No es locura, es duelo

Por Yaisha Vargas-Pérez, maestra de mindfulness certificada por el Greater Good Science Center adscrito a UC Berkeley, mentora de mindfulness certificada por Cloud Sangha, certificada en capellanía ecológica por el Sati Center for Buddhist Studies en California

Vivimos en una cultura que maneja el duelo huyendo, siguiendo pa’lante como si nada, trabajando para olvidar o bebiendo alcohol para ahogarlo.

Pero la psiquis humana no funciona así.

Eventualmente, el duelo emerge en momentos en que no sabemos por qué reaccionamos de maneras irracionales, o se somatiza en el cuerpo como alguna enfermedad.

Lo más saludable es que en nuestra cultura aprendamos nuevas maneras de manejar el duelo. Que podamos entender que el duelo es un proceso, que se tarda lo que se tarda y que no tiene fecha de expiración.

Es importante rodearnos de gente que no nos juzgue porque estamos en duelo, sino que sean capaces de escucharnos decir lo mismo una y otra vez y sean capaces de recordarnos que seamos pacientes, compasivos y amables con nosotros mismos, que nos recuerden que es importante estar en contacto con la naturaleza y los procesos de la naturaleza. Que nos digan que el dolor abismal que tenemos y que no se va es todo el amor acumulado que sentimos por ese ser querido que se fue y que duele así de mucho porque ese amor se quedó sin un lugar a dónde ir. Que, eventualmente, cuando pasemos por las etapas normales del duelo —el shock, la negación, el coraje, la depresión, la tristeza y la aceptación— aceptándonos totalmente con toda nuestra humanidad a cada paso del proceso, entenderemos que todo ese amor que pensamos que perdimos ha ido ocupando nuestro espacio interior, habita en nuestro corazón.

Lo que pensábamos que era un desgarre de nuestra alma y que nos causaba tanto dolor es, realmente, que hemos visto el fino velo entre la muerte y la vida.

Ahora que está desgarrado, podemos comunicarnos con el amor de la persona que dejó su cuerpo, pero nunca apartó de nosotros su espíritu. La relación de amor que había en vida continúa más allá de la vida física.

En nuestras oraciones y meditaciones, podemos respirar y expandir en nosotros el amor de la persona que hemos amado y ahora está en el otro lado. Podemos permitir que ese amor habite en nosotros. Esa persona se ha convertido en un ancestro, pues pasó a la próxima etapa antes que nosotros. Podemos pedirle guía, podemos recuperar, de alguna manera más emocional y espiritual, la conexión que teníamos, una respiración a la vez, con mucha paciencia y amor hacia nosotros mismos.

Estas cosas las he aprendido porque he vivido muchos duelos, sobre todo el de mi mamá, que el 17 de noviembre cumplió 29 años de haberse mudado al otro lado y a mi corazón. Me tardé nada más 15 años en poder aceptar que estaba en duelo, porque nadie, nadie, ni los psicólogos que visité, me explicaron este proceso. Fue mi primer maestro de meditación insight el que me explicó la importancia de entender mi humanidad y de tratarme con absoluta bondad. Fue la primera persona que me dijo: “No hay nada erróneo contigo. Esto es duelo”. Por eso hablo tanto del duelo como una manera de abrazar un proceso espiritual necesario que nos hace profundizar en nuestra propia humanidad.

Si está en duelo y nadie más le entiende, yo le entiendo. No es locura, es solo duelo. Es un proceso humano. No nos lo enseñan en ninguna parte porque nuestro sistema educativo y laboral está hecho para producir obsesivamente, no para entender ni atender nuestros procesos humanos.

No es locura, es duelo.

Y yo sé que existe en usted todo lo que necesita para poder sobrellevarlo.

Ámese absolutamente, como le amaría la persona que no puede ver, pero que está ahí, de alguna manera, queriéndole tanto. ❤

©Copyright 2024 – Todos los derechos de autor reservados.

Calendario de eventos para enero y febrero de 2024:

Leave a Reply