por Samadhi Yaisha / crónica publicada el domingo 20 de enero de 2013 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”
Una persona protestaba al otro lado del teléfono porque el producto que pidió llegó a su buzón con 30 días de antelación. La incredulidad me arrugó los labios. En la llamada anterior, otra persona se quejó de que el mismo producto no había llegado con un mes de anticipación, como era costumbre.
—Quiero que el correo me lo ponga en el buzón exactamente el día en que yo lo necesite—, escuché. Me puse una máscara de impavidez mientras me desesperaba ante lo que me parecía una exigencia ridícula. Tres supervisoras me dijeron que lo que el cliente pedía no era posible. Aún así, la persona pidió hablar con un superior: alguien debía entender que su orden era especial y que pagaría más dinero de ser necesario.
¡Pero y cuánta testarudez!, pensé. ¿Por qué no guarda el producto en una gaveta hasta que lo necesite?, escuchaba el chachareo en mi cabeza, mientras respiraba profundo y fuerte, aprisionando mis pensamientos para no se fugaran por entre mis dientes.
¿De dónde vienen las peticiones irrazonables?
Había aprendido a observar que cada llamada, carta o comunicación que recibía traía un mensaje sobre mi estado de conciencia en ese instante. ¿En qué momento he hecho reclamos irrazonables?, me pregunté. Tres puntos suspensivos después, me confesé. Había estado al otro lado del teléfono muchísimas veces, exigiendo que la vida fuera perfecta. Esperaba que los demás llenaran mis necesidades en el nanosegundo exacto y la medida acertada, o de lo contrario, significaba que no me amaban de veras, lo suficiente o en lo absoluto. ¡Por eso aquella llamada! ¡Todo lo que yo había exigido y gritado hasta enrojecerme la vena yugular era que necesitaba amor en un lenguaje en que yo pudiera entenderlo! Y para aquella persona, sentirse apreciada significaba recibir su producto en el buzón solamente el día en que iba a necesitarlo… por más absurdo que eso me pareciera a mí.
¿Qué me hubiese gustado que me dijeran cuando que pedía algo irrazonable? La cliente que llamó esperaba recibir una publicación que le proveería apoyo y un sentido de aceptación. Su solicitud irrascible me dejaba ver que ella quería ese mismo respaldo por teléfono. Así encontré la respuesta, sin preocuparme por formalismos: “Aunque no podamos proveer exactamente lo que quieres porque está fuera de nuestras manos, tienes nuestra aceptación y cariño siempre. Te queremos mucho”. ¡Cuántas veces ansié escuchar eso!
Exigir amor en el lugar “equivocado”
Entendí que cuando alguien me pedía lo imposible, expresaba su grito interno de querer sentirse amada o amado. Es común que las personas codependientes busquemos llenar necesidades donde no es posible satisfacerlas y pedirlo a quienes no pueden proveer lo que queremos. Es sentarse bajo un guayabo a esperar guanábanas; exigir en una ferretería que nos vendan joyería Swarovski y luego criticar que no la tengan disponible. Quejarse se convierte en algo rutinario y taladrar a los demás por nuestra infelicidad interior se vuelve costumbre.
El origen de la insatisfacción
Muchos aprendimos que si hacíamos las cosas de cierta manera, obtendríamos los resultados esperados y seríamos felices. Es un principio utilizado, por ejemplo, por la publicidad. Si compras tal producto, serás feliz y pleno. Sin embargo, el sentido de vacío siempre regresa y buscamos llenarlo con algo más. Creemos que la solución está en cambiar de trabajo, de carrera, de pareja, de amigos, cambiar los políticos, la conducta de los demás o consumir una sustancia que nos eleve al éxtasis. Queremos más y más de aquello que nos otorgó esa plenitud efímera, pero ese mismo elemento es cada vez menos satisfactorio, hasta el momento en que comienza a hacernos daño. Aún así lo buscamos con la expectativa de aquella primera experiencia, incluso cuando ha pasado de ser placentera a convertirse en adicción y dolor.
