90 días: Salir del clóset, un acto de amor

Por Yaisha Vargas-Pérez/ crónica publicada el domingo 6 de julio de 2014 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”

Pegué la frente contra el guía de mi automóvil, y le dije a Dios: “Tú no me puedes hacer esto. ¡Ya he tenido suficiente!”.

Para salir de una crisis de vida, cambié de carrera, de hogar, de país, de amistades … No aguantaba un cambio más. Pero cuando miré en lo más profundo de mí, un cariño especial me tibiaba el corazón, con la hermosa diferencia de que la persona de mis agrados era … Antes de poder pronunciarlo, le riposté a Dios: “¡Es que Tú no me puedes haber hecho así!”

El ser en quien mi corazón fijó sus atenciones era una mujer de mi edad.

“¡No me pudiste haber hecho lesbiana!”, lo dije finalmente, incrédula ante mi batalla interior. Tras esa declaración, salieron los recuerdos de todas las veces en las que, durante mi crecimiento, había visto en mi interior a una compañera. La primera vez que pregunté si las mujeres podían casarse entre sí, yo tenía tres años. La misma inquietud surgió a mis doce años, y la certeza de lo que se asomaba en mi interior me asustó de forma tal, que enterré el secreto en la parte más oscura de mi mente. Mis amigas hablaban sobre los chicos que les gustaban, pero yo me sentía diferente. Nunca abrí la boca pues, entre los alumnos de la escuela privada y religiosa en la que estudiaba, existía la creencia  de que ser lesbiana era lo peor que podía ser una persona. De alguna manera, un compañero de clases se dio cuenta y comenzó a acosarme mediante burlas. Una de sus bromas llegó hasta mi casa. Sufrí durante un semestre en el que quise morir.

A mis 22 y mis 26 años regresó la pregunta. Me cuestioné si mis noviazgos con varones eran una manera de demostrar que yo no era gay; si la incapacidad de mantener una relación funcional y a largo plazo, y el no haber llevado a ninguno de mis novios a conocer a mi familia era evidencia innegable de que algo andaba desconectado en mí. Le tenía fobia al matrimonio y no quería que me hablaran de tener hijos jamás. Durante seis años no salí con nadie y me refugié en mi práctica espiritual, creyendo que yo era asexual y preparándome para aceptarlo en paz.

Double-alaskan-rainbow
Eric Rolph at English Wikipedia [CC BY-SA 2.5 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5)%5D
Pero en mi cumpleaños 34, la pregunta no sólo regresó, sino que trajo el regalo de una hermosa presencia, quien me invitó a meditar. Gracias a su invitación, encontré a mi maestro de meditación Vipassana, quien tres años antes, sin conocerlo en persona, me ayudó mediante uno de sus libros con una transición de vida.

Aún con la acorazonada de libertad, la aceptación fue difícil. Me temblaron los dedos cuando marqué el número de mi terapista. Las palabras me salieron como si estuviese hablando bajo tortura, y cada sílaba fue un paso sobre fuego. No entendía por qué, si había escrito a favor de los derechos LGBTT, a la hora de enfrentar mi proceso, afloraron fuertes prejuicios hacia mí misma. Fue mi confesión más temida.

“Esto es algo con lo que tienes que bregar, no lo puedes dejar para más tarde”, me advirtió mi terapista, y me dio como asignación el libro “Coming Out: An Act of Love”, de Rob Eichberg. Allí leí historias de anhelos de honestidad. Tanta gente con el amor atascado entre el esternón y la garganta por no poder decirles a sus familiares: amo a una persona del mismo sexo. Tanta separación familiar por una creencia centenaria tan injustificada como la trata de esclavos.

Me costó meses acostumbrarme. Durante mis meditaciones, vi que ésta era quizás la razón de más peso por la cual batallé con una depresión durante más de 22 años y la cual comenzó, precisamente, alrededor de mi doceavo cumpleaños. Esa nube densa finalmente comenzó a disiparse. Aprendí que es tanto el miedo de algunas personas homosexuales, y tan fuerte la marginación, que recurren a trabajos y a una vida nocturna. La oscuridad parece más segura que la condenación social. Pero si la motivación es la vergüenza, pronto ésta se recubre de un comportamiento compulsivo: alcoholismo, abuso de sustancias o de la comida. Si siento que hay algo intrínsecamente erróneo conmigo, entonces lo recubro para pretender que soy “normal”. La conducta disfuncional en una persona homosexual surge más bien por el abandono y destierro social. En esa soledad, se expone a emparejarse con alguien que no le trate bien.

