Por Yaisha Vargas-Pérez, maestra certificada en mindfulness, para el blog A Mystic Writer
A veces la vida se vuelve inmanejable. Aunque quisiéramos, no podemos controlar a los demás —igual que no podemos controlar las condiciones del tiempo—. No podemos controlar imprevistos, ni forzar a que otr@s tomen las decisiones que nosotr@s quisiéramos para sus vidas. Lo único que podemos controlar es a nosotr@s mism@s.
Tal vez ya hayamos establecido alguna intención de serenidad en el pasado; quizás hayamos repetido la Oración de la Serenidad muchas veces. Pero, como nuestra mente ha evolucionado para sobrevivir, es posible que nuestros mecanismos de supervivencia salten de nuevo a la superficie y nos encontremos controlando, manejando y sufriendo otra vez.
Ese es un buen momento para regresar a nuestra intención de serenidad y volver a cultivarla en nuestro corazón, nuestra mente y nuestras tripas. ¿Dónde siento la serenidad en mi cuerpo? ¿Puedo anclar mi mente allí por unos minutos? ¿Qué ocurre si le presto atención a los momentos del día en los que hay calma?
Hoy voy a soltar el control de las cosas que no puedo cambiar. Voy a darle más atención a los momentos de calma y serenidad en mi vida. Puedo programar una campana o alarma a intervalos durante el día como recordatorio para regresar a mi intención de serenidad.
Gráfica hecha en Canva.