Poco antes de esa llamada, escuché por primera vez el concepto de “dukkha”, una palabra en idioma pali o sánscrito que generalmente se traduce como “sufrimiento”. Sentada en la comunidad en la que me adentraba a practicar meditación Vipassana, escuché al instructor Robert Brumet definir “dukkha” como “insatisfacción”, “infelicidad”, “estrés” o “frustración”.
Brumet explicó que “dukkha” es como el eje que no encaja bien en una rueda, y hace que ésta chirríe, rechine y brinque con el movimiento. (Foto por rgbstock.com)
“(Dukkha) es realmente la médula de la condición humana, en el sentido más profundo de la palabra. Sí tenemos periodos en los que estamos satisfechos momentáneamente, pero sabemos que esa satisfacción es fugaz… Brincamos de una experiencia a otra solo para encontrar que cada una, si no es algo vacío, es en el mejor de los casos, una dosis temporera. No hemos encontrado nada en el mundo de las formas o en la mente que realmente nos provea aquello que buscamos. Así que ese sentimiento de ansiedad, ese sentido de insatisfacción está contenido en la palabra ‘dukkha’”, dijo Brumet.
Relató la historia de Siddhartha Gautama, el príncipe que vivió hace 2,500 años y para quien todas las posesiones materiales y placeres terrenales no fueron suficientes. Así que lo dejó todo y se fue a meditar. Gautama fue quien describió el concepto de “dukkha” y explicó que este tiene una razón: “tanha”, palabra sánscrita que se traduce como “sed”, a veces “deseo”. Según Brumet, más bien es “el tipo de sed que nunca se sacia… como la ansiedad de un alcohólico por un trago”. Así me sentía yo con la comida y las relaciones interpersonales: una insatisfacción existencial para la cual durante muchos años la respuesta fue “‘such is life’, brega con eso”.
Sin embargo, Brumet nos invitó a ver que era posible superar la insatisfacción y la ansiedad compulsiva, básicamente entendiendo sus orígenes a través de la práctica de meditar. Esa fue mi introducción a las cuatro nobles verdades del budismo, las que resumí de la siguiente manera: 1) hay insatisfacción en el mundo, 2) la causa es ansiedad compulsiva, 3) es posible superar la insatisfacción, 4) la solución es meditar.
spiritrock.org
No quise adentrarme en más conceptos ni enredarme en dogmas. Mi punto de vista era el camino de una buscadora, y lo único que necesitaba saber en ese momento era que mi mente y mi intuición entendían la meditación Vipassana, quizás porque con ella utilizaba palabras descriptivas. Cuando identificaba en qué parte de mi cuerpo sentía una emoción y le ponía un nombre específico a cada sensación, esta me atravesaba como si mi cuerpo estuviese hecho de gelatina. Tras ello, experimentaba liberación. Parte de lo que me había provocado sufrimiento en el pasado era no entender el origen de mis emociones, no reconocerlas y reprimirlas porque resultaban ser inconvenientes para mí o los demás. Nos sentábamos en grupo a observar pensamientos y emociones sin juzgar a la mente; ser humana no era una fuente de condenación ni culpas, era solo una experiencia.
Todo comenzaba por sentarme a respirar y entender poco a poco que la satisfacción que buscaba no solo estaba en mi interior. Yo misma y la divinidad en mí eran aquello que perseguía incansablemente, las respuestas que me eludían, mi “eslabón perdido”.
¿Cómo logro ver que soy suficiente?
