Por Samadhi Yaisha / crónica publicada el domingo 1 de junio de 2014 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”.
Abrí sigilosa la puerta del templo; los rayos mañaneros, valerosos, atravesaban los vitrales de colores regios y bautizaban los cabellos de la pequeña congregación de meditadores. Las estampas apostólicas vigilaban a los practicantes budistasque respiraban sumergidos en una quietud sólida. Fue tan preciado percibir con mis sentidos meditativos que todos los quecomponían el “sangha” parecían estar protegidos por una burbuja de conciencia. Me quité las sandalias y posé los pies sobre la alfombra suave, convirtiendo mi entrada tardía en una caminata meditativa hacia mis compañeros de jornada.
Aun mi cautela irrumpía el silencio extático. Me senté en la esquina más oportuna –bajo la mirada de los vitrales de Mateo, Marcos, Lucas y Juan– mientras me prometía, con más vehemencia que nunca, que jamás volvería a llegar tarde a un retiro en silencio.
Ha sido mi promesa innumerable, pero aquella mañana sí la creí. De camino al retiro budista, llevado a cabo en un templo cristiano, me di cuenta del mensaje que proyectaba mi comportamiento tardío: que no le daba valía al esfuerzo de los demás para llegar temprano, que yo era más importante y podía llegar a la hora que me diera la gana, o que yo era menos importante y no merecía comenzar el ritual con los demás. Mi patrón de tardanzas comenzó en la escuela elemental. Era menos doloroso llegar justo con la campana que sentir que me quedaba fuera de los juegos o conversaciones en los que participaban los demás y los cuales yo observaba desde la distancia porque no sabía como incluirme. Con el tiempo, hacer las cosas a última hora se convirtió en una adicción. Terminaba mis trabajo la noche anterior, o me regodeaba antes de correr a algún lugar, con el fin de sentir una estampida de adrenalina. Con el tiempo, esta conducta tomó visos de peligro en la carretera. Forzarme a culminar un ciclo de cierre a última hora se convirtió en un acto de violencia hacia mi cuerpo: exceso de cafeína, falta de sueño, mal humor hacia mí y los demás, desconexión de mis seres queridos, amigos y mascotas. Mis tardanzas ocultaban muchos miedos. Aquella mañana decidí que ya no me quería sentir separada de los demás, ni sufrir; quería llegar a tiempo, sólo que lo había intentado tantas veces sin éxito. Suspiré.
Tras el receso de la mañana, me senté con los demás meditadores. El instructor, un maestro vietnamés llamado Chan Huy, me miró y me pidió que me sentara al lado suyo, dos escalones por encima del resto del grupo.
–No me quiero sentir separada ni más importante que los demás– le respondí. –Quiero estar con el resto de la gente,– le pedí.
Chan Huy
Me dio la opción de volver a mi cojín, pero también me hizo saber con mucha gentileza, que la idea no era aislarme del resto, ni tampoco fomentar un sentido de importancia. No me dijo más nada, pero yo escuché entre medio de sus palabras y percibí en su mirada que había una lección importante para mí. Así que aguanté el calor del almohadón “privilegiado”.
Meditar en un grupo que tiene la intención firme de progresar en su práctica espiritual es una experiencia poderosa. Tras meditar por mi cuenta, he percibido el apoyo mutuo entre meditadores como quien siente la diferencia entre rodar sobre una patineta o abordar una nave espacial. Aquel grupo expresaba mucha ternura y comprensión, y eso me ayudó a crear una atmósfera similar en mi interior. Tras meditar, caminar y almorzar en meditación, teníamos el corazón suficientemente remojado en gentileza y listo para abrirse a aprender.
–No es posible estar separados unos de otros—dijo Chan Huy, maestro del “dharma” según la tradición de Thich Nhat Hanh. –Cuando miramos profundamente en nuestro sufrimiento y en nuestra alegría, cuando tocamos esa parte honda de nosotros mismos, tocamos también el dolor y la felicidad de los demás.—
Igual que me pasó una vez con un lama, este maestro zen me eseñaba cosas de mí misma desde mi interior. Mientras él hilaba sus palabras como las notas delicadas de un poema místico, “vi” dentro de mí que se abría un portal oscuro. Giré mi cabeza a mi derecha, porque desde esa dirección en mi interior surgía una multitud de lamentos. No vi rostros, pero percibí los gritos de muchísima gente. Su dolor era mi dolor; ya no estaba aislada de nadie. Me sentí unida en espíritu a todos los demás, y me enjugué algunas gotas de sal, no sólo por el sufrimiento ajeno, sino por la lección tan hermosa y grande queeste maestro trajo a mi vida. Entonces “miré” a mi izquierda en mi interior, y allí encontré palabras. “Mis escritos”, comprendí, “¡mis palabras!”
Abrí los ojos. En el tiempo real, a mi derecha estaban sentados mis compañeros meditadores. A mi izquierda, y tras una cortina, un verso bíblico: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.”
Palabras de aliento. Palabras de esperanza, sanación y Verdad. La divinidad en mí me había halado fuera del sufrimiento, pero eso fue difícil de ver al principio. Los vocablos inspiradores de otros, los morfemas que otras manos habían impreso para la posteridad nutrieron mi corazón y me dieron esperanza día a día. Y ahora estaba yo en esa línea de sanadores.
Los eventos que viví la semana anterior a ese momento adquirieron sentido. Tras dudar sobre la continuidad de mi trabajo, medité en una capilla y pregunté si mi próximo paso era irme o quedarme donde estaba. Sentí que algo me asió por los talones y me atrajo hacia sí como si necesitara de mí. Hubo una pregunta sin palabras desde el Infinito, y sin saber exactamente lo que me estaban cuestionando, dije que sí. Dos días después tuve un momento de éxtasis frente a mi teclado y sentí la plenitud de mi trabajo de escritura como una danza cósmica. No sabía yo que tres días después, la Vida me llamaría a subir un escalón. Era un peldaño alto, y me sentí asustada, pero a la misma vez algo confió en que si me estaban pidiendo que sirviera con mis palabras, me darían las herramientas para hacerlo. De repente saborée una agridulce esclativud.
Supe por qué la Vida me preguntó primero, y luego me afincó hacia sí misma. Por que no estuve totalmente consciente de las veces en las que utilicé el poder de mis palabras para herir a otros, para llenar sus ojos y oídos de dolor, coraje y vergüenza, ahora me tocaba aprender a utilizarlas para sanar.
Ceremonia de los cinco entrenamientos de plena consciencia según la tradición de Thich Nhat Hanh. Foto por Samadhi Yaisha, mayo de 2014.
De este maestro recibí un nombre nuevo y también cinco entrenamientos. El cuarto de ellos se refería al poder de laspalabras: “hablar amorosamente y escuchar profundamente”. “Consciente del sufrimiento causado por la palabra irreflexiva y por la falta de habilidad para escuchar a los demás, me comprometo a cultivar un habla amorosa y una escucha compasiva que alivien el sufrimiento y promuevan la reconciliación y la paz en mí misma y en otras personas.”
Y decidí escribir aquí mi primer ejercicio. Para todos aquellos ojos y oídos que alguna vez se sintieron heridos por mis palabras en el pasado, les regalo palabras nuevas: “Lo siento”, “Perdóname”, “Te amo”, “Gracias”. Y las envío con esperanza de paz y sanación.
Lista para dejar ir mi nombre espiritual, pedí un nombre nuevo para este camino espiritual que se abrió ante mí. Al final de una hermosa ceremonia, recibí un certificado: “Consciencia Plena de la Fuente del Samadhi”. Con sencillez y ternura, este maestro me enseñó que yo era igual que los demás, parte de una red de conciencia que incluye a toda la humanidad. Me dio la bienvenida y me enseñó un nuevo hogar en mí misma, construido con palabras gentiles. Mi búsqueda incansable, a veces obsesiva, finalmente había terminado.
(English below)
Periodista, columnista y practicante e instructora de mindfulness. Tiene nueve años de experiencia en la cobertura de noticias generales (1999-2008) y diez años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2018). Como periodista de temas generales, fue reportera de WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), redactora para la Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y reportera para The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007).
Desde el 2010, ha sido la autora de la columna “90 días”, que se publica en el periódico El Nuevo Día, la cual narra la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida.
En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Harvey, editora anterior de la revista. Aún escribe para ese medio. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
Yaisha ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg. Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y realizó tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en retiros de mindfulness con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (actual director de Insight Santa Cruz, 2016, 2018). Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) y el Centro de Zen Soto de Cupey (2018). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016).
Actualmente, realiza una certificación en mindfulness a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach, la cual será otorgada en el 2019 por el Awareness Training Institute y el Greater Good Science Center en California.
Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria, la Sede Central de Unity, en Missouri; Al‑Anon Family Groups, en Virginia; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico; Newsela Inc., en Estados Unidos, y el Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico.
Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Es dueña del sitio web www.mindfulwritings.com ❦
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❦ Journalist, columnist, and mindfulness meditation practitioner and instructor. Yaisha has nine years of experience in hard-news coverage (1999-2008) and ten years of experience specifically in holistic health topics (2008-2018). As a hard-news journalist, she was a reporter for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), a writer for EFE International Spanish News Agency (2003-2005) and a reporter for The Associated Press (2005-2008). She earned awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008) and Laura Rivera Meléndez Foundation (2007).
Since 2010, she has been the author of the column “90 días”, published by the Puerto Rican mainstream journal El Nuevo Día, in which she narrates the daring journey of a spiritual seeker to find deep and definite healing and meaning.
In 2012 she began writing for the Daily Word / La Palabra Diaria magazine, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Harvey, former editor of the magazine. She still writes for Daily Word. She has also published articles on Vibra Bien Magazine and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters at Unity Village, Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word/La Palabra Diaria.
A native Puerto Rican, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, Unity School of Practical Christianity and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Mahayana (Zen) and Tibetan traditions.
Yaisha has studied several styles of yoga since 2004 in Puerto Rico, India, and the U.S. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two Iyengar Yoga teachers. In the U.S., she studied with Judith Lasater (2011), who brought the restorative yoga system to America; with Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; with Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar Yoga system, and with Mary Obendorfer (2011) senior teacher of the Iyengar Yoga system and co-director of the B.K.S. Yoga Centers of San Diego. She also taught restorative yoga in Puerto Rico for two years (2008-2010), and had students when she lived in India (2010) and Missouri (2011).
She began studying mindfulness in 2011 with Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned Buddhist psychologist Jack Kornfield. Kornfield is of the key figures in bringing mindfulness and the Buddhist Theravada tradition (Vipassana) to the West. Among Yaisha’s mindfulness teachers are Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneer researcher of self-compassion), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein, and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived close to Deer Park Monastery in Escondido, California, founded by Thich Nhat Hanh in the tradition of Plum Village, where she practiced every week and did three mindfulness retreats. Also, since 2011 she as attended mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (current director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018). She has belonged to the meditation sanghas of Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; and also, to Insight SD (2015-2016) in San Diego, California, Four-Fold Sangha in Deer Park Monastery in Escondido, California (2015-2016), the Puerto Rico Zen Center (2015-2018) and the Puerto Rizo Soto Zen Center of Cupey (2018). She studied with inter-spiritual teacher and writer Mirabai Starr in 2015 and took mindful writing courses with Amy Spies in Insight LA in Los Angeles, California (2016).
She is currently a student in the first class of the Mindfulness Meditation Teacher Certification Program, of which the main teachers are Buddhist psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. She will be certified in 2019 by the Awareness Training Institute and the Greater Good Science Center in California.
She is a skilled radio host, public speaker, writer, editor, translator, and proofreader in both English and Spanish. She has translated, edited, and proofread translations for booklets and books for Daily Word / La Palabra Diaria, Unity World Headquarters in Missouri, Al‑Anon Family Groups, in Virginia; the headquarters for the Centers for Spiritual Living, the philosophy of The Science of Mind by Ernest Holmes, in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico; Newsela Inc., in the U.S. and the Center for Investigative Journalism in Puerto Rico.
She writes, edits, and translates in both languages about the topics mentioned above. Yaisha is the owner of the website www.mindfulwritings.com ❦
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