En su página oficial de internet, la Asociación Americana de Psicología indica: “Las conductas lésbica, homosexual y bisexual no son desórdenes… Son aspectos normales de la sexualidad humana”. En marzo de 2012, la revista “Yale Magazine” publicó el artículo “¿Los animales manifiestan homosexualidad?”, que indica: “la conducta homosexual en los animales puede ser mucho más común de lo que se creyó en el pasado”.

Tras meses de meditación, terapia y aceptación, di el paso de hablar con una amiga. “¡Pero por qué no me lo dijiste antes!”, respondió. Gracias a Dios que mi generación es mucho menos prejuiciada. Ésa fue la reacción de todas mis amigas. Temía que se sintieran incómodas a mi alrededor, y aprendí a explicar que las cosas no funcionan de esa manera. Existe lo que llamamos un “radar interior”–no surge el interés si la otra chica no es gay.

1024px-Rainbow_Rose_(3366550029)
Lucy Roberts from Bartlesville, OK [CC BY 2.0 (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0)%5D
La chica que me invitó a meditar y yo tuvimos interés en salir. Yo no quería una doble vida, así que antes de que mi familia lo supiera por terceros, hablé sobre ello directamente. Como mi proceso de autoaceptación fue prolongado, no esperé que mis familiares lo aceptaran de inmediato. Antes de decirlo, formé una red de apoyo sólida en mi comunidad espiritual y en una institución de apoyo llamada “LikeME Lighthouse”, que respalda, educa y promueve el bienestar de las personas LGBTT bajo la luz del día. No tod@s nos sentimos segur@s develando nuestra identidad en la barra. Gracias a instituciones como ésta, a la apertura de mi comunidad espiritual, a mis amistades de mente y corazón abiertos, mi proceso fue un hermoso renacimiento, guiado por mi divinidad. Ocurrió al mismo tiempo en que floreció el jardín de rosas en Unity Village, y caminé por el campus sintiendo que yo era una flor más, dejándome acariciar por el sol, con el corazón abierto a amar. Por primera vez, ya pasados mis 30 años, tuvo sentido en mi interior presentar mi pareja a mis parientes, casarme y tener una familia. No lo entendí con mi mente, pero en mi alma y en mi relación con Dios, esto encajó perfectamente. Mi crecimiento emocional fue exponencial.

El matrimonio entre personas del mismo sexo es parte de nuestro derecho a estar integrados en la sociedad, no sólo legalmente, sino psicológica y emocionalmente. Yo soy igual que los demás, y como Rosa Parks, me rehuso a sentarme en la parte de atrás de la guagua. Yo soy igual que las personas que formalizan una relación ante Dios y ante un juez, comparten un plan médico y tienen derechos de herencia.

Hablar con mi familia fue difícil. Gracias a mi red de apoyo pude, en mi interior, darles la libertad de aceptar mi nueva vida o no. Si la respuesta era que no, había más que suficiente amor en mi corazón –que provenía de Dios y de mi red de apoyo– para quererlos de todas maneras. La respuesta de mis parientes fue positiva, aunque difícil para algunos al principio. Recalqué que esto no fue culpa de nadie. Yo fui estudiante de honor y soy buena trabajadora. Estuve entre las primeras 100 notas del College Board, obtuve una beca por excelencia académica en la universidad, mi nombre apareció en el Dean’s List, y fui premiada en mi carrera. “Esto lo sé desde pequeña”, les expliqué. “Dios me hizo lesbiana, y me hizo con amor”, repetí.

“Lesbiana” dejó de ser una mala palabra en mi psiquis y pasó a ser una bandera de liberación. El movimiento por los derechos LGBTT es, en realidad, un regalo de autenticidad para todos. Todos hemos cubierto nuestra infelicidad con dolor. Hay verdades que nos emanciparían si tuviéramos la valentía de pronunciarlas, sabiendo que nos harán miserables al principio, pero luego nos liberarán: “quisiera otro trabajo”, “quiero dejar esta relación”, “realmente no quiero terminar esta carrera”.