Era la misma interrogante de cómo logro amarme a mí misma. Solo que esta vez di un pequeño paso más. Si tenía la expectativa de que hallar esa experiencia sublime de amor propio sería como lanzarme en un paracaídas interior, este paso fue pararme en la puerta del avión. Al encontrar el camino hacia mí misma, dejaría de esperar que otros satisfacieran mis necesidades y dejaría de culparlos por no hacerlo. Mi estado emocional no dependería de las reacciones, estados mentales, emocionales o expectativas de los demás. Sería libre, ya no como una aspiración en el papel, sino verdaderamente. Así que me senté a meditar en un solo lugar y a poner mi atención en la respiración, una vez y otra vez.
(English below)
Periodista, columnista y practicante e instructora de mindfulness. Tiene nueve años de experiencia en la cobertura de noticias generales (1999-2008) y diez años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2018). Como periodista de temas generales, fue reportera de WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), redactora para la Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y reportera para The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007).
Desde el 2010, ha sido la autora de la columna “90 días”, que se publica en el periódico El Nuevo Día, la cual narra la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida.
En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Harvey, editora anterior de la revista. Aún escribe para ese medio. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
Yaisha ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg. Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y realizó tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en retiros de mindfulness con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (actual director de Insight Santa Cruz, 2016, 2018). Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) y el Centro de Zen Soto de Cupey (2018). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016).
Actualmente, realiza una certificación en mindfulness a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach, la cual será otorgada en el 2019 por el Awareness Training Institute y el Greater Good Science Center en California.
Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria, la Sede Central de Unity, en Missouri; Al‑Anon Family Groups, en Virginia; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico; Newsela Inc., en Estados Unidos, y el Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico.
Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Es dueña del sitio web www.mindfulwritings.com ❦
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❦ Journalist, columnist, and mindfulness meditation practitioner and instructor. Yaisha has nine years of experience in hard-news coverage (1999-2008) and ten years of experience specifically in holistic health topics (2008-2018). As a hard-news journalist, she was a reporter for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), a writer for EFE International Spanish News Agency (2003-2005) and a reporter for The Associated Press (2005-2008). She earned awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008) and Laura Rivera Meléndez Foundation (2007).
Since 2010, she has been the author of the column “90 días”, published by the Puerto Rican mainstream journal El Nuevo Día, in which she narrates the daring journey of a spiritual seeker to find deep and definite healing and meaning.
In 2012 she began writing for the Daily Word / La Palabra Diaria magazine, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Harvey, former editor of the magazine. She still writes for Daily Word. She has also published articles on Vibra Bien Magazine and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters at Unity Village, Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word/La Palabra Diaria.
A native Puerto Rican, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, Unity School of Practical Christianity and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Mahayana (Zen) and Tibetan traditions.
Yaisha has studied several styles of yoga since 2004 in Puerto Rico, India, and the U.S. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two Iyengar Yoga teachers. In the U.S., she studied with Judith Lasater (2011), who brought the restorative yoga system to America; with Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; with Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar Yoga system, and with Mary Obendorfer (2011) senior teacher of the Iyengar Yoga system and co-director of the B.K.S. Yoga Centers of San Diego. She also taught restorative yoga in Puerto Rico for two years (2008-2010), and had students when she lived in India (2010) and Missouri (2011).
She began studying mindfulness in 2011 with Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned Buddhist psychologist Jack Kornfield. Kornfield is of the key figures in bringing mindfulness and the Buddhist Theravada tradition (Vipassana) to the West. Among Yaisha’s mindfulness teachers are Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneer researcher of self-compassion), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein, and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived close to Deer Park Monastery in Escondido, California, founded by Thich Nhat Hanh in the tradition of Plum Village, where she practiced every week and did three mindfulness retreats. Also, since 2011 she as attended mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (current director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018). She has belonged to the meditation sanghas of Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; and also, to Insight SD (2015-2016) in San Diego, California, Four-Fold Sangha in Deer Park Monastery in Escondido, California (2015-2016), the Puerto Rico Zen Center (2015-2018) and the Puerto Rizo Soto Zen Center of Cupey (2018). She studied with inter-spiritual teacher and writer Mirabai Starr in 2015 and took mindful writing courses with Amy Spies in Insight LA in Los Angeles, California (2016).
