por Samadhi Yaisha / crónica publicada el domingo 22 de junio de 2014 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”
La isla de Culebra. Foto por Samadhi Yaisha, 2014
Durmió en mi barriga durante nueve años. Se atrincheró en mis intestinos, temerosa de asomarse. Con tantas guerras emocionales, se hundió entre capas y capas de infelicidad, segura de que no merecía brillar. Fue así que extravié mi carcajada.
Hace nueve años, yo había encontrado un concepto sencillo de felicidad. Como no sabía la gema que la Vida me había regalado, la arrojé balcón abajo con todo y la envoltura. Mi vida era simple: me alimentaba bien, hacía ejercicio, trabajaba lo suficiente, tenía buenas amistades y vivía cerca de mi trabajo para que no me ahorcara el tapón. Varias decisiones de vida y algunos eventos externos disolvieron lo que pudo haber sido un camino de luz desde mi juventud adulta.
La depresión que atravesé después de esa etapa no sólo fue coraje inexpresado e invertido hacia mí misma. Mi alegría también se hundió en esa maraña y hasta confundió su identidad. Tan hondo en mí se encapsuló, que ya no supe cómo reírme. Cuando una situación social requería de una respuesta alegre, me sorprendía a mí misma imitando la carcajada de alguién más, tras lo cual, la tristeza regresaba con arrepentimiento por mi deshonestidad.
Un concepto de felicidad
Aprendí en mi jornada de recuperación que la felicidad es un concepto en mi cabeza. Es una perspectiva de vida muy diferente a un anuncio bonito pulido en photoshop. Gran parte de la tristeza que cargaba ocurría porque los requisitos sociales para alcanzar la felicidad no eran compatibles con el concepto de sencillez que me había dado un profundo sentido de satisfacción interior.
Y cuando me lancé a buscar felicidad en la bonanza material, se estrelló contra la realidad. Estuve segura de hallarla en la adrenalina que producía el trabajo que tenía, así que trabajaba de más, pero ello me trajo mucha enfermedad. En Japón hay empleados que trabajan hasta morir súbitamente, impulsados por el propósito de echar hacia adelante su empresa y la economía del país, devastada tras la Segunda Guerra Mundial. La muerte repentina por trabajo excesivo tiene el nombre japonés de “karoshi”. La primera vez que supe de este concepto fue viendo el documental “Happy”, del director Roko Belic.
No hay que llegar a Japón para ver este fenónemo. Hay personas en Puerto Rico y Estados Unidos que mueren aún jóvenes por episodios cardiacos causados por el estrés de vida: no poder despegarse de la computadora, el televisor, el teléfono inteligente u otras múltiples actividades que nos enganchan a nuestra propia adrenalina. La adicción a las emociones fuertes tampoco es una fuente de felicidad y, como cualquier otra droga, deja una estela de drama, sufrimiento y desconexión de las personas que nos aman. Todo eso para alcanzar un concepto de felicidad que es absolutamente falso. Según el documental de Belic, las personas más satisfechas con la vida tienen lo suficiente para vivir, ni de más, ni de menos. Tienen relaciones saludables de apoyo mutuo: pertenecen a su comunidad y pueden confiar en ella.
Una memoria poderosa
La isla de Culebra. Foto por Samadhi Yaisha, 2014
En el año 2005, antes del declive de mi salud, celebré un maravilloso cumpleaños en Culebra conmigo misma. Para festejar mi balance de salud y de trabajo, volé a Playa Flamenco y nadé a olas abiertas. Ver las criaturas marinas y mi conexión con la naturaleza fue una celebración de vida. Me acompañaron diminutos peces y audaces pelícanos. Corrí en la arena y buceé en un reino de arrecifes. Aquellas vacaciones fueron la cúspide de mi vida. Aún hoy hundo mi rostro entre mis dedos al preguntarme por qué dejé tanta calidad de vida para perseguir algo que no me hacía feliz. Y lo mucho que sufrí cuando intenté volver a un estado de salud y no pude hacerlo sola.
Cada vez que aterrizo en Puerto Rico, mi musa viajera me hinca los pies para que llegue a Culebra. El itinerario apretado no lo había permitido hasta que, en mi viaje más reciente, también para mi cumpleaños, mi intuición retumbó como un alborotoso ritual de tambores: ¡Vuelve a Culebra, pero es ya!
