
Carta publicada en FB el 30 de septiembre de 2011
Querida Laura:
Cinco años de duelo al fin me han dado para escribirte un poema, agarrando la pluma a ratos, cuando podía pausar de las lágrimas. Mas no han sido suficientes para borrar tu esencia de mi alma. No imagino el dolor de aquellos que te conocieron y te amaron mucho más que yo y para quienes eras un pilar en sus vidas.
Cuando partiste, estas primeras líneas del poema de José de Diego daban vueltas en mi cabeza, como si el reflejo de otro duelo centenario pudiera decir mejor que yo cuán desolada me sentía. Aunque de Diego deshojaba el amor roto de su amada, y yo lloraba por mi amiga querida, entendí que la pérdida repentina, cualquiera que sea, cala hondo en el alma, hasta el origen de una misma, y más si es tan irreparable como la tuya.
Le doy gracias a la creatividad que va sanando a trazos y a todos aquellos guías, amigos, gurús, hermanos y hermanas del alma y el corazón que escucharon mi duelo y compartieron el suyo.
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A Laura Rivera Meléndez (1981-2005)
“Laura mía: ya sé que no lo eres:
mas este amor, que ha sido flor de un día,
se olvida a solas de que no me quieres.
Y, en medio de mi bárbara agonía,
¡te llama a gritos, con el mismo grito
de aquellos tiempos en que fuiste mía!”
José de Diego, A Laura
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amiga en letras
que te fuiste repentina.
¿Dónde está tu alma?
¿Dónde habita?
Convencida tú de que acababa todo
al final de la jornada de la Vida,
¿cómo rezo por tu espíritu elevado?
¿Cómo te imagino desaparecida?
Pero es que no lo estás,
no te has ido.
Mi mente
no comprende
el vacío,
tu partida.
Insiste en que eres
y presente estás
en mi día a día.
En el clamor de los más ignorados,
en la lucha de los más desvalidos,
en el coraje de los más injuriados,
y en el amor de los que defienden
la patria con piedras y clavos,
palabras y dientes.
Más ese amor me parece ahora deshojado.
Desfallece perdida el alma mía;
rehúsa luchar contra los ánimos
que disparan notas de melancolía
de la flauta dulce
que nos vende sueños
como flor de un día.
Te olvido a solas, o eso trato,
arrancar mi bárbara agonía.
Que lo callado pesa tanto,
y voy cargando
preguntas sin respuestas sugeridas,
que callé el último día
en que te vi.
Una encrucijada era mi vida,
y quería yo pedir tu mentoría.
Aunque menor que yo,
eras luz.
Luz que yo no tenía.
Me senté a tu lado
a pedirte guía.
Preguntaste incluso
qué inquietud tenía.
Pero el silencio ganó,
y qué gran tontería
la mía.
Ahora es mi agonía,
la que me punza y aprieta
el corazón todos los días,
y te llama a gritos
porque ya no entiende
que te fuiste,
que te fuiste repentina.
Y pensaba
con el alma atontada todavía
por el golpe abrupto de tu muerte herida:
no volverán aquellos nobles tiempos
en que fuiste,
fuiste
amiga mía.
Y se quedó mi corazón sediento
de la luz que emanabas
en claridad de día.
Eras el faro del ideal
que buscaba en la amistad
pues no había conocido
aún la solidaridad,
como la presentaste tú,
con absoluta honestidad.
Pero murió contigo
y anduve perdida.
Parecía ser
el dolor de tu partida
más fuerte y grande que yo.
Me lancé a la oscuridad
en pleno mediodía,
cuando todo había
sido luz.
Y cerré pronto las cortinas,
porque recibirla me dolía.
Te busqué en otras almas,
en las paredes lánguidas
del pasillo donde, con vida,
te vi la última vez.
Cojeabas lastimada.
Habías brincado la verja
del funeral que cubrías
y que tanto te dolía,
que tanto, tanto
te dolía.
Tal parecería
que saltaste la verja
hacia el otro lado de la Vida.
¿Por qué no avisaste?
