Desenvolví memorias empaquetadas en papel de estraza: abrigadas, planchadas y encapsuladas en el tiempo. Se abrieron específicamente en el momento en el que las necesité para mudarme. Una flor no abre antes ni después de lo que le toca.
Esta vez le pedí al Universo mudarme con suavidad, en vez de embarcarme en una travesía accidentada con voz de emergencia. Tan pronto decidí que sería una transición repleta de ayuda y amor, brotó desde mi interior la siguiente afirmación: “Recibo apoyo de maneras maravillosas en el camino hacia mi próxima etapa de evolución”. Estas palabras han liderado todo el proceso de cambios. He regresado a ella cuando las dudas me han acechado como gremlins hambrientos después de la medianoche.
Sentí a la Vida tomarme de la mano y darme instrucciones. También le pedí las cosas que necesitaba para llevar a cabo Su plan, por más pequeñas o simplonas que parecieran, como el papel de periódico caduco y amarillento que me urgía para empacar objetos frágiles, el cual, gracias a la internet y a las aplicaciones para leer noticias, también está en peligro de extinción. No lo encontré en ningún lado. Nadie de mis conocidos lo guardaba. Mis opciones se redujeron a asaltar una hemeroteca o treparme en el techo de mi carro para escurrirme hacia algún enorme contenedor de reciclaje de papel, cuyo letrero advertía específicamente que era ilegal remover su material. Algún día, el papel de periódico será conocido exclusivamente en los museos, y los reportajes impresos serán nostalgias históricas, como los poemas noticiosos de los cantares de gesta.
Mi dulce salvación fue una galletita de la suerte que reveló la profecía: “Recibirás grandes gestos de bondad en los próximos meses”. Y yo le creí. Sólo tenía que estar atenta a las señales. El calendario se apresuró y se achicó el tiempo para terminar de empacar. “Yo sé que el papel de mudanza va a aparecer. Se han manifestado otras cosas más complejas”, conversé con la Vida. Entre los actos de bondad, figuró un curso de escritura sanadora para veteranos y familiares de militares afectados por la guerra. El anuncio afloró en la pantalla de mi computadora apenas días después de descubrir que mi próxima etapa de sanación estaba relacionada con el estrés postraumático que absorbí de familiares que habían pertenecido a la milicia. El taller era gratuito y nos ofreció los talentos de escritores de diferentes lugares. Tras el curso, una de las bibliotecas públicas de Kansas City expuso nuestros trabajos junto a recuerdos relacionados con la guerra. Yo no poseía memorias en fotos; tampoco balas ni cascos. Mi medalla de honor consistió en develar el quebrantamiento emocional que bebí indirectamente cuando niña, el cual llegó a mí a través de antecesores que fueron obligados a la guerra, forzados a contaminarse con la herida mercenaria que bombardeó Vietnam durante la Guerra Fría. Así que dibujé mi recuerdo. Escogí el Haibun, una combinación de escritura en prosa y poesía en Haiku, e hice un dibujo con una técnica de líneas sencillas en el que incluí varias siluetas: un rostro con una lágrima de sangre, un esternón abierto con una incisión roja que se derramaba en un charco escarlata, los mapas de Puerto Rico y Vietnam. Esa fue la memoria que sometí para exhibición y que se expuso este verano en la Biblioteca Pública del Condado de Wyandotte, en Kansas.
Durante una de las reuniones de escritores, mi intuición me guió a conversar con una mujer que fue militar. Tenía casi la edad que hubiese tenido mi mamá en este plano. Disfruté su conversación amena y aprendí de su alegría tras ella perderle el miedo a escribir por cuenta propia. Su aura era similar a la mía: traslucían en su rostro las dificultades de una vida anterior y su valentía de sanar a través de una pluma gentil y compasiva. Tras quedar unos pocos en la mesa e ir juntos hacia el estacionamiento, comenzó a martillar en mi cabeza la inquietud del papel de periódico vetusto. “Pregunta aquí, pregunta aquí, pregunta aquí”, machacó mi mente hasta que dejé brotar la pregunta. “Dónde lo puedo conseguir … Voy hacia una vida nueva”, expliqué. Mi nueva amiga me miró con complicidad: “Guardé montones de papel de estraza tras mi última mudanza. Son todos tuyos si los quieres”.