Enfrenté la verdad de lo que mi voz interior gritaba, atrasé un compromiso importante y me escapé varias horas en avión. Fue un viaje breve de recuerdos imprevistos: la travesía en avión sí era familiar, así como esperar la guagua en el diminuto aeropuerto, y la carretera rural hacia Playa Flamenco. Lo que no anticipé jamás fue que, tras pasar el letrero azul en la entrada, y sentir con mis pies la arena tibia, una corriente sutil me despertó la memoria. Recordé, desde las plantas de mis pies, hasta el pelo más agudo en mi cabeza, quién yo era. Durante aquel cumpleaños en 2005, aún con las herramientas espirituales rudimentarias que tenía meditando por mi cuenta, supe que yo era el agua, la arena, el sol y la brisa. Ahora me acercaba al mar con la emoción de una niña, asombrada por el agua cristalina como en ninguna parte del mundo. La danza marina me abrazó, y el recuerdo de quién yo era me salió desde el ombligo al cielo como una carcajada-ola que galopaba al infinito. Descubrí que mi carcajada no era como la de nadie más. Era la reverberación gloriosa que Dios sembró en mí desde el origen, y su melodía era única e irrepetible en cada risotada. Era una fiesta interna, un concierto de alegrías atrapadas bajo presión en mis intestinos, que ahora se catapultaban en un arco de agua, tan fuerte como el estornudo de una ballena. Yo escuché mi carcajada a través de todo el Universo, y la razón más radiante para reírme fue que entendí –y quizás por fin entendí, tras ver en secuencia mi felicidad anterior disuelta en múltiples desasosiegos– de qué se trata iluminarse.
La isla de Culebra. Foto por Samadhi Yaisha, 2014.
El amor no es sólo romance, igual que la iluminación no es sólo éxtasis. Zambulléndome en esa playa con forma de embudo-vientre, supe que la iluminación no es sólo el orgasmo cósmico, sino el instante en el que comienza la expansión: el huevo en el nido que quiebra, la fuente que rompe y comienza un parto, la semilla que parte y da paso al tallo, y la crisálida que rasga antes del vuelo anhelado. El capullo que abre, el géiser que impulsa, y la verdad que quebranta. El momento en el que nos dijeron que no nos amaban: quiero el divorcio, la carta de despido, la solicitud denegada. Ese instante que maldijimos, ese segundo en el que el mundo se volcó sobre sí mismo y lo que se nos vino encima fue imparable, inevitable, como es imposible detener la ola que va a romper en la roca. El momento terrible en el que la verdad nos hizo libres, pero antes de entregarnos el certificado de libertad, nos desgarró el alma. La muerte y la vida, la oscuridad y la luz, comparten la frontera común del éxtasis. Por eso es imposible no estar iluminadas.
Entendí que la felicidad incluye desarrollar la capacidad de crecer ante la adversidad y de sacarle el jugo de aprendizaje a las experiencias amargas: ahí está el elixir de la iluminación. Regresé a la arena y la agarré con un puño. Los grumos suaves representaban el ritual de lo que ya no necesitaba. Lancé mi puñado de arena al agua prístina, y la observé disolverse: todo vuelve a la nada.
Nueve años para cerrar un ciclo con el poder de una memoria. La fuerza de un recuerdo en el que me amé a mí misma por encima de todas las cosas, por la divinidad que vive en mí y que sabe que merezco amor incondicional e integridad. La memoria de una iluminación que me devolvió la Verdad sobre mí misma.
Y allí en la playa, fui de nuevo una sirena que, acabando de descubrir la alegría de la vida en su cola de lentejuelas, ahora sabía desvanecerse feliz entre granos de arena dorada, brisa marina y gotas saladas.
Entrada a Playa Flamenco en Culebra. Foto por Samadhi Yaisha, 2014
(English below)
Periodista, columnista y practicante e instructora de mindfulness. Tiene nueve años de experiencia en la cobertura de noticias generales (1999-2008) y diez años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2018). Como periodista de temas generales, fue reportera de WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), redactora para la Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y reportera para The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007).
