Meditación guiada: Bondad para todes les seres, hasta los más difíciles

Por Yaisha Vargas-Pérez, maestra certificada en mindfulness por el Greater Good Science Center adscrito a UC Berkeley; mentora de mindfulness certificada por la plataforma de Cloud Sangha/Banyan creada por los maestros Jack Kornfield y Tara Brach; certificada en capellanía ecológica por el Sati Center for Buddhist Studies en California

La meditación metta es una práctica que ayuda a nuestra mente y corazón a desarrollar la cualidad de la benevolencia o bondad hacia todos los seres. La palabra metta viene del idioma pali y tiene varios significados: bondad, benevolencia, amistad benevolente, amor benevolente, amor bondadoso, bondad amorosa.


Algunos maestros enseñan que es una capacidad de amar imbuida de bondad. No es un amor romántico. Es la capacidad de desear que todos los seres estén bien, protegidos, seguros, en paz, que todas sus necesidades estén cubiertas, que sepan lo que es sentirse amados, pertenecer…


La práctica metta es poderosa, porque nos puede liberar de una de las tres raíces del sufrimiento en nuestra mente, que es la mala voluntad. Si tenemos mala voluntad hacia nosotros u otros seres, vamos a sufrir. De esa raíz de mala voluntad se derivan el rencor, el resentimiento, la hostilidad, las agresiones y otras maneras de dolor mental y emocional. Biológica y neurológicamente, esas cualidades dolorosas aparecen tal vez cuando hemos sido heridos, hemos necesitados protegernos o hay confusión sobre alguna situación.


La práctica de metta no nos guía a estar desprotegidos. Más bien nos ofrece la opción de hacer lo que necesitemos hacer para estar seguros del daño de otro, pero sin odio, rencor, ni resentimiento. ¡Es posible protegernos sin odiar a otro! Es posible ofrecer metta a otra persona que ha sido difícil en nuestras vidas a la vez que tomamos las medidas para nosotros mismos estar fuera de peligro.

Es poner la verja de un límite saludable, y a la vez, enviarle buena voluntad a otra persona por encima de la verja.

Sentir benevolencia es parecido a cuando mantenemos la puerta abierta para que alguien pase, desearle feliz cumpleaños a otra persona o decirle Feliz Navidad, por ejemplo. Es la cualidad que nos mueve para que nadie se quede sin un almuerzo o cena durante el Día de Acción de Gracias.


Esta práctica comienza por lo más fácil: nos enviamos bondad a nosotr@s mism@s o a una persona que sea fácil de querer. Esa persona fácil de querer puede ser un/a benefactor/a, mentor/a. Es mejor que no sea alguien con quien tengamos una relación de amor complicada, como por ejemplo, una pareja. Tal vez pueda ser una persona no humana, como una mascota o un árbol, o una figura divina.


Luego nos enviamos metta a nosotros mismos. Si es difícil enviarnos bondad, podemos imaginar que el benefactor nos mira con bondad, y luego esparcimos esa bondad por todo nuestro ser: mente, cuerpo, corazón, cerebro.

La importancia de enviarnos benevolencia primero es que, de esa manera, tendremos un tanque lleno para compartir con los demás. ¡No podemos dar lo que no tenemos!


Después, podemos escoger una persona neutral a quien enviarle bondad: el cartero, la guardia de seguridad, el cajero del supermercado. Esa persona no tiene que saber que le estamos enviando bondad. Hasta podemos ir en el tapón o atasco enviando bondad.


Si el paso de la persona neutral es difícil, podemos quedarnos enviando bondad a la persona benefactora o a nosotras mismas.


Pero si es posible seguir practicando, buscamos expandir las posibilidades de enviar bondad.


Y, si en algún momento estamos preparades, entonces enviamos bondad a una persona difícil. No tiene que ser a la persona más difícil de todas. De todas las personas difíciles que conocemos, puede ser la menos difícil.


Si este paso no es posible, podemos quedarnos enviando bondad a la persona neutral, benefactora o a nosotros mismos.


Para esta práctica, utilizamos algunas frases:

Que estés bien.
Que estés seguro o segura.
Que estés feliz.
Que tengas paz.

Pero también podemos usar la técnica de abrir el corazón en todas las direcciones y dejar que la bondad salga desde nuestro corazón y brille hacia todas partes, sin importar a quién toque.


No tenemos que estar cerca de personas difíciles para enviarles metta. Ni siquiera tenemos que haberlas perdonado si han causado dolor. Con tener la intención de enviarles benevolencia, es suficiente. Mientras sigamos practicando, nuestro corazón tendrá cada vez más capacidad y espacio para esta cualidad. Eso va a tener como consecuencia de que habrá menos espacio para la mala voluntad. Significará que sufriremos menos.


A veces los demás sentirán que hay algo distinto en nuestra presencia.


Y lo único distinto es la práctica de metta.


Aquí les dejo una práctica grabada.


¡Que la disfruten!

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