Miraba por la ventana de mi nuevo cuarto de escritura la nevada primaveral que acariciaba el paisaje. Me daba la bienvenida a un nuevo hogar un invierno que transcurría a mediados de marzo. Frente a mí, naciendo en un procesador de palabras, la primera crónica que escribía desde este lugar: “El arte de perdonar”. Gestarla ya estaba en mi calendario, no planifiqué tejerla estando allí, pero las sincronías cósmicas danzaban a mi alrededor bendiciéndome una vez más.
Semanas antes, recibía la noticia: “Ésta era la casa de Rosemary Fillmore Rhea”, me dijo mi nueva casera por teléfono. El corazón se me subió en una pirueta y me rebotó en el alma. Más tarde, me acordé de respirar. La noticia de que viviría en aquella casa superaba mis sueños más remotos; sentía que no merecía morar allí. Aquel fue el hogar que el Universo tuvo para mí tras entregar mi intensa búsqueda por perdonar y encontrar un lugar al cual pertenecer, sentirme amada y aceptada.
Rosemary era nieta de Charles y Myrtle Fillmore, fundadores del movimiento espiritual Unity, el tercer destino de mi travesía. Allí me quedé a trabajar con la idea de ahorrar dinero y proseguir, pero varios eventos –un vasto aprendizaje, un maestro cuyas enseñanzas me ayudaron dos años antes de conocerlo, y el intento fallido de un cuarto viaje– alargaron mi estadía.
Le confesé a mi maestro de meditación mi tristeza profunda por haber perdido la oportunidad de conocer a Rosemary meses antes, cuando aún vivía, y cuánto atesoraba la coincidencia de que me mudaba al hogar de alguien que había viajado el mundo en búsqueda de la fe.
Durante esa visita a mi maestro, cerca de la ventana de su oficina, había una silla nueva color vino y de espaldar alto. Yo vestía de colores vino y negro ese día. Tras observar mi tristeza, me invitó: “¿Por qué no te sientas en aquella silla?”. Tan pronto me recosté del espaldar y me mecí, le dije: “Yo siento que encajo aquí”. Aquel asiento me acogía, era como parte de mí.
Entonces, él me dijo sonriendo: “Era la silla de Rosemary. Ella era mi amiga y me la regalaron a mí. Hasta ahora, no sabía qué iba a hacer con ella, pero tal parece que te queda bien. Los colores que vistes combinan con la silla. Puedes quedártela”.
¿Qué hice para merecer tantos regalos?, me preguntaba. Si antes lloré por haber perdido tanto, más lloré por recibir tanto más de lo que podía. “Cuando salí de Puerto Rico, no tenía idea que respondía a algún tipo de llamado en algún lugar. Esto es más grande de lo que puedo comprender”, le conté compungida. Mi maestro, quien conocía mi travesía y mis luchas internas por perdonar absolutamente todo (hasta el más mínimo suspiro de dolor que otra persona me hubiese causado) parecía emocionado.
En mi tercer destino espiritual, mi búsqueda de fe se tornó en una escabrosa expedición interior: para poder sanar, me atreví a mirar de frente cada una de mis adicciones, recuerdos y traumas. Me atreví a aceptar que todos estaban ahí, a estar consciente de que yo había vivido aquellas experiencias, y aún con el dolor que pudiesen causarme, tener la valentía de atravesar mis sentimientos, o más difícil aún, dejar que esas emociones me atravesaran a mí. En el camino, conocí historias de perdón como las de Víktor Frankl y Nelson Mandela. Fueron muchas las noches de mirar el techo tras mis lecturas tratando de descifrar qué habían hecho ellos y otros como ellos con sus propias mentes para perdonar. Fueron 1,096 días –tres años y uno de ellos bisiesto– de levantarme por las mañanas con la determinación firme de que “todo esto yo lo voy a perdonar”. Muchos días hubo progresos significativos, y otros muchos sentía que daba pasos hacia atrás. Pero yo sabía, porque ya lo había vivido antes, que perdonar era la mayor resolución de vida. Me abriría las puertas a una mejor salud, vida, prosperidad y al tesoro de paz interior que buscaba con tanto ahínco.
