El organillo de manivela

por Samadhi Yaisha / publicada el domingo 28 de abril de 2013 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”

Liberar patrones de pensamientos que ya no funcionan 

La vida se tornó caótica sin pedirme permiso, aparentemente. En aproximadamente un mes y medio, atravesé una tensa temporada de impuestos con cuatro planillas diferentes, a mi vehículo se le dañó la transmisión y lo chocaron dos veces mientras estaba estacionado; me mudé a otra parte de la ciudad, pues la zona en la que vivía se volvía cada vez más peligrosa, y se enfermó uno de mis gatos. No me refugié en comer exceso porque me sostenía algo más allá de mí, pero mis límites con los alimentos comenzaron a volverse borrosos. La tormenta externa sólo significaba que me tocaba sentarme a ver qué ocurría en mi interior, y que se reflejaba en tanta confusión. ¿Por qué seguía emitiendo y recibiendo caos?

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By Mattgirling – Own work, CC BY-SA 3.0, Wikimedia Commons

Las creencias funcionan en la mente como la partitura de un organillo de manivela, incluso cuando no estamos conscientes de ellas. Podemos intentar detener la música o bajarle el volumen, pero hasta que no cambiemos la partitura agujereada, escucharemos y produciremos automáticamente el mismo son. 

“Cada experiencia que atravesamos una y otra vez, cada patrón que repetimos corresponde a una necesidad en nosotros. La necesidad se refiere a alguna creencia en nosotros”, indica Louise Hay en su libro “Usted puede sanar su vida”. ¿Tenía entonces la necesidad de sentir turbulencia a mi alrededor? Pues aunque suene contradictorio, sí es una de las característica de codependencia.

Llevaba casi dos años repitiendo negaciones y afirmaciones con el propósito de cambiar los patrones de pensamiento que creaban caos en mis mundos interno y externo. Ya había aprendido en mis clases de metafísica que antes de hacer una afirmación nueva, a veces era necesario limpiar el espacio interior negando el poder que tenían los pensamientos que habían creado desorganización y dolor. Por ejemplo, practicaba repetir “Niego que esta situación (persona, recuerdo, etcétera) tenga poder sobre mí” y luego pronunciaba una afirmación que reemplazara la cinta vieja. Ésta técnica funciona de maravilla para mucha gente, sin embargo, yo pronto me di cuenta que no cambiaba mucho mi telaraña mental. Las negaciones y afirmaciones parecían atravesar mi mente como una puerta giratoria. Pese a que las palabras “niego” y “no” tenían el propósito de encarar y destruir creencias viejas, se topaban con una pared en mí. Mi psiquis se retorcía cuando escuchaba la oración en término negativo. Me sentía estancada en mi práctica, pero el caos interno me empujó a buscar alternativas, y seguí explorando libros, técnicas de meditación, grabaciones, vídeos y programas radiales. Hasta que un día escuché una grabación de Louise Hay titulada “Health and Wellbeing” (“Salud y bienestar”), en la que hablaba de la importancia de estar listos para dejar ir el pentagrama carcomido: “Estoy dispuesta a dejar en libertad el patrón en mí que creó esta experiencia o condición”. ¡Y ahí estaba el intríngulis! Mientras que las negaciones intentaban asestar de frente, este paso de disposición le daba la vuelta a la creencia anquilosada, removiéndole la cáscara igual que hace un pelador con una naranja. Era un paso a favor de la responsabilidad propia, pues reconocía que el patrón existía dentro de mí y sólo yo podía cambiarlo, aunque hubiese sido sembrado por familia, escuela y humanidad. Este proceso también fluía a favor del libre albedrío, y le pedía permiso al organillo de la psiquis: ¿Podemos tocar otra canción?

Entonces ocurrió a mi alrededor una revolución de notas con afirmaciones: “Estoy dispuesta a dejar en libertad el patrón en mí que creó…” Y llenaba el blanco con palabras como: dolor, depresión, sufrimiento, escasez, procrastinación, daño, codependencia, etcétera. Cada vez que lo escribía, repetía o leía, sentía que algo se disolvía en mi interior, se me caían las cáscaras inútiles y las partituras enmohecidas. Vi que mis patrones de pensamiento y de conducta estaban conformados, no por una sola idea, si no por múltiples ideas repetidas a lo largo de muchos años (no soy bonita, suficiente, amada, aceptada, incluida, etc.). Por lo tanto, darles su libertad también tomaría tiempo y práctica. A medida que lo hacía, mis niveles de ansiedad comenzaron a disminuir, con lentitud pero también consistencia. Más allá de repetir la afirmación creada por otros, este ejercicio me enseñó a crear las que funcionaban para mí.

 

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By Maria Coletsis – Own work, CC BY-SA 4.0, Wikimedia Commons

Charles Fillmore, autor del libro “Lecciones acerca de la verdad”, indica: “Queremos resultados rápidos… Queremos curación instantánea de nuestras enfermedades, pero estamos renuentes a sacrificar los hábitos mentales que las causan”. Culpar a cosas o circunstancias externas por mis resultados era un cojín cómodo. ¿Acaso no era más fácil que alguien más se encargara o resultara responsable: un progenitor, mentor, terapista o el gobierno? 