Me sentí como cuando llegué a Kansas City, y tras pedir una vivienda con desesperación, mi intuición me guió a preguntarle a una cajera dónde podía ver anuncios de renta de apartamentos. Jamás olvidaré la mirada estupefacta de Carnet cuando me respondió que ella había estado orando con fervor que apareciera un inquilino a quien traspasarle su contrato de arrendamiento porque tenía que mudarse para cuidar a su hermana enferma. Pues, así. El papel de mudanza se lo pedí al cielo de mi conciencia, y la mujer que lo había guardado durante años se llamaba Celeste. Así se cumplió el vaticinio de la galletita de la suerte y del eslogan que vi en una pegatina de automóvil justo cuando me enteré sobre la complejidad de mi mudanza. El anuncio decía: “Yo te ayudo a empacar”.
Otras bendiciones aterrizaron en mis manos sin pedirlas: dos amigas me dieron tarjetas de regalo para comprar cosas misceláneas, recibí una beca para un retiro y otra para una convención, ambos procesos relacionados con mi recuperación. Me obsequiaron angelitos de cerámica, joyería con significado sentimental, oraciones, abrazos, tarjetas de felicitación, mensajes de ánimo, y el apoyo incondicional y amoroso de mi familia. Este último fue el mayor gesto de bondad. Sus refuerzos positivos han sido combustible dorado para mi nueva jornada. Desde esa raíz nace, una vez más, una persona nueva, con los pies enraizados en mi origen y mis ramas abriéndose hacia el firmamento.
Le pregunté a la Vida cuál sería mi nuevo propósito y vi las ideas tejiéndose en conceptos concretos en mi cabeza. Una amiga me ayudó a comenzar una plataforma en línea, me obsequió el diseño e impresión de las tarjetas de presentación y me regaló un enorme monitor para conectarlo a mi computadora portátil. Conseguí un buen escritorio en un almacén en el que ya no lo necesitaban, otra amiga me dejó un librero y empaqué la silla de oficina que me regaló mi maestro. Con el corazón pleno de agradecimiento, adelanté mi fiesta de cumpleaños para presentar mi nuevo proyecto. Les sugerí a los invitados que, en vez de traerme regalos, dejaran un donativo para “Unity Temple on the Plaza” en Kansas City. Celebramos a la comunidad que me abrió los brazos, respetó mi individualidad, mis procesos de sanación y me ayudó a confiar de nuevo. Acudieron más de 35 personas y recaudamos $190 para la restauración del edificio histórico.
Visité a Celeste el día en el que la conocí. Fuimos a su casita de herramientas, sembrada en entre los lirios y los narcisos del patio trasero, construida en madera y pintada nítidamente de amarillo. Celeste abrió el cerrojo, el cual vociferó en tono de hierro viejo a los artículos guardados allí que pronto la luz se colaría por entre las telarañas. Entramos y el lugar despertó con su aroma a humedad fresca. Allí estaban, apilados con esmero, cientos de hojas enormes de papel de estraza. ¿Cómo es que esto está aquí justo en el momento en que lo necesito, provisto por alguien que acabo de conocer?
Los padres de Celeste vivieron durante la depresión de la década de 1930 en Estados Unidos. La escasez implacable los enseñó a conservar con cuidado cada objeto que pudiera hacerles falta en el futuro. Mi nueva amiga aprendió muy bien de sus progenitores, así que, tras desempacar su mudanza, planchó el papel de estraza y lo almacenó.
Y allí estaba yo, parada de asombro e incredulidad, como si la teoría del caos o el efecto mariposa me volaran la cabeza. La bolsa de Wall Street se desplomó en octubre de 1929, y 86 años después, yo –que vine de otro país y “casualmente” estaba de paso— tenía papel de mudanza planchado. Una no planifica estas cosas. Y como la economía aún está en recuperación, decidí aprender una lección más profunda de este episodio: tan pronto desempaqué mis pertenencias, planché de nuevo el papel de estraza con mis manos y lo apilé afanosamente. Por si alguien más lo necesita.
(English below)
Periodista, columnista y practicante e instructora de mindfulness. Tiene nueve años de experiencia en la cobertura de noticias generales (1999-2008) y diez años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2018). Como periodista de temas generales, fue reportera de WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), redactora para la Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y reportera para The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007).
