La pluma mágica

Por Samadhi Yaisha / crónica publicada el domingo 3 de agosto de 2014 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”

No han sido pocas las veces en las que he hurgado entre mis diarios para descubrir que se han manifestado en mi vida cosas que Stipula_fountain_penpedí meses o incluso años atrás. Más que un ejercicio sencillo de hablar con un papel, plasmar mis inquietudes, necesidades y agradecimientos se ha convertido en una conversación con mi divinidad interior en la que puedo ser absolutamente honesta. Y es un diálogo porque, en algún momento de mis trazos cursivos o mis tecleos imperfectos, algo más allá de mi humanidad se filtra a través de la pluma o de la computadora, y de pronto, sé cuál es mi próximo paso.

Este método de conexión interior sirve para descargar preocupaciones y sentirnos más livianos. Además, reduce la presión arterial, y contribuye a nuestro bienestar físico, mental y emocional, según aprendí de Janet Conner, autora y tallerista de escritura intuitiva.

Conocí a Conner a través de un artículo que publicó en marzo de 2010 a través de La Palabra Diaria. Aprendí que una sabe que está hablando con su Ser Divino porque esa Voz se siente como algo más grande que una misma, aunque es también una misma. “La voz del Espíritu está en ti. Reconozco la Voz en mis propias páginas cuando una idea, pregunta o pensamiento nuevos surgen con sólo poner mi lápiz en el papel. Otros escritores del alma observan que su modo de escribir cambia, que sus manos vibran y que sus corazones se tornan cálidos. Todos están de acuerdo en que la Voz es inconfundible porque habla su propio idioma”.

Su técnica de escritura intuitiva libre me ayudó durante una crisis de vida meses después. Comunicarme con mi intuición todo el tiempo a través del lápiz y el papel se volvió tan necesario como respirar. Procesaba todo a través de esa técnica. Podía estar días sin hablar con nadie, pero no podían faltarme la pluma y una superficie para plasmar mis pensamientos.

Durante mi primera Navidad fuera de Puerto Rico, buscando un regalo para mí misma, revisé varios títulos de libros sobre escritura intuitiva y éste me llamó la atención: “Writing Down Your Soul”. De primera intención, no reconocí la autora, aunque sus primeras páginas me atraparon: una mujer narraba que durante su divorcio de un hombre maltratante, la justicia no la protegió, y no tenía a quién recurrir. Sollozando pidió ayuda, y su perro le trajo entre los dientes un libro de escritura intuitiva. Agarró lápiz y papel, pero en vez de redactar tres páginas, escribió treinta, al final de las cuales, comenzó a obtener respuestas a través de la misma pluma con la que escribía. No siguió estructuras, fórmulas o métodos. En medio de su crisis, lo único que funcionó fue el desahogo libre, aunque no se entendiese nada de lo que estuviese descargando. Me regalé el libro porque su forma de escritura intuitiva se parecía a la mía, y meses después me percaté de que se trataba de la misma autora del artículo.

Busqué a Conner por internet y traté de inscribirme en sus talleres varias veces, pero ya fuera por razones de presupuesto o de itinerario, no había sido posible. En mi búsqueda para profundizar sobre la escritura intuitiva, viajé hace un año a Minnesota y tomé un taller sobre el método “Intensive Journal” de Ira Progoff, el cual explora principios de psicología. Su hijo John Progoff ha continuado ofreciendo el método tras la muerte de su padre. A través de la escritura y la exploración interior, podemos acceder recuerdos, sanar relaciones, narrar sueños, y comunicarnos con partes más sutiles de nuestra conciencia.  Además, conozco técnicas del “Center for Journal Therapy” y la escritura consciente de “Writing Our Way Home”.

En mayo pasado, Conner envió un último llamado a un taller que ofrece una vez al año, y debido a una transición laboral que requería prácticamente de todo mi tiempo, no me inscribí. Exhalé y me dije: “Si me toca hacer esto, se abrirá el espacio para mí”. Y lo dejé ir.

