Por Yaisha Vargas Pérez / columna publicada el domingo 10 de julio de 2016 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”
Todo es cuestión de estar consciente de qué lado de la historia uno escoge ubicarse, para cuando la humanidad mire 500 años en el pasado, esté plasmado quién justificó la opresión y quién defendió los derechos humanos, y promovió que todas y todos se sintieran amados, valiosos y que pertenecen.
El pasado lunes 27 de junio, la bandera arcoíris que representa al movimiento LGBTTQIA ondeó junto a las 49 velas encendidas por las víctimas de la masacre de Orlando, bajo la mirada y los brazos abiertos del Sagrado Corazón de Jesús. La Universidad del Sagrado Corazón (USC) ofició una misa y un acto de recordación por las víctimas, entre los que figuraban dos de sus exalumnos: Anthony Laureano Disla y Jorge Javier Reyes.
“No podemos quedarnos callados ante gente que usa la Biblia para promover el odio. Hay gente que usa los versículos aisladamente para promover el odio… Como cristianos, no podemos permitir que se siga promoviendo el odio”, dijo tras la misa el Dr. Julio A. Fonseca, director del Centro para el Desarrollo Personal de la USC, a los familiares y amigos de los exalumnos fallecidos, así como a personas de la comunidad. La ceremonia fue un acto muy sanador.
La Biblia también habla de esclavitud, de tratar a las mujeres y otras razas como propiedad, de padres que se acostaron con sus hijas para tener descendencia. Ya en el siglo 21, estas instancias son reconocidas como violaciones a los derechos humanos, pero en siglos anteriores justificaron la esclavitud y el genocidio indígena y africano (bajo el manto de la evangelización), y el maltrato conyugal. Las interpretaciones rígidas de que los niños deben nacer solo en un matrimonio o de lo contrario son un pecado, acabaron en el horror de orfanatos abusivos en Europa administrados por órdenes católicas. Hubo mujeres que tuvieron que decidir entre aguantar a un marido abusador o divorciarse y quedar excluidas de la comunión. Por eso las disculpas recientes del Papa Francisco a la comunidad LGBTTQIA y a otros grupos minoritarios son tan significativas, pues reconocen la ofensa y la falta de solidaridad, no solo hacia los homosexuales, sino a los pobres, a las mujeres explotadas, a las familias que atravesaban divorcios y a los niños obligados a trabajar. “(La iglesia) debe pedir disculpas por haber bendecido muchas armas”, puntualizó el Papa.
La Biblia narra la evolución del concepto de la divinidad en la conciencia de los seres humanos. Por eso cuenta historias de horror y abuso, de un dios-objeto que se usaba como amuleto para la guerra y para dominar sobre otros. Comienza con un destierro, pero acaba con el amor incondicional, que fue la enseñanza de Jesús, quien retó el orden establecido y por eso lo mataron. Jesús representa la conciencia que solamente ama, sin prejuicios ni expectativas, como el sol que brilla sobre la Tierra y jamás le reclama: “tú me debes”.
Richard Rohr es un sacerdote franciscano establecido en Nuevo México, reconocido internacionalmente por sus enseñanzas místicas. En un extracto de su libro “Immortal Diamond: The Search for Our True Self”, señala que el mensaje inclusivo de Jesús se ha convertido en una serie de reglas para alcanzar la iluminación que ponen a algunos en un nivel moral más alto que otros, algo muy lejano de la inclusión que propone Jesús. “Este proceso de ‘administración de los pecados’ nos ha mantenido al clero en el negocio”, dice Rohr. “Siempre hay forasteros a quienes dejar fuera. Escondiéndose por las esquinas de esta búsqueda de pureza moral están los males que hemos pasado por alto sin reparos: la esclavitud, el sexismo, el clasismo al por mayor, la codicia, la pedofilia, la opresión homosexual y la opresión de culturas nativas. Casi todas las guerras han sido peleadas con la bendición plena de los cristianos. Hemos creado, como resultado, lo que algunos llaman cínicamente como ‘iglesiandad’ o ‘religión civil’ en vez de un cristianismo profundo y transformador”.
La comunidad LGBTTQIA aún espera que las autoridades eclesiásticas aquí se disculpen. Tienen una oportunidad para sanar la herida creada por poner a las reglas obsoletas por encima del Amor vivo, precisamente lo que Jesús combatió con su vida. Están en una coyuntura histórica. En 500 años, los humanos mirarán este periodo y verán si esta vez se pusieron del lado de los derechos humanos o, una vez más, de los opresores.