Cuando era pequeña, temí a la muerte; cuando adolescente, la poeticé; cuando universitaria, era un lugar que no encontraba para visitar a mi madre, y ahora, parada frente a un tablón de edictos del ashram de Osho en India, se pintaba como un viaje divertido. Al menos eso creí cuando me apunté al taller “Morir antes de morir: un acercamiento sufi a la muerte”.
Con Osho todo era posible, y yo aspiraba a aprender a morir riéndome, hacer mis transiciones de vida -mis pequeñas muertes- más livianas que la separación lastimosa que había vivido en Puerto Rico. Una vez más, dejé que mi corazón hablara, y me guió hacia este taller. Noventa días de meditaciones de este maestro en San Juan me habían liberado de años de dolor. Cinco días de este taller en su ashram acabarían con los últimos dos años de codependencia. Pero tan pronto cerraron la puerta y nos quedamos descalzos los seis valientes que nos apuntamos allí, nos dijeron que realmente íbamos a morir.
Pasado el susto inicial, pensé que no habría mejor lugar para dejar el cuerpo que aquel salón en el que Osho había dictado sus primeras charlas tras llegar a Puna en 1974, un piso más arriba que el cuarto de meditación que albergaba sus cenizas.
Me preguntaron cómo veía la muerte. Respondí: “Tiene dos aspectos. Uno poético y liberador; y otro de sufrimiento, de apego a lo que se acaba”. Yo quería abrazar sólo el poema, pero mi lección sería aceptar su matiz de pavor; porque, al igual que las transiciones, la muerte era inevitable. Y en vez de resistirla, era hermoso aprender a caminar con ella suspirando tras de mí.
Ejemplo de una danza sufi por bailadora profesional.
“Dios es el verano y el invierno, Dios es la vida y la muerte, Dios es el día y la noche. Dios es sufrimiento y éxtasis… ¡ambos!”, hablaba Osho a través de una grabación, mientras girábamos al ritmo de una danza sufi, la música de místicos musulmanes, nómadas del desierto que en cada tarea diaria ven el ciclo de la vida… Allah Yu Turgus um Urgus… (levántate y baila) era el mantra y el toque de tambores que sanaban el corazón. Girábamos sin tregua, como hacen los sufis para encontrar su centro. Llegó a mí la imagen de una mujer que vestía de blanco, danzaba como una fragancia liviana a mi alrededor, fascinada con poder fusionarse conmigo. Parecía una gemela que existía en otra dimensión. ¿Sería la muerte que me seducía a entenderla, no como una destrucción maligna, sino como un ángel que me animaba a despertar pronto a esta vida tan breve para hacer lo que vine hacer antes de desaparecer en su abrazo?
Nos enseñaron exhalar prolongadamente, como las parturientas y los moribundos, mientras retrocedían las pocas horas que teníamos, y entendí que la muerte me había descontado los minutos desde que nací. Había estado muriendo durante 33 años. “Tu nacimiento fue el principio de tu muerte”, hablaba el gurú “te has movido hacia ella desde que abandonaste la cuna”.
En mi libreta, una lista de los títulos que no escribí antes de morir. En el espejo, el rostro de la ansiedad, mi compañera constante. “Me estoy muriendo”, musité, y me pegó un llanto hondo. Me preguntaron los días más importantes: “cuando nací, y cuando recibí mi nombre espiritual, también nací”. Y las memorias más horribles: “el día en que un oncólogo me dijo en un pasillo impecable que mi madre moría, y el día en que recibí la llamada explosiva de que mi madre espiritual estaba cansada de mí”. Ambas fueron tardes de verano.“¿Y la Vida, también estaba harta de mí? ¿Acaso Dios se había hastiado?”, me había cuestionado 90 días frente al mar de Puerto Rico. Perdida otra vez mi conexión con la vida, andaba sin ancla.
… Allah Yu Turgus um Urgus … Giraba ahora con los brazos en vuelo y las náuseas de lo que nunca le pregunté a esa gurú-madre espiritual, temerosa de su irritabilidad hacia los reclamos. ¿Por qué no lo aclaraste? Perdí el centro de mi danza sufi y caí al suelo. Me levanté dos, tres, cuatro veces -con las lágrimas por fuera- y la quinta vez, un golpe de mi cabeza en la pared casi me deja vencida. Alguien me abrazó con una sábana mientras yo pegaba con los puños fuertes sobre el fino colchón. ¿¿Por qué me dejaste en la oscuridad?? Enfrentaba por fin a aquella figura intocable, a quien no le hubiese cortado una hilacha de su pantalón por miedo a perturbar su sombra. Y lancé un grito de rebeldía, y un vómito de saliva y agua.
