Por Yaisha Vargas/crónica publicada el domingo 24 de enero de 2016 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”

Recuerdo con claridad el día en que, hace 11 años, me senté en mi balcón en Santurce tras superar una breve crisis curativa, a admirar la Vida y sentir la liviandad de mi cuerpo. Mis tripas me agradecían el que yo hubiese escuchado que el estilo de vida de comida chatarra y estrés extremo las estaba enfermando. Presté atención a mi cuerpo y descubrí sorprendida que ya no quería comer animales. Percibí que toda la naturaleza me agradecía que hubiese despertado a su conexión y su armonía. Yo era parte de un Gran Todo que danzaba a mi alrededor, en mí y conmigo. Fue un despertar muy hermoso. Mis sentidos humanos se agudizaron y era capaz de ver, escuchar y saborear cosas de las cuales antes no estaba consciente. Nadie me invitó a ser vegetariana ni a tener este despertar, tal parecía que había ocurrido por sí mismo. Tampoco había conocido a nadie que hubiese tenido una experiencia similar. No quise contarlo por temor a las burlas, las dudas y los prejuicios. Unos meses después, comenzó un periodo que denomino como “de regresión”. La creencia de que mi vida en ese contexto era demasiado simple para ser plena me llevó a sobrecargarme de estrés, trabajo y estudios en búsqueda de la felicidad material según lo que dicta la sociedad, y ello me llevó al trabajoholismo, la depresión crónica, la ansiedad extrema y la adicción. Además de perderme a mí misma y mi conexión con el Todo, perdí relaciones importantes y mi camino en la Vida. La muerte súbita de una amiga comenzó a despertar todo mi dolor.
Esta crisis mayor me llevó a una búsqueda más profunda geográfica e interiormente. Así aprendí sobre diversas prácticas de yoga, las meditaciones dinámicas y silentes de Osho, el hinduísmo, el sufismo, la metafísica, el budismo de varias escuelas, el cristianismo práctico y el Nuevo Pensamiento. Hace unos meses, cuando culminaba mi estancia en Unity Village, Missouri, pensé que a lo mejor encontraría un hogar más permanente en el budismo zen del maestro vietnamés Thich Nhat Hanh. Así que me dirigí a California; al menos allí me guiaba mi corazón. Pero pocas semanas antes de partir, mi maestro de meditación me animó a conocer a una maestra interespiritual que visitaría la villa para un evento especial. ¿Interespiritual? ¿Qué es eso? Había escuchado el término “sincretismo” y también la palabra “interfé”. En el primero, las personas mezclan creencias y rituales de diferentes escuelas de pensamiento. En la segunda, las personas laicas o ministros entablan un diálogo para entender mejor a otra religión, e incluso establecen iniciativas comunes.
Interespiritualidad y el Nuevo Monasticismo
Pero la interespiritualidad es un paso más allá, revolucionaria en su concepto y práctica, y está relacionada con la idea del Nuevo Monasticismo o los nuevos contempladores. El Nuevo Monasticismo es un movimiento diverso que no se limita a una religión o iglesia específica e incluye varias expresiones de vida contemplativa y comunitaria. Las comunidades basan sus principios en la sabiduría monástica tradicional, pero la adaptan para poder vivir en el mundo. Algunas de estas comunidades se conocen como “comunidades intencionales” y tienen raíces en movimientos espirituales de las décadas de 1970 y 1980. Sin embargo, según lo que han publicado varios de sus líderes como Adam Bucko, Rory McEntee, Wayne Teasdale, Beverly Lanzetta, Raimon Panikkar y Bede Griffiths, esta nueva cepa tiene una estructura específica.
Los nuevos monásticos o nuevos místicos siguen unas reglas particulares: apoyan a las personas que abrazan el celibato laico, tienen un compromiso con una disciplina contemplativa, cuidan la Tierra, apoyan la economía local, practican la entrega a su creencia espiritual, son hospitalarios hacia las personas ajenas a la comunidad y, si no viven en el mismo espacio, viven cerca unos de otros. Algunas de las diferencias entre este tipo de comunidad y una comunidad monástica tradicional es que no necesariamente hacen votos de celibato, pobreza u obediencia; se permiten las parejas monógamas casadas y con hijos, sus miembros no siempre viven todos en el mismo espacio, no existe un hábito para vestir, pueden convivir varias disciplinas contemplativas en un solo lugar, buscan conectarse con lo divino en más de una forma espiritual, puede que pertenezcan o no a una religión específica y no solamente se limitan a las personas laicas. Entre estos buscadores, también hay monásticos tradicionales con votos de obediencia, pobreza y castidad.
De acuerdo con Robert Brumet, maestro de meditación Vipassana o Meditación Introspectiva, las prácticas de un nuevo contemplador pueden ser teístas o no teístas. Teísta significa que reconoce la presencia de un Dios personal o un ser divino. Quiere decir que “lo divino y la relación con lo divino son el contexto para la práctica espiritual”. No teísta, que no es lo mismo que un ateo o agnóstico, significa que el concepto de Dios “no se reconoce directamente o no es relevante directamente. Esto incluye a las prácticas de meditación budista y otras prácticas de Oriente”.