Me tardé dos años en escribirlo aquí, y lo hago porque esta historia de tanta sanación no es solamente mía: es del momento histórico. No quiero mirar atrás en mi vida y sentir que no hice lo suficiente, que no escribí lo que me tocaba para ayudar a otros a sanar. Sueño con el día en que salir del clóset ya no sea un titular de escándalo, si no una celebración de autenticidad y liberación.

El final de mi historia es que mi relación no continuó porque nuestros caminos espirituales eran distintos, pero hubo pasos de gran avance para que conociera a mi familia. Mis seres queridos me aconsejaron que escoja una compañera “que sea humilde, y que sepa apreciar y proteger tu sensibilidad”. Al integrar a mis parientes, y al ellos aceptar a una pareja mujer, tendrán la oportunidad de conocer y escudriñar a quien venga. Habrá menos posibilidad de estar expuesta a una relación incompatible o incluso abusiva, lo cual puede ocurrir si viviese a escondidas.

“Y si vas a escribir una crónica sobre tu proceso”, me dijeron, “escríbela bonita, para que los hijos puedan ser honestos con sus padres. Y para que los padres no rechacen a sus hijos”.

La autora es un ser libre.

1024px-Rainbow_flag_and_blue_skies
Ludovic Bertron from New York City, Usa [CC BY 2.0 (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0)%5D

23 Comments

  1. Su articulo de hoy toco mi corazon de tal manera que doy gracias A Dios porque tuve mente abierta y un corazon lleno de amor para aceptar a mi
    Hija que se abrio donde mi acerca de su preferencia sexual hacia las mujeres hace apenas 1 año. No ha sido facil pero no imposible y hoy la veo y la siento feliz y eso es lo que importa.
    Feliz dia y hermosa vida para usted.

  2. Ahora te admiro y respeto más. Dios nos ama a todos por igual, sin distinción. Dios es AMOR.

  3. Mi abrazo solidario y te envío mi amor y respeto. Aunque no soy ni remotamente lesbiana, sino una típica heterosexual, si soy libre y quiero que mi hija crezca siendo libre, en un mundo donde se respetan a todos por igual. Gente como tú Yaisha (Shamadi) son seres de luz que vienen a iluminar y a abrir caminos. Ojalá mi hija crezca en una generación de personas libres. Al leer esto me da la esperanza de que hay personas que preparan ese camino y eso, me hace sentir feliz.

  4. Waow que bella historia. Gracias por compartir tu historia, porque a muchas personas les ha pasado lo mismo. La batalla para aceptarlo es difícil, pero el saber que no estas viviendo una doble vida y no ser hipócritaa con lo que sentimos es un paso que da mucha paz. Así como tu, mis amigos me aceptaron y mis padres poco a poco se están acostumbrando a la idea. Eres una mujer muy valiente y con mucha Fortaleza. Que Dios te siga llenando de bendiciones!!

    1. Gracias por tus hermosas palabras. Vivo libre y feliz desde que me acepté. Ahora que el mundo entero lo sabe, me siento más libre para vivir y respirar en paz. Dios te bendiga a ti también! Samadhi Y.

  5. Un relato hermoso…lee el salmo 138. El Senor nos conoce y nos sondea desde q nos concibio. Nacimos siendo quienes somos. Ya te aceptaste – que es lo mas importante. Las demas personas tienen q trabajar consigo mismas sus prejuicios. Ora. Ora. Ora sin cesar…el Senor te cuida y proteje como a la nina de sus ojos. Benduciones. ++Jose Israel

    1. Sí, Dios me cuida siempre y agradezco el talento que me ha dado para narrar las cosas que he vivido. Ya no me preocupan los prejuicios ajenos, me preocupan los que viven en mi cabeza. Mi práctica me ayuda a generar paz para mí y con el tiempo, transmitirla a otros. Bendiciones y paz, Samadhi Y.

  6. De verdad que cuando comence a leer tu historia, me atrapo, fue como leer la mia propia. Gracias por compartirla con todos nosotros. Espero algun dia tener la dicha de conocerte. Dios te bendiga. 🙂

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s