Confrontada con el ejercicio intuitivo de exteriorizar mi oscuridad, seseé al ras del suelo como un felino y una serpiente. Los seis valientes nos pintamos en el rostro trazos de nuestro lado oscuro. Mi máscara era la de un gato negro. Recibimos el reto de mostrarnos al resto de la comunidad durante el almuerzo. Entre italianos y una eslovena aprendí que no pasaba nada si exponía mi sombra al mediodía. Era un ejercicio de honradez que me devolvió aceptación y agradecimiento..
En la tarde, dejamos ir ese aspecto de oscuridad. Nos quitamos el maquillaje y sentí libertad. Otra vez, el espejismo de la mujer que vestía de blanco, quien ahora me abrazaba. También, las imágenes claras de arquera y de una pantera negra que corría libre por un bosque. En la noche, durante una ceremonia sufi de fuego, quemé mis experiencias de abandono, los recuerdos de haber sido utilizada por otros, el miedo a ser honesta, a expresar mi oscuridad y a morir.
Y entonces pude “soltar” mi cuerpo. A la mañana siguiente, meditando sola, vi un punto de luz en medio de mi frente que se agrandaba, como si fuera la apertura por la cual podía salir de mi cuerpo. Con la exhalación prolongada, sentía que me estaba pariendo a mí misma hacia esa luz. Vi estallar al Sol en mi interior y de inmediato, una pasividad profunda me inundó. Escribí en mi diario: “Entendí el estado absoluto, de ahí vine y ahí volveré. La vida es sólo la ilusión de una pausa en la eternidad”.
En la tarde, visualizamos que descansábamos los seis en una pira. Estaba arropada, mis manos cruzadas sobre el pecho, mientras el fuego meditativo consumía mi cuerpo dejándolo en cenizas. Desde los pies, sentí que desaparecía, me disolvía, era liviana. Una facilitadora nos explicaba que ya no necesitaríamos el cuerpo, mientras fuera del salón, una conversación de dos amigas se volcó en carcajadas; el último recuerdo que me llevé antes de que las llamas llegaran al corazón. Dejé de respirar, todo quedó oscuro y no recordé nada más del que fue mi vestido humano. No había sueños que realizar, ni cuentas que ajustar. Sólo una quietud a la que no he podido encontrarle descripción. Flotaba, pero no era un lugar. No había movimientos, emociones, ni pensamientos. Tampoco era un estado de sueño. No existía el tiempo. Era el absoluto; una oscuridad luminosa. No había separación entre luz y sombras. Y aunque había un sentido de mí misma, no estaba separada de aquello. Aquel océano vivo de transparencia inmóvil era mi hogar. Me observaba y lo observaba.
Algunos meses después de la experiencia, pinté lo que “vi” en ese no-lugar. Aquí una foto de mi pintura.
Y me llamaron de vuelta.
Escuché un tambor y aterricé en el cuerpo abruptamente. ¡No! Fue mi primer pensamiento. Me costó recordar cómo moverme. El cuerpo se sentía como un pesado lastre de madera y metal. Mis movimientos eran torpes y me sentí atrapada de nuevo en la ilusión de que estaba separada del absoluto -mi casa- porque mis ojos humanos ahora no podían verlo. En esa vuelta al cuerpo, entendí la angustia de la condición humana, del confinamiento de nuestra vastedad en la piel de una criatura.
En los días subsiguientes, caminé por los bosques del ashram sintiendo que tenía un cuerpo nuevo. Apenas hablaba, poco recordaba qué pasó antes de ese momento. Todo lo que veía y saboreaba era nuevo. En una celebración de sannyasins de Osho, recibí otra vez mi nombre espiritual: la iluminación ahora/sin miedo; con el entendimiento de que aquel no era un estado exclusivo para unos pocos, sino la naturaleza misma de todos los que estamos vivos.
(English below)
Periodista, columnista y practicante e instructora de mindfulness. Tiene nueve años de experiencia en la cobertura de noticias generales (1999-2008) y diez años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2018). Como periodista de temas generales, fue reportera de WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), redactora para la Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y reportera para The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007).
Desde el 2010, ha sido la autora de la columna “90 días”, que se publica en el periódico El Nuevo Día, la cual narra la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida.
En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Harvey, editora anterior de la revista. Aún escribe para ese medio. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
Yaisha ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg. Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y realizó tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en retiros de mindfulness con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (actual director de Insight Santa Cruz, 2016, 2018). Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) y el Centro de Zen Soto de Cupey (2018). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016).