Te hubiese dicho: “¡Adiós,
amiga mía!”
Aunque quizás miento.
Eso te diría
ahora.
Entonces te hubiese dicho:
“No te vayas,
que me falta preguntarte,
cómo hago
para ser más como tú”.
Allí, en el pasillo,
-donde por última vez
cruzamos palabras-
mi corazón gritaba,
socavándome por dentro el alma:
“¡Laura, Laura, Laura!”
Era la escuela vacía
que en conjunto se movía
-con paredes, piso y techo-
al compás de mi pecho
que quería
sacudirse el dolor,
pero no sabía
cómo.
No sabía.
cómo derramar tantas lágrimas.
Luché contra la pena
con negación,
con distracción,
con un maratón de carreras,
a ver si salían
gotas de sudor
en vez de lágrimas.
No podía.
Nada funcionó.
Con el duelo colapsado
se me quebró la razón,
el cerebro, el corazón,
el alma.
Hasta las vibraciones más altas
e invisibles de mí
se volvieron amargas.
Me consolé con todo lo que pude,
con todos los que les pude hablar de ti.
Nada llena un vacío repentino,
ni siquiera el tiempo.
Y cuando decidí
darle stop,
hacerle caso al letrero
gracioso
que veía de camino a casa:
“¡Pare de sufrir!”;
me topé con un regreso
difícil,
escabroso.
No había señales para salir.
Busqué sin brújula,
me perdí sin atlas,
exploré mi dolor,
Cómo tocar fondo,
sin perder la razón
para siempre,
para siempre
la razón.
Y toqué fondo.
Allí la inconsciencia
se vuelve funcional.
Sólo me consolaban
estar en silencio,
mirar el sol
por el cristal
de la ventana.
Yo quería salir,
pero no confiaban en mí.
Y di el primer paso.
Aparecieron cinco guías.
Uno por cada
punto cardinal:
sur, este,
norte, oeste
y hacia arriba.
Uno por cada
elemento principal:
tierra, agua,
fuego, aire
y amor-luz divina.
El regreso
fue escabroso,
ya lo dije,
fue abrupto,
tortuoso,
escarpado,
accidentado,
casi peligroso.
A veces
parecía no avanzar.
O iba hacia atrás.
Fue cuestión de práctica
volverme a levantar.
Levantar todos los días.
Un premio con tu nombre recibí,
me cuestioné tanto
si lo merecía.
Y cuando lo abandoné todo,
lo pregunté más todavía.
Ahora digo
gracias por el premio, Laura,
porque con él invertí en mi vida.
E invertí mi Vida.
Tú misma tenías la llave
de salida.
Lo supe cuando me tocó
la honestidad;
en el dolor,
en la sanación,
en la promesa
de una nueva vida.
Así que fui honesta, Laura;
seguí mi corazón.
Segura estoy
que lo entenderías.
El silencio me abraza
ahora,
en paz absoluta
y alegría.
Es el silencio del cosmos
donde estamos las dos
Unidas.
Sólo nos separa el tenue velo
entre la muerte y la Vida.
(2005-2010)
Cuanto dolor arrastramos en nuestra vida!!!! Lagrimas en mis ojos. Un abrazo Samadhi Yaisha,
Gracias Natty. Ese dolor se ha convertido en agradecimiento con los años por la presencia de Laura en mi vida y el aprendizaje que recibí de ella. Un abrazo. ❤
Yaisha es lo mas bello que he oído sobre un ser querido que se nos va. Que bonito tener palabras para demostrar el amor que se siente por otro ser humano que nos ha dado su luz un su amistad.
Gracias Agnes: Por favor perdone que no le haya escrito antes. Mis emails sobre los comentarios estaban llegando al spam folder de mi cuenta de correo electrónico y no fue hasta hoy que pude verlos. Agradezco tanto sus palabras. Llega el mes de septiembre y recuerdo a Laura, mi amiga. Ahora la tengo en mi corazón con agradecimiento y luz. Su luz siempre me acompañará. Un abrazo.