Desde el 2010, ha sido la autora de la columna “90 días”, que se publica en el periódico El Nuevo Día, la cual narra la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida.
En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Harvey, editora anterior de la revista. Aún escribe para ese medio. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
Yaisha ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg. Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y realizó tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en retiros de mindfulness con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (actual director de Insight Santa Cruz, 2016, 2018). Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) y el Centro de Zen Soto de Cupey (2018). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016).
Actualmente, realiza una certificación en mindfulness a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach, la cual será otorgada en el 2019 por el Awareness Training Institute y el Greater Good Science Center en California.
Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria, la Sede Central de Unity, en Missouri; Al‑Anon Family Groups, en Virginia; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico; Newsela Inc., en Estados Unidos, y el Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico.
Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Es dueña del sitio web www.mindfulwritings.com ❦
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❦ Journalist, columnist, and mindfulness meditation practitioner and instructor. Yaisha has nine years of experience in hard-news coverage (1999-2008) and ten years of experience specifically in holistic health topics (2008-2018). As a hard-news journalist, she was a reporter for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), a writer for EFE International Spanish News Agency (2003-2005) and a reporter for The Associated Press (2005-2008). She earned awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008) and Laura Rivera Meléndez Foundation (2007).
Since 2010, she has been the author of the column “90 días”, published by the Puerto Rican mainstream journal El Nuevo Día, in which she narrates the daring journey of a spiritual seeker to find deep and definite healing and meaning.
In 2012 she began writing for the Daily Word / La Palabra Diaria magazine, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Harvey, former editor of the magazine. She still writes for Daily Word. She has also published articles on Vibra Bien Magazine and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters at Unity Village, Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word/La Palabra Diaria.
A native Puerto Rican, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, Unity School of Practical Christianity and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Mahayana (Zen) and Tibetan traditions.
Yaisha has studied several styles of yoga since 2004 in Puerto Rico, India, and the U.S. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two Iyengar Yoga teachers. In the U.S., she studied with Judith Lasater (2011), who brought the restorative yoga system to America; with Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; with Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar Yoga system, and with Mary Obendorfer (2011) senior teacher of the Iyengar Yoga system and co-director of the B.K.S. Yoga Centers of San Diego. She also taught restorative yoga in Puerto Rico for two years (2008-2010), and had students when she lived in India (2010) and Missouri (2011).
She began studying mindfulness in 2011 with Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned Buddhist psychologist Jack Kornfield. Kornfield is of the key figures in bringing mindfulness and the Buddhist Theravada tradition (Vipassana) to the West. Among Yaisha’s mindfulness teachers are Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneer researcher of self-compassion), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein, and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived close to Deer Park Monastery in Escondido, California, founded by Thich Nhat Hanh in the tradition of Plum Village, where she practiced every week and did three mindfulness retreats. Also, since 2011 she as attended mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (current director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018). She has belonged to the meditation sanghas of Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; and also, to Insight SD (2015-2016) in San Diego, California, Four-Fold Sangha in Deer Park Monastery in Escondido, California (2015-2016), the Puerto Rico Zen Center (2015-2018) and the Puerto Rizo Soto Zen Center of Cupey (2018). She studied with inter-spiritual teacher and writer Mirabai Starr in 2015 and took mindful writing courses with Amy Spies in Insight LA in Los Angeles, California (2016).
She is currently a student in the first class of the Mindfulness Meditation Teacher Certification Program, of which the main teachers are Buddhist psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. She will be certified in 2019 by the Awareness Training Institute and the Greater Good Science Center in California.
She is a skilled radio host, public speaker, writer, editor, translator, and proofreader in both English and Spanish. She has translated, edited, and proofread translations for booklets and books for Daily Word / La Palabra Diaria, Unity World Headquarters in Missouri, Al‑Anon Family Groups, in Virginia; the headquarters for the Centers for Spiritual Living, the philosophy of The Science of Mind by Ernest Holmes, in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico; Newsela Inc., in the U.S. and the Center for Investigative Journalism in Puerto Rico.
She writes, edits, and translates in both languages about the topics mentioned above. Yaisha is the owner of the website www.mindfulwritings.com ❦
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