Actualmente, realiza una certificación en mindfulness a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach, la cual será otorgada en el 2019 por el Awareness Training Institute y el Greater Good Science Center en California.
Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria, la Sede Central de Unity, en Missouri; Al‑Anon Family Groups, en Virginia; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico; Newsela Inc., en Estados Unidos, y el Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico.
Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Es dueña del sitio web www.mindfulwritings.com ❦
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❦ Journalist, columnist, and mindfulness meditation practitioner and instructor. Yaisha has nine years of experience in hard-news coverage (1999-2008) and ten years of experience specifically in holistic health topics (2008-2018). As a hard-news journalist, she was a reporter for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), a writer for EFE International Spanish News Agency (2003-2005) and a reporter for The Associated Press (2005-2008). She earned awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008) and Laura Rivera Meléndez Foundation (2007).
Since 2010, she has been the author of the column “90 días”, published by the Puerto Rican mainstream journal El Nuevo Día, in which she narrates the daring journey of a spiritual seeker to find deep and definite healing and meaning.
In 2012 she began writing for the Daily Word / La Palabra Diaria magazine, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Harvey, former editor of the magazine. She still writes for Daily Word. She has also published articles on Vibra Bien Magazine and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters at Unity Village, Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word/La Palabra Diaria.
A native Puerto Rican, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, Unity School of Practical Christianity and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Mahayana (Zen) and Tibetan traditions.
Yaisha has studied several styles of yoga since 2004 in Puerto Rico, India, and the U.S. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two Iyengar Yoga teachers. In the U.S., she studied with Judith Lasater (2011), who brought the restorative yoga system to America; with Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; with Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar Yoga system, and with Mary Obendorfer (2011) senior teacher of the Iyengar Yoga system and co-director of the B.K.S. Yoga Centers of San Diego. She also taught restorative yoga in Puerto Rico for two years (2008-2010), and had students when she lived in India (2010) and Missouri (2011).
She began studying mindfulness in 2011 with Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned Buddhist psychologist Jack Kornfield. Kornfield is of the key figures in bringing mindfulness and the Buddhist Theravada tradition (Vipassana) to the West. Among Yaisha’s mindfulness teachers are Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneer researcher of self-compassion), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein, and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived close to Deer Park Monastery in Escondido, California, founded by Thich Nhat Hanh in the tradition of Plum Village, where she practiced every week and did three mindfulness retreats. Also, since 2011 she as attended mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (current director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018). She has belonged to the meditation sanghas of Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; and also, to Insight SD (2015-2016) in San Diego, California, Four-Fold Sangha in Deer Park Monastery in Escondido, California (2015-2016), the Puerto Rico Zen Center (2015-2018) and the Puerto Rizo Soto Zen Center of Cupey (2018). She studied with inter-spiritual teacher and writer Mirabai Starr in 2015 and took mindful writing courses with Amy Spies in Insight LA in Los Angeles, California (2016).
She is currently a student in the first class of the Mindfulness Meditation Teacher Certification Program, of which the main teachers are Buddhist psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. She will be certified in 2019 by the Awareness Training Institute and the Greater Good Science Center in California.
She is a skilled radio host, public speaker, writer, editor, translator, and proofreader in both English and Spanish. She has translated, edited, and proofread translations for booklets and books for Daily Word / La Palabra Diaria, Unity World Headquarters in Missouri, Al‑Anon Family Groups, in Virginia; the headquarters for the Centers for Spiritual Living, the philosophy of The Science of Mind by Ernest Holmes, in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico; Newsela Inc., in the U.S. and the Center for Investigative Journalism in Puerto Rico.
She writes, edits, and translates in both languages about the topics mentioned above. Yaisha is the owner of the website www.mindfulwritings.com ❦
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2 Comments
Hola, he estado leyendo tu blog y me parece muy bueno, estoy pensando en partir a la búsqueda espiritual y al encuentro conmigo, me ha surgido recientemente mucho interés por Osho y he leído varias de sus enseñanzas y me llama mucho, si pudieras hablarme un poco de tu experiencia en su ashram, si la recomiendas y darme algunos consejos te lo agradecería enormemente, un abrazo desde México!
Hola, he estado leyendo tu blog y me parece muy bueno, estoy pensando en partir a la búsqueda espiritual y al encuentro conmigo, me ha surgido recientemente mucho interés por Osho y he leído varias de sus enseñanzas y me llama mucho, si pudieras hablarme un poco de tu experiencia en su ashram, si la recomiendas y darme algunos consejos te lo agradecería enormemente, un abrazo desde México!
Querida Diana: Me puedes escribir a samadhiyaisha@gmail.com. Bendiciones y paz, Samadhi Y.