Desde el 2010, ha sido la autora de la columna “90 días”, que se publica en el periódico El Nuevo Día, la cual narra la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida.
En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Harvey, editora anterior de la revista. Aún escribe para ese medio. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
Yaisha ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg. Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y realizó tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en retiros de mindfulness con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (actual director de Insight Santa Cruz, 2016, 2018). Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) y el Centro de Zen Soto de Cupey (2018). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016).
Actualmente, realiza una certificación en mindfulness a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach, la cual será otorgada en el 2019 por el Awareness Training Institute y el Greater Good Science Center en California.
Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria, la Sede Central de Unity, en Missouri; Al‑Anon Family Groups, en Virginia; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico; Newsela Inc., en Estados Unidos, y el Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico.
Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Es dueña del sitio web www.mindfulwritings.com ❦
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❦ Journalist, columnist, and mindfulness meditation practitioner and instructor. Yaisha has nine years of experience in hard-news coverage (1999-2008) and ten years of experience specifically in holistic health topics (2008-2018). As a hard-news journalist, she was a reporter for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), a writer for EFE International Spanish News Agency (2003-2005) and a reporter for The Associated Press (2005-2008). She earned awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008) and Laura Rivera Meléndez Foundation (2007).
Since 2010, she has been the author of the column “90 días”, published by the Puerto Rican mainstream journal El Nuevo Día, in which she narrates the daring journey of a spiritual seeker to find deep and definite healing and meaning.
In 2012 she began writing for the Daily Word / La Palabra Diaria magazine, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Harvey, former editor of the magazine. She still writes for Daily Word. She has also published articles on Vibra Bien Magazine and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters at Unity Village, Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word/La Palabra Diaria.
A native Puerto Rican, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, Unity School of Practical Christianity and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Mahayana (Zen) and Tibetan traditions.
Yaisha has studied several styles of yoga since 2004 in Puerto Rico, India, and the U.S. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two Iyengar Yoga teachers. In the U.S., she studied with Judith Lasater (2011), who brought the restorative yoga system to America; with Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; with Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar Yoga system, and with Mary Obendorfer (2011) senior teacher of the Iyengar Yoga system and co-director of the B.K.S. Yoga Centers of San Diego. She also taught restorative yoga in Puerto Rico for two years (2008-2010), and had students when she lived in India (2010) and Missouri (2011).
She began studying mindfulness in 2011 with Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned Buddhist psychologist Jack Kornfield. Kornfield is of the key figures in bringing mindfulness and the Buddhist Theravada tradition (Vipassana) to the West. Among Yaisha’s mindfulness teachers are Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneer researcher of self-compassion), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein, and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived close to Deer Park Monastery in Escondido, California, founded by Thich Nhat Hanh in the tradition of Plum Village, where she practiced every week and did three mindfulness retreats. Also, since 2011 she as attended mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (current director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018). She has belonged to the meditation sanghas of Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; and also, to Insight SD (2015-2016) in San Diego, California, Four-Fold Sangha in Deer Park Monastery in Escondido, California (2015-2016), the Puerto Rico Zen Center (2015-2018) and the Puerto Rizo Soto Zen Center of Cupey (2018). She studied with inter-spiritual teacher and writer Mirabai Starr in 2015 and took mindful writing courses with Amy Spies in Insight LA in Los Angeles, California (2016).
She is currently a student in the first class of the Mindfulness Meditation Teacher Certification Program, of which the main teachers are Buddhist psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. She will be certified in 2019 by the Awareness Training Institute and the Greater Good Science Center in California.
She is a skilled radio host, public speaker, writer, editor, translator, and proofreader in both English and Spanish. She has translated, edited, and proofread translations for booklets and books for Daily Word / La Palabra Diaria, Unity World Headquarters in Missouri, Al‑Anon Family Groups, in Virginia; the headquarters for the Centers for Spiritual Living, the philosophy of The Science of Mind by Ernest Holmes, in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico; Newsela Inc., in the U.S. and the Center for Investigative Journalism in Puerto Rico.
She writes, edits, and translates in both languages about the topics mentioned above. Yaisha is the owner of the website www.mindfulwritings.com ❦
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