Meditación guiada y charla: Cómo cultivar la alegría en el mindfulness

Yaisha Vargas-Pérez es maestra de mindfulness certificada por el Greater Good Science Center adscrito a UC Berkeley (2019); tiene la certificación profesional de la International Mindfulness Teacher’s Association (IMTA); es mentora de mindfulness certificada por Jack Kornfield y Tara Brach a través de la plataforma Cloud Sangha/Banyon (2022), y certificada en capellanía ecológica por el Sati Center for Buddhist Studies en California (2024).

Cuando era pequeña, me enseñaron que las cosas espirituales y contemplativas eran serias. Había que quedarse sentada, calladita y aguantarse las ganas de ir al baño. No se podían interrumpir los rituales. A mí me daba calor y estrés.

Cuando comencé a practicar meditación Insight (mindfulness en su tradición de budismo theravada), también había que quedarse quieta y en silencio por 45 minutos observando las sensaciones en el cuerpo, las emociones y los pensamientos. ¡Uf! Era ir de cero a 45 millas por hora y me daba la impresión de que había mucho que aguantarse también. Pero como mi mente estaba sufriendo mucho y aquella práctica me ofrecía la oportunidad de llegar al silencio que tanto necesitaba, me quedé. Además, estaba recibiendo algo preciado: cuando mi mente lograba calmarse, realmente hacía mucha diferencia en mí.

Sin embargo, al continuar la práctica, he descubierto que hay mucha alegría en el mindfulness. Tal vez no sea la alegría que conocemos en nuestra cultura: un entusiasmo con adrenalina, mucho ruido y carcajadas a todo volumen. No es ese tipo de alegría, que también es muy fugaz. La alegría que se cultiva en el mindfulness es apacible, serena y, con el tiempo de práctica, es más duradera. Es una alegría contemplativa que ayuda mucho a nuestro equilibrio mental.

La práctica de la alegría aparece en varias listas de pasos o cualidades de meditación mindfulness . Es la cuarta en la lista de los factores del despertar y la tercera cualidad de los brahmaviharas o cualidades inconmensurables (la alegría empática). Como factor del despertar, es un paso previo para tener más tranquilidad y ecuanimidad en nuestra mente, y como alegría empática es un antídoto cuando tenemos envidia porque los demás parecen estar más felices que nosotr@s.

La alegría apacible, así como la posibilidad de que fuera un factor de contemplación y meditación, fue un punto de giro en la práctica de Siddartha Gautama antes de su iluminación. Tras dejar atrás su vida de opulencia como príncipe encerrado en un palacio, Siddharta conoció el sufrimiento del mundo y buscó una vida de asceta. En su época, solo había dos caminos: una vida mundana o una vida de ascetismo sumamente riguroso. Siddharta se puso tan delgado que, cuando se tocaba el abdomen, lo que sentía eran sus huesos. Un día, se desmayó dentro de un río cerca de una aldea, y una aldeana lo ayudó a salir del agua y le dio un plato de arroz con leche. Siddharta se sentó a comer debajo de un árbol y sintió una profunda paz. Tuvo un recuerdo de cuando era pequeño y estaba con su padre observando el principio de la temporada de siembra, completamente presente y absorto. Recordó que, en aquel momento de su niñez, sintió plenitud. Entonces, tuvo un despertar. Al igual que la opulencia no lo llevaría a despertar de su sufrimiento, el ascetismo riguroso tampoco. Estar saludable y equilibrado era importante para poder continuar su camino de meditación hacia un despertar mayor. Ese sentido de plenitud era clave.

La alegría contemplativa es un gran apoyo para equilibrar la mente en el cojín de meditación y también fuera del cojín. Ayuda a no caer en estados mentales difíciles y facilita el que podamos «surfear» hacia la tranquilidad, la concentración y el equilibrio. Además, nos ayuda a enfrentar el día con mayor esperanza. Es difícil lograr estados de concentración a la fuerza. Tal vez es posible, pero no duran y después un@ se siente cansad@. Así que la alegría apacible es una buena aliada. ¡Les invito a cultivar la alegría contemplativa!

Les invito a escuchar esta meditación guiada y charla:

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