90 días: Recursos internos para superar el trauma

Texto por Yaisha Vargas-Pérez – especial Por Dentro / columna publicada el domingo 22 de enero de 2017 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”

La enfermera haló el cablecito insertado para examinar mi uretra y se desató una tormenta de trauma en mí. Desde hacía años no sufría ataques de pánico, pero en aquel momento afloró el recuerdo de una facilitadora holística que me había tratado en el pasado. Su diagnóstico había sido que mi vejiga estaba “azucarada”, pero cuando dejé de consumir azúcar bajo su tutela y la incontinencia continuó, la escuché decir que mi área pélvica estaba flácida por mi culpa, que no quería mi karma y que me fuera.

El urólogo del Sistema de Salud de la Universidad de California en San Diego recomendó una terapista del suelo pélvico, quien me explicó que mi vejiga no funcionaba adecuadamente porque mi suelo pélvico estaba bajo constante tensión. Tuve ese padecimiento desde pequeña porque crecí con estrés post-traumático secundario, siendo la hija de un soldado de Vietnam que recreó la guerra en mi hogar. Mi cuerpo almacenó traumas de una guerra a la que nunca fui. Tres décadas más tarde, mi suelo pélvico todavía se congelaba de miedo durante el día y se relajaba cuando yo dormía. Mi vejiga se vaciaba sin yo darme cuenta. El diagnóstico de la facilitadora holística fue equivocado, pero sus palabras se alojaron en mi cuerpo como otro trauma más. Pedí en mi corazón poder sanar y perdonar.

 

Calle frente a mi casa en Unity Village, Missouri en la primavera del 2015
Foto por Yaisha Vargas-Pérez. Copyright © 2017 Todos los derechos reservados.

Meses después, tomé una clase con Tara Brach, una maestra de Vipassana (mindfulness o meditación introspectiva), donde aprendí que cuando el “botón del miedo” se activa continuamente en nuestro cuerpo, el sistema nervioso permanece en alerta constante. Tratamos de defendernos de un peligro que ya no ocurre, pero aún existe en nuestra percepción. “El miedo traumático… se desarrolla cuando el sistema nervioso activa la respuesta de pelear, huir o congelarse, pero no tiene manera de deshacerse de la amenaza… así que toda esa energía se queda encerrada en nuestro sistema nervioso, en nuestra piel y nuestros tejidos”.

 

En tal tipo de respuesta, el sistema límbico —a cargo de las emociones y las respuestas de pelear, huir o congelarse—, se sobrecarga y no puede recibir el insumo de la perspectiva, la empatía o el razonamiento, funciones que están en la corteza frontal del cerebro. “Estás básicamente secuestrado, reaccionando desde todos los miedos básicos de supervivencia, pero sin la información de la corteza frontal sobre cómo darle sentido para poder lidiar con ello de una manera integral”.

Puede que nuestras vías neuronales hayan sido continuamente atropelladas por el miedo. Pero hay una manera de construir nuevos senderos interiores. La meditación nos permite observar nuestras emociones hasta verlas extinguirse. Sin embargo, si lo que hay en nuestro interior es trauma, hay un paso previo que se conoce como “resourcing”. Esto significa aunar recursos internos para sentirnos seguras antes de ver nuestro pasado para poderlo sanar. “Necesitamos cultivar estas redes neuronales para sentirnos lo suficientemente seguras”, dijo Brach.

Anclarse a la tierra – sentimos la fuerza de gravedad anclándonos a la tierra mientras estamos sentadas en una silla o el suelo.

Profundizar en la respiración – suavizamos la respiración y permitimos que sea profunda y completa.

Toque sanador – ponemos una mano sobre el corazón o el abdomen, o ambos, para sentir el calor y la presión de las manos. Hay muchos nervios en estas dos áreas; esto relaja todo el cuerpo.

Palabras de aliento – Escuchar palabras reconfortantes.

 

Version 2
Foto por Yaisha Vargas-Pérez. Copyright © Todos los derechos reservados.

Brach nos guió en una meditación para encontrar un santuario interior: “Visualiza un paisaje hermoso en el que puedas encontrar una presencia que te reconforte y fortalezca. Puede ser una figura espiritual que te acoge y te mira con profundo amor y comprensión. Respira lento y profundo. Pon una mano sobre el corazón y otra sobre el abdomen. Escucha a ese ser decirte palabras de paz. Permite que esa experiencia crezca en ti”.

 

Sin saberlo, meses antes había comenzado a practicar “resourcing” usando una foto de mi Poder Superior. Gracias a la técnica de Brach, pude creer que el Ser Sagrado que me acompaña es más grande, amoroso y seguro que las experiencias vividas. Pude creer que era posible superar el trauma y, como cualquier otra emoción-lluvia, dejarlo pasar y ver cómo se extinguía. Fue posible sanar y perdonar.

En Facebook, 90 días: Una jornada para sanar

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