En algún momento sentí que mi proceso iba muy lento, o temí las opiniones de los demás al respecto. En eso estaba cuando escuché la anécdota de cierta especie de bambú que parece no crecer durante cinco años. Por su tallo corto y su ausencia de crecimiento, da la impresión de haberse estancado, y sin embargo, cuando está lista, crece varios metros en 30 días. Había vuelto la primavera a Unity Village, y con ello, la apertura de las fuentes y los jardines. Me sentaba a contemplar el movimiento del agua y a reflexionar que esa vibración sólo podía existir en el presente. Mi concepto de Divinidad también existía en ese fluir constante, era el movimiento mismo. Cerré los ojos para relajarme ante esa verdad, cuando escuché en mi conciencia: “Ríndete para sanar”. ¡Rendirme para sanar! ¡Qué concepto! Mi Fuente Interior, la Sustancia que me nutre, me susurraba que sólo me tocaba seguir sanando y que me entregara a ello; no tenía que hacer más nada. Podía dejar en libertad cualquier opinión ajena al respecto.

Louise Hay cuenta que, para sanar un pasado lleno de abuso y dolor, ella se dejó guiar por su voz interior, y entendió que el proceso también se trataba de creer que merecía todo lo bueno que la vida tenía para ella.

Así que mientras pelaba mi psiquis de creencias viejas, sintiéndome como el bambú bebé que no se despega del suelo, comencé una práctica de merecimiento: “Merezco estar completa y sana”. “Merezco amor propio, tratarme con gentileza y respeto, nutrir mi cuerpo y alma, tener pensamientos positivos sobre mí misma y otros, perdonarme a mí misma y a otros, seguir trabajando en mi recuperación, no ponerme a merced de la voluntad de los demás”. “Merezco relaciones saludables”.

La meditación Vipassana me ayudaba a ver el pentagrama descascarado del vetusto organillo de manivela, pero también me enseñó a no condenar lo que alguna vez se grabó allí, pues fue el mecanismo que alguna vez me ayudó a sobrevivir. Sin embargo, ya podía dejarlo en libertad y componer otra melodía.

¿Funcionará?, me pregunté muchas veces. Entonces agarré mi guitarra, y comencé a esperar milagros.

Visita el grupo en Facebook “90 días: una jornada para sanar

 

6 Comments

  1. Samadhi, que bendición el que puedas expresar en tan claras palabras los procesos por los que transitamos todos. Es tan nutritivo leerte. Gracias.

    Estos primeros meses del año con el asunto de las planillas es bastante turbulento. En lo personal durante los 3 primeros meses del año todos mis seres queridos cumplen año, celebran aniversarios, etc. Hay semanas en que se celebrqn dos cumpleaños. Esto conlleva preparativos para celebraciones e inversión de dinero y tiempo. Además, se celebra el día de las Madres, que también traé su propio rollo con una mezcla de sabores y emociones. Estos primeros meses me resultan agotadores. Yo siento que el año tiene su ritmo, contiene espacios de caos y otros de más serenidad. La madre natura es una buena maestra de estos espacios de turbulencia. No todo lo que ocurre tiene que ver conmigo, pues somos muchas conciencias y voluntades viviendo muy cerca unos de otros e inevitablente chocamos y nos rozamos. Pero al igual que tu, aprovecho los momentos caóticos para observarme. Lo que dices de “rendirse” a lo que es otorga un gran poder y mucha fuerza. Esto de rendirse en todo un arte. En lo personal esos momentos han resultado en fuentes de creatividad y cambios de perspectiva. Luego que pasan, los siento como molestias o dolor de “crecimiento”. Pero a la verdad que son fuertes…

    Me encantó la metáfora de la melodía que cantamos y que siempre podemos aprender o crear una nueva melodía. Precisamente, tengo un pequeño esquema de tarot que utilizo al comenzar mis lecturas. Se trata de que el tarot revele cual es la música de fondo en la vida del consultante. Después de ese preámbulo, procedo a realizar la lectura. La lectura es una tela que se va tejiendo con hilos. El referente de la misma es precisamente esa música de fondo. Me encanto este escrito tuyo. Pienso que si estamos concientes podemos seleccionar otra música de fondo.
    Te envío un fuerte abrazo, que tengas un hermoso domingo lleno de mucha paz.

    1. Perdona que no respondí antes, Aurora. Me encantan tus participaciones llenas de sabiduría. Gracias por compartir cómo entiendes el proceso. Es interesante cómo lo ves en el tarot. Un abrazo.

  2. Los conjuntos de experiencias, consejos, recomendaciones, calor humano son los que nos ayudan a enfrentar las situaciones con las que a diario nos encontramos, estas pueden ser consecuencias de un presente o un pasado. Enfrentandolas es la unica manera de liberarnos de ellas. Gracias por su excelente ayuda al compartir tan valiosa informacion.

    1. Qué hermoso lo que me escribes, Lizanne. Yo trato de encontrarlas y plasmarlas lo mejor que puedo, a veces contra el reloj, a veces contra el desafío de que las ideas se escapan con facilidad. Agradezco mucho tu lectura y tu tiempo. 🙂

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