She is currently a student in the first class of the Mindfulness Meditation Teacher Certification Program, of which the main teachers are Buddhist psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. She will be certified in 2019 by the Awareness Training Institute and the Greater Good Science Center in California.
She is a skilled radio host, public speaker, writer, editor, translator, and proofreader in both English and Spanish. She has translated, edited, and proofread translations for booklets and books for Daily Word / La Palabra Diaria, Unity World Headquarters in Missouri, Al‑Anon Family Groups, in Virginia; the headquarters for the Centers for Spiritual Living, the philosophy of The Science of Mind by Ernest Holmes, in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico; Newsela Inc., in the U.S. and the Center for Investigative Journalism in Puerto Rico.
She writes, edits, and translates in both languages about the topics mentioned above. Yaisha is the owner of the website www.mindfulwritings.com ❦
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4 Comments
Como siempre, todo un gusto leerte. Y al leer esto veo que me muevo hacia delante y atrás provocando no avanzar. La mayoría de las veces cuando el dukkha aparece me refugio en la comida. Aún no he identificado realmente lo que me tiene en el yoyo pero ya llegará su momento. Comencé el taller que algún día terminaré pero ahora no estoy lo suficientemente fortalecida. Pero como alguna vez me dijiste:”Donde estas, estas bien”. Gracias por el arículo.
Los posts están aquí en el blog, en la sección de talleres, para que los hagas a tu ritmo. Me encantaría que algún día podamos hacer el libro que sugeriste. 🙂
Me identifico totalmente, de momento me he quedado con tres meditaciones de Osho, me funcionan, y no tengo motivos para cambiarlas, la de la mañana, estar alerta en todo lo que hago, y no dejar que mis pensamientos vayan a otro sitio mientras realizo alguna actividad, estoy ahí, entregada en lo que hago. Las respiraciones funcionan de maravilla, y la otra que practico, es la danza sufí, dar vueltas hasta quedar exhausta. siempre he intentado tener empatía con las personas, cuando no puede ser, dejo que las cosas sigan su curso, esto lo he aprendido con mis lecturas de Osho. Antes no era así, todo se aprende afortunadamente si queremos y ponemos todo nuestro empeño en ello. Amor y Luz.. Me ha gustado leerte como siempre, un verdadero placer. Namasté
Como siempre, todo un gusto leerte. Y al leer esto veo que me muevo hacia delante y atrás provocando no avanzar. La mayoría de las veces cuando el dukkha aparece me refugio en la comida. Aún no he identificado realmente lo que me tiene en el yoyo pero ya llegará su momento. Comencé el taller que algún día terminaré pero ahora no estoy lo suficientemente fortalecida. Pero como alguna vez me dijiste:”Donde estas, estas bien”. Gracias por el arículo.
Los posts están aquí en el blog, en la sección de talleres, para que los hagas a tu ritmo. Me encantaría que algún día podamos hacer el libro que sugeriste. 🙂
Me identifico totalmente, de momento me he quedado con tres meditaciones de Osho, me funcionan, y no tengo motivos para cambiarlas, la de la mañana, estar alerta en todo lo que hago, y no dejar que mis pensamientos vayan a otro sitio mientras realizo alguna actividad, estoy ahí, entregada en lo que hago. Las respiraciones funcionan de maravilla, y la otra que practico, es la danza sufí, dar vueltas hasta quedar exhausta. siempre he intentado tener empatía con las personas, cuando no puede ser, dejo que las cosas sigan su curso, esto lo he aprendido con mis lecturas de Osho. Antes no era así, todo se aprende afortunadamente si queremos y ponemos todo nuestro empeño en ello. Amor y Luz.. Me ha gustado leerte como siempre, un verdadero placer. Namasté
Interesantes tus articulos. Pondré algunos en practica, pues necesito sanar mí interior y sacar la codependencia de mí vida.