión) que me ha enseñado este camino. Me rodeé de esa presencia compasiva y permití que se expandiera. Esa presencia, que salía de mí misma, me dio consuelo; permitió que el resto de mí se fuera suavizando, relajando, calmando.

Recordé que la adicción más fuerte, divisoria y destructiva es la adición a los puntos de vista. El maestro Thich Nhat Hanh decía que era la causante de guerras y muchísimas muertes. Mi corazón se suavizó más. Yo no quería estar atrapada en mis puntos de vista ni hacer sufrir a los demás con ellos.

Fue entonces que pude extenderle compasión en mi mente a otras personas que estuvieron en la reunión y que tenían puntos de vista opuestos al mío. Solté los conflictos y sus resultados, por mi propia serenidad y la del grupo. Les extendí compasión a ell@s también. Mi cuerpo y mente se sentían más en paz.

Cuando llegué al armario, esa compasión estaba conmigo. Fue esa energía hermosa y amorosa la que quiso que me vistiera bonita y sonriera.

Las técnicas de mindfulness y self-compassion son muy poderosas para relacionarnos con nuestro mundo interno: nuestro cuerpo, pensamientos, emociones, puntos de vista, aferramientos, anhelos, esperanzas, recuerdos, temores, alegrías, crecimiento… Y también con los demás. Es a través de tener una relación consciente y compasiva con nuestra propia humanidad que podemos extenderle eso a l@s demás… y crear felicidad en el mundo.

¿Significa que tengo que renunciar a mis creencias? ¡No! Pero actúo más en el bienestar colectivo en vez de la imposición o la creencia de que solamente yo tengo la razón. Si es algo que nos beneficia a tod@s, lo que yo creo que puede ser beneficioso, entonces prevalecerá. Si no, aprendo entonces a tener humildad. Lo dejo en manos de un Poder Superior, en vez de imponerme. Y tengo más libertad y serenidad.

En la próxima reunión, noté que las demás personas también eran más amables conmigo, pero creo que eso salía de mi propia amabilidad hacia ell@s.

Así que hoy me vestí de compasión…

¿Y tú, cómo te quieres vestir hoy?

El próximo curso de Mindfulness y Self-Compassion comienza el miércoles 2 de febrero de 2022. Puedes registrarte aquí: https://global.sagrado.edu/products/mindfulness-y-self-compassion-i-feb-2022

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