“El filósofo Alan Watts escribió una historia maravillosa”, narró Brumet durante el evento al que asistí antes de partir de Unity Village. “Habló sobre una época en la que estuvo en un monasterio zen en Japón con unos monjes jesuítas y estaban meditando con unos maestros zen. Y ya, cuando terminaba el retiro, uno de los jesuítas le preguntó al maestro zen: … ‘¿Cuál es, según usted, la diferencia principal entre lo que nosotros hacemos en nuestra práctica contemplativa y lo que ustedes hacen en su práctica contemplativa?’ Y el maestro zen le dijo: ‘Bueno, según lo entiendo, ustedes contemplan la presencia de Dios mientras pelan papas. Nosotros solo pelamos papas’. La misma práctica en un contexto un poco diferente”.
Meses después, practicando en el monasterio zen Deer Park en California, vi directamente la práctica de caminar, cocinar y comer en comunidad mantiendo el silencio y la atención plenamente en el momento presente. Y cada una de estas actividades se practica con la intención consciente de despertar.
Algunas prácticas contemplativas
Entre las prácticas contemplativas más universales figuran la meditación, la cual tiene dos categorías generales: la concentración en un objeto, un mantra, la respiración, una vela o un mandala; y la práctica de atención plena, en la cual el objeto de la meditación es simplemente el fluir de la conciencia de momento a momento, nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones, etcétera. Brumet explicó que la práctica de la concentración es como sentarse junto a una piscina quieta y mirar profundamente hacia el fondo de esta, mientras que la práctica de atención plena es como sentarse en la ribera de un río a contemplar el agua pasar y todo lo que trae mientras el observador se mantiene en quietud.
Una forma de meditación en la tradición cristiana es la oración centrante desarrollada por Basil Pennington y popularizada por el padre Thomas Keating. Otras prácticas contemplativas son: la lectura de las escrituras sagradas, escribir en un diario (como el método del diario intensivo del psicólogo Ira Progoff), las artes contemplativas como la música, la poesía, la pintura; el movimiento contemplativo como el Tai-Chi, el Qigong y las caminatas meditativas en un laberinto; el activismo social sagrado, las vigilias, las marchas, y los peregrinajes a lugares santos.
Uno de los líderes jóvenes del activismo social sagrado es Adam Bucko, director espiritual de jóvenes sin hogar en la ciudad de Nueva York y coautor de “Occupy Spirituality: A Radical Vision for a New Generation” y “The New Monasticism: An Interspiritual Manifesto for Contemplative Living”. Su jornada espiritual por ashrams y lugares sagrados en Estados Unidos e India lo llevó a trabajar con los jóvenes que luchan por su vida entre la pobreza, la calle y la prostitución. Estableció una comunidad ecuménica e interespiritual de “nuevos monásticos” que ofrece formación en “espiritualidad radical” y “activismo sagrado”. Su activismo me recuerda al mensaje de equidad social y lucha contra la pobreza y el maltrato al ambiente del Papa Francisco I, quien también se ha reunido con líderes de denominaciones cristianas y no cristianas para promover la coexistencia.
Aprendí que el propósito de la interespiritualidad era la comprensión de que todas las prácticas llevan al Silencio interior, el espacio en el que anhelamos descansar y conectarnos con Aquello que es más grande que nosotros, que Es nosotros y también Es los demás. Entendí que los seres humanos nos relacionamos con lo divino igual que lo hacemos con todo lo demás: en primera, segunda y tercera persona. El escritor Ken Wilber habla sobre estas tres perspectivas. La primera persona es el YO SOY, el testigo que habita en cada ser sentiente. La segunda es el gran Otro, Aquello que es más grande que nosotros y ante lo cual rendimos nuestro ego y ofrecemos nuestra devoción. Y la tercera persona es la Gran Red de la Vida, la Gran Perfección. “Estas tres perspectivas están correctas. Cuando tuve esto claro, estaba fascinado y casi sorprendido de hallar que ninguna tradición de Oriente u Occidente hubiese integrado las perspectivas de la primera, segunda y tercera persona del Espíritu. Se enfocan en una o la otra”.
Entonces estuvo más claro el propósito de mi búsqueda: encontrar un acercamiento integral en mi relación con lo divino. No había una tradición específica que ofreciera esto, pues está en la integración de varias prácticas. Y esa noche mi maestro me presentó a Mirabai Starr, la maestra interespiritual que me ayudaría en la próxima etapa de mi viaje.
Gracias…mil abrazos y besos.
Buenas, les quería pasar un link para que puedan bajar el libro de Pennington La oración centrante. Lo pueden publicar para que muchos puedan acceder a este tesoro que me fue muy difícil de conseguir. Abrazo en Cristo, P.Juani Liébana (sacerdote diocesano de Argentina).
https://recursospastoralescomunidadesrurales.wordpress.com/2017/02/05/basil-pennington-oracion-centrante/
Muchas gracias y bienvenido. Bendiciones y paz.