Escribir sobre cada peldaño se volvió en un acto de salvación propia. Aprendí que perdonar no significaba negar lo ocurrido ni condonar. Incluía tomar las medidas necesarias para no permitir que lo que había perdonado me pasara de nuevo. Con mi maestro de meditación acepté mis sentimientos verdaderos y me permití sentir rabia. Con mi terapista entendí que, tras sentirla, no necesitaba quedarme enganchada de ella. De ambos escuché que, por más que quisiera, no podía tomar atajos –tenía que sentir y aceptar la amargura de mis experiencias a medida que las bendecía. Era muy fácil decir “ya perdoné, eso no me afecta, sigo pa’lante” y más tarde descubrir con tristeza que aún había coraje, y que perdonar desde la garganta sólo atrasaba el proceso de sanación de mi cuerpo y mis emociones. Hundir cualquier sentimiento, por más pequeño que fuera, tenía consecuencias para mi cuerpo y mi psiquis. Meditando supe que mis emociones no eran malas, y que tras experimentarlas, podía soltarlas. De todos los retos, perdonar ha sido el más difícil y también el más poderoso. Ha incluido hacer un inventario de mis comportamientos y participación para ser consciente de y cambiar mis conductas codependientes, pues me ponían en situaciones dolorosas.
Todos estos eventos se acurrucaban en mi corazón aquella mañana de nieve florida, a medida que escribía “El arte de perdonar”. Mientras escudriñaba herramientas de Jack Kornfield y Colin C. Tipping para mi crónica, saqué de mi cartera el pequeño panfleto de Unity sobre el perdón que me acompañó a India, España y Estados Unidos, al cual mis ojos se aferraron tantísimas veces, y el cual subrayé en rojo durante mi primera Navidad en Kansas City, una dolorosa Nochebuena en un hotel marrón:
“Es cierto que las personas se hacen cosas malas unos a otros, y es difícil comprender por qué algunas personas se comportan como lo hacen. Sin embargo, si podemos mirar más allá del acto hacia la persona, y veremos que es su miedo –su falta de conciencia– lo que los hace actuar de maneras destructivas y dolorosas. Ello no significa que debemos aceptar una mala conducta o que debamos quedarnos en relaciones abusivas. Por el contrario, hacer esto es no respetarnos a nosotros mismos, y ciertamente tampoco ayuda al abusador. Sin embargo, no es nuestra responsabilidad intentar cambiar a los demás. Es nuestra responsabilidad soltarlos a Dios. Hacemos esto a través del poder del amor. El regalo más grande que podemos darle a otros es nuestra fe de que el amor sanador de Dios está trabajando en ellos, trayendo a manifestación paz y armonía tanto en sus almas como en la nuestra. Cuando dejamos ir y permitimos que Dios actúe, liberamos a los demás y a nosotros mismos. Al perdonar, somos perdonados”.
Tuve la osadía de mirar bajo el título el nombre de la autora del folleto: Rosemary Fillmore Rhea. Entonces sí que se me olvidó respirar. Si eso no era motivo para arrodillarse de agradecimiento, no sé qué más pudo haberlo sido. Escribía mirando por la que fue su ventana, sentada en la que fue su silla, estrujando el panfletito que me acompañó en mis travesías, escrito por ella, exudado quizás gracias a sus propios procesos para perdonar.
Desde su espíritu, Rosemary me dio muchísimas herramientas. Me confirmó que tenía una nueva vida, que merecía un hogar que pudiese llamar mío, una silla acogedora para inspirarme y escribir, y la lección más importante, la cual me enseñó desde el principio de mi travesía, cuando ni siquiera la conocía: que merecía perdonar para sanarme a mí misma y ser libre.
(English below)
Periodista, columnista y practicante e instructora de mindfulness. Tiene nueve años de experiencia en la cobertura de noticias generales (1999-2008) y diez años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2018). Como periodista de temas generales, fue reportera de WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), redactora para la Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y reportera para The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007).
Desde el 2010, ha sido la autora de la columna “90 días”, que se publica en el periódico El Nuevo Día, la cual narra la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida.
