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El clavel que te regalo soy yo misma,
con mis ganas de pertenecer a tu mirada
más allá del pago y el recibo de rigor:
conectémonos.
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A mi madre le llevaba la flor
que admirabas curiosa en mi bolso planetario.
Ni caso me hacías, pero la flor,
fue tuya antes que yo.
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Me mirabas dudosa.
“Esta chica colorida en esta ciudad tan plana”,
decía la expresión de tus cejas.
Dudas que existamos lo optimistas obstinados.
Yo insistía en ver el Sol.
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Y casi me fui sin verme en tus ojos
triste por tu cortedad de modales
que disimulaban pavor a verte en los ojos de otros:
conectémonos….
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Pero me topé con