Cartas de amor a la Tierra

Por Yaisha Vargas-Pérez, certificada en capellanía ecológica por el Sati Center for Buddhist Studies en California (2024); certificada en mindfulness por el Greater Good Science Center adscrito a UC Berkeley (2019); cuenta con la certificación profesional de la International Mindfulness Teachers Association (IMTA, 2022); mentora de mindfulness certificada por la plataforma de Cloud Sangha/Banyan creada por los maestros Jack Kornfield y Tara Brach (2022)

«En este preciso instante, la Tierra está sobre ti, debajo de ti, a tu alrededor e incluso dentro de ti. La Tierra está en todas partes. Tal vez estés acostumbrade a pensar que la Tierra es solo el suelo bajo tus pies. Pero el agua, el mar, el cielo y todo lo que nos rodea proviene de la Tierra. Todo lo que está fuera de nosotros y todo lo que está dentro de nosotros proviene de la Tierra. A menudo olvidamos que el planeta en el que vivimos nos ha dado todos los elementos que componen nuestros cuerpos. El agua en nuestra piel, nuestros huesos y todas las células microscópicas dentro de nuestros cuerpos provienen de la Tierra y son parte de la Tierra. La Tierra no es solo el ambiente en el que vivimos. Estamos en la Tierra y siempre la llevamos dentro de nosotres. Al darnos cuenta de esto, podemos ver que la Tierra está verdaderamente viva. Somos una manifestación viviente y que respira de este hermoso y generoso planeta». (Del libro «Cartas de amor a la Tierra», de Thich Nhat Hanh, traducción libre por Yaisha Vargas-Pérez)

Cuando aprendemos mindfulness del cuerpo y de las emociones, descubrimos que somos un pequeño planeta. Nuestro cuerpo está hecho de los mismos elementos que la Tierra —minerales, agua, fuego, aire y espacio— y las emociones son muy parecidas a los estados del tiempo que atraviesa el planeta: tormentas, incendios, terremotos, tsunamis y días despejados con el mar en calma.

Esta perspectiva fue de gran ayuda para soltar el control sobre mi experiencia humana y practicar la comprensión, la compasión y un sentido de cuido hacia mi cuerpo, que está hecho con elementos que la Tierra me ha prestado generosamente. De ella venimos y a ella regresaremos.

Comprender que el cuerpo humano tiene sus ríos caudalosos, una piel que brota agua como los terrenos húmedos; tiene sus humedales, desiertos, momentos de frío y resequedad; sus ciclos como la lluvia y las estaciones, fue de gran ayuda para no condenarme por los procesos humanos que no podía controlar y ayudarme a mí misma a atravesar mi experiencia humana.

Por otro lado, la compasión ha sido una importante práctica al observar las emociones, que son como un estado del tiempo interior. Las emociones están relacionadas con los elementos: la ira es fuego y aire, pero también puede ser hielo que quema; la tristeza es agua, por ejemplo. Podemos hacer espacio a nuestras emociones, observarlas sin juzgarnos, igual que si estuviésemos esperando con paciencia y calma que a pase un fuerte aguacero, con la actitud de cuidarnos y ser compasivas con nosotras mismas. Si creemos que necesitamos equilibrio, podemos acudir al elemento tierra, no para huir de otras emociones, sino para recibir apoyo y ayuda. Podemos caminar con calma permitiendo que los pies toquen la tierra o la arena de la playa (con cuidado de que no se lastimen nuestros pies con algún objeto) o podemos tocar el tronco de un árbol si el árbol nos ha dado permiso. Sentir nuestras emociones de manera equilibrada se conoce como ecuanimidad. La ecuanimidad es tan vasta es como una montaña y como el mar claro y en calma. La ecuanimidad también se caracteriza por el elemento espacio: cuando les hemos permitido a las emociones tener todo el espacio que necesitan para agotar su energía, pero sin reaccionar a ellas, sino sintiéndolas como son, sin añadirles ni restarles nada. Es un acto de valentía y profunda compasión.

He aprendido todas estas cosas y muchas más al observar aquello que es más importante y que invisibilizamos cuando estamos en la rutina, el tapón y en el estrés de nuestra mente: la Tierra viva que nos vive. Tan solo respirar es un milagro.

Estudiar el libro «Cartas de amor a la Tierra», del maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh, fue una de las primeras tareas del proceso de certificación de capellanía ecológica que viví durante 18 meses.

Este jueves, 12 de septiembre de 2024, a las 7:00 pm (horario estándar del Atlántico) por Zoom, comienzo a compartir algunas de estas enseñanzas, por si quieres ser parte de este viaje. Se ofrecerán durante algunos jueves de los meses de septiembre y octubre. Al final, Thich Nhat Hanh nos invita a escribir nuestra propia carta de amor a la Tierra.

Para recibir el enlace, puedes enviar un email a yaishavargas@gmail.com.

No hay costo, pues es un ofrecimiento por dana o economía de generosidad.

Gracias por leer, y te deseo un feliz viaje terrestre.

Graduación de arbolitos del vivero en el balcón, 2021
Foto de Pixabay: https://www.pexels.com/es-es/foto/planeta-tierra-87651/

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