En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Harvey, editora anterior de la revista. Aún escribe para ese medio. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
Yaisha ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg. Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y realizó tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en retiros de mindfulness con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (actual director de Insight Santa Cruz, 2016, 2018). Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) y el Centro de Zen Soto de Cupey (2018). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016).
Actualmente, realiza una certificación en mindfulness a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach, la cual será otorgada en el 2019 por el Awareness Training Institute y el Greater Good Science Center en California.
Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria, la Sede Central de Unity, en Missouri; Al‑Anon Family Groups, en Virginia; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico; Newsela Inc., en Estados Unidos, y el Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico.
Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Es dueña del sitio web www.mindfulwritings.com ❦
❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦
❦ Journalist, columnist, and mindfulness meditation practitioner and instructor. Yaisha has nine years of experience in hard-news coverage (1999-2008) and ten years of experience specifically in holistic health topics (2008-2018). As a hard-news journalist, she was a reporter for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), a writer for EFE International Spanish News Agency (2003-2005) and a reporter for The Associated Press (2005-2008). She earned awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008) and Laura Rivera Meléndez Foundation (2007).
Since 2010, she has been the author of the column “90 días”, published by the Puerto Rican mainstream journal El Nuevo Día, in which she narrates the daring journey of a spiritual seeker to find deep and definite healing and meaning.
In 2012 she began writing for the Daily Word / La Palabra Diaria magazine, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Harvey, former editor of the magazine. She still writes for Daily Word. She has also published articles on Vibra Bien Magazine and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters at Unity Village, Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word/La Palabra Diaria.
A native Puerto Rican, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, Unity School of Practical Christianity and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Mahayana (Zen) and Tibetan traditions.
Yaisha has studied several styles of yoga since 2004 in Puerto Rico, India, and the U.S. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two Iyengar Yoga teachers. In the U.S., she studied with Judith Lasater (2011), who brought the restorative yoga system to America; with Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; with Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar Yoga system, and with Mary Obendorfer (2011) senior teacher of the Iyengar Yoga system and co-director of the B.K.S. Yoga Centers of San Diego. She also taught restorative yoga in Puerto Rico for two years (2008-2010), and had students when she lived in India (2010) and Missouri (2011).
She began studying mindfulness in 2011 with Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned Buddhist psychologist Jack Kornfield. Kornfield is of the key figures in bringing mindfulness and the Buddhist Theravada tradition (Vipassana) to the West. Among Yaisha’s mindfulness teachers are Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneer researcher of self-compassion), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein, and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived close to Deer Park Monastery in Escondido, California, founded by Thich Nhat Hanh in the tradition of Plum Village, where she practiced every week and did three mindfulness retreats. Also, since 2011 she as attended mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (current director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018). She has belonged to the meditation sanghas of Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; and also, to Insight SD (2015-2016) in San Diego, California, Four-Fold Sangha in Deer Park Monastery in Escondido, California (2015-2016), the Puerto Rico Zen Center (2015-2018) and the Puerto Rizo Soto Zen Center of Cupey (2018). She studied with inter-spiritual teacher and writer Mirabai Starr in 2015 and took mindful writing courses with Amy Spies in Insight LA in Los Angeles, California (2016).
She is currently a student in the first class of the Mindfulness Meditation Teacher Certification Program, of which the main teachers are Buddhist psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. She will be certified in 2019 by the Awareness Training Institute and the Greater Good Science Center in California.
She is a skilled radio host, public speaker, writer, editor, translator, and proofreader in both English and Spanish. She has translated, edited, and proofread translations for booklets and books for Daily Word / La Palabra Diaria, Unity World Headquarters in Missouri, Al‑Anon Family Groups, in Virginia; the headquarters for the Centers for Spiritual Living, the philosophy of The Science of Mind by Ernest Holmes, in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico; Newsela Inc., in the U.S. and the Center for Investigative Journalism in Puerto Rico.
She writes, edits, and translates in both languages about the topics mentioned above. Yaisha is the owner of the website www.mindfulwritings.com ❦
View all posts by Yaisha Vargas-Pérez