Y las cosas llegan cuando ya una no las está esperando. Hace poco más de dos semanas, dos ángeles humanos llegaron a mi oficina para regalarme dos boletos para una charla de Janet Conner. Del asombro, se me esfumaron los párpados. “¡Ni siquiera sabía que estaba en la ciudad!”, respondí. Llegó para facilitar un retiro de tres días sobre su método. De camino a verla, mi Voz interior pareció tejerse un cuerpo y sentarse como pasajera en mi carro: “Vas a recibir una invitación, y vas a decir que sí”. Ya no la cuestiono, de veras. Ella siempre tiene razón.

Durante su charla, Conner mencionó que el alma humana busca cinco cosas, y la quinta de ellas es “pertenecer”. Ese mismo día IMG_20140720_130418por la mañana, la maestra de una de mis clases de metafísica mencionó esa necesidad humana como la más importante, pues implica supervivencia. Lo entendí como una invitación a sanar mi necesidad aguda de pertenencia a través de la escritura sagrada, como Conner la llama ahora, casi 20 años después de su crisis. Sin haberlo planificado en tiempo ni presupuesto, apareció la oportunidad para ir a su retiro. “Bienvenida al diálogo que jamás termina”, me dijo al final de su charla. Conner comienza sus conversaciones divinas con “Q. D.”, abreviatura de “Querido Dios”, y siempre termina con una despedida y con su firma.

Cuando pregunté a mi intuición sobre el tema para mi próxima crónica, me dijo que hablara sobre mi experiencia de escritura intuitiva con Conner y con otros métodos. Puse en mi diario un folleto de Unity en el que Myrtle Fillmore hablaba sobre sus cartas a Dios. Trabajar con su técnica también me ayudó grandemente. El Universo se aseguró de recordármelo porque, horas antes de entregar esta crónica, una ministro entró emocionada a mi oficina y me dijo que había encontrado “por pura casualidad” una copia de un mensaje de La Palabra Diaria con fecha del 12 de noviembre de 1983, el cual cita un pasaje escrito por Fillmore: “A veces le he escrito una carta a Dios cuando he querido estar segura de que algo tuviera consideración, atención y amor divinos…”. Exactamente el mismo pasaje que llevaba yo en mi cartera.

La ministro me recordó el libro “Manual de oración positiva” de Hypatia Hasbrouck, el cual tiene un capítulo titulado “Cartas a Dios”: “A veces el reto que persiste puede no parecerle serio a otra persona, pero sí a la persona que lo está enfrentando… ponlo en las manos de Dios escribiéndole una carta.” Y añade: “Las cartas a Dios pueden ser escritas para el cumplimiento de cualquier necesidad o deseo: vender una casa, encontrar pareja, conseguir trabajo, resolver un dilema”. Al igual que Conner y Fillmore, Hasbrouck comienza sus cartas con “Querido Dios” y termina con su firma.

Durante el retiro con Janet Conner, julio de 2014
Durante el retiro con Janet Conner, julio de 2014

Cada método ha sido importante. He escuchado pros y contras sobre escribir con el bolígrafo o la computadora, y les he preguntado a varios facilitadores. Progoff ha creado un CD para utilizar su método en el ordenador, y Conner indica que si las palabras fluyen en el teclado, hay que dejarlas salir. Mi método es sencillo: olvidarse de las técnicas y dejar salir el diálogo. Derrumbar cualquier estructura que se interponga en ese momento urgente en el que una necesita conectar la pluma o los dedos con alguna superficie deleble o indeleble: el papel, el teclado, la servilleta, el recibo de compras, o el dedo sobre la arena… Mis poemas más atesorados han salido directamente a la pantalla.

Si me llegó el mismo mensaje a través de tantas fuentes, por algo será. Alguien que lee estas líneas necesita rescatarse hoy a través de su diálogo divino. A veces quizás ningún oído humano puede escucharnos o consolarnos; pero oído del Invisible nunca se agota, no se va a dormir, no se va cansar de que le digamos lo mismo. En ese momento podemos, como nos enseñó Conner en el retiro, agarrar la pluma en alto, bendecirla, y comenzar: Querido Ser Divino… Escribe sin tregua y sin pausa, sean tres páginas o 300, relaja tu mano, suaviza tu sien, escucha, y deja que la tinta fluya sobre el papel…

Visita en Facebook el grupo “90 días: Una jornada para sanar”

Foto 1: http://www.wikipedia.org

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