UNA CARTA DE ALIENTO A LAS MUJERES

Por Yaisha Vargas Pérez

Pensar en todas las consecuencias del triunfo electoral de Donald Trump puede ser abrumador. Han sido muchas las mujeres que nos hemos levantado el siguiente miércoles para sentir que la derrota de Kamala Harris ha sido también un golpe a nuestras aspiraciones de un mundo en el que no dominen la misoginia, el racismo y la impunidad.

Tal vez sea difícil encontrar palabras los primeros días que no suenen como una grabación trillada de un llamado a la resiliencia que ya estamos cansadas de escuchar mientras continúan las injusticias.

Pero a la misma vez, celebro la honestidad de las mujeres que no han escondido su dolor en este momento. Abrazo sus lutos y acojo su humanidad franca. Esa sinceridad es sumamente importante para manejar las primeras emociones que afloran: reconocer el impacto de la noticia es el comienzo del duelo. Desde esa honestidad, se puede abrir un espacio de compasión interior donde el luto se puede procesar. Es igual que abrir los brazos inmensos para consolar a otra mujer que sufre igual, pero hacerlo hacia adentro, con nosotras mismas, y permitir que el espacio donde el duelo transcurre sea mucho más grande que el dolor. Contraernos, cerrar el corazón, solo nos traerá más dolor.

Ofrezco la siguiente analogía: imagina la diferencia entre un vaso de agua y un gran lago de agua dulce. Si echas una cucharada de sal en un vaso de agua, cuando pruebas esa agua, probablemente estará muy salada, y la experiencia será muy desagradable. Pero si echas una cucharada de sal en un gran lago de agua dulce, el espacio es tan vasto que la experiencia salada tiene mucho menos impacto.

Creo que cultivar un corazón así, con una compasión valiente y profunda —que conduce al equilibrio mental y emocional— ha sido el secreto de grandes luchadoras que han soportado lo imposible y salido adelante, en medio de escenarios en los que sus causas eran poco probables. Aunque haya cansancio en este momento, que no nos cansemos de escuchar las historias de esas mujeres, que no le cerremos la ventana al sol de mañana, que no apaguemos todo y dejemos fuera a las amigas y hermanas que necesitan nuestro abrazo, y nosotras el suyo.

Si una amiga te contara su duelo por el resultado electoral, ¿no le darías un enorme abrazo de solidaridad? Acógete así a ti misma. En ti vive tu amiga más cercana. La vas a necesitar, y la vamos a necesitar.

“Estoy cansada de ser fuerte”, me dijo una mujer hace poco, y lloró en mi hombro. La abracé con todo su dolor y la rodeé con mi serenidad, sin añadirle dramas, sin darle un discurso falso de resiliencia. Después de un rato, la lluvia emocional pasó, porque me había quedado calmada y había permitido que su llanto honesto simplemente fluyera. Ver que alguien se desmorona emocionalmente y poder rodearla de un espacio de amor equilibrado y sin juicios es un gran regalo, porque la otra persona podrá hacer lo mismo para sí.

Seamos ese espacio de un corazón profundo, sin juicios, que espera que pase el aguacero, que no le tiene miedo al descanso.

Las pausas son necesarias para respirar y agrandar el alma. ❤

Yaisha Vargas-Pérez es maestra de mindfulness certificada por el Greater Good Science Center adscrito a UC Berkeley (2019); tiene la certificación profesional de la International Mindfulness Teacher’s Association (IMTA); es mentora de mindfulness certificada por Jack Kornfield y Tara Brach a través de la plataforma Cloud Sangha/Banyon (2022), y certificada en capellanía ecológica por el Sati Center for Buddhist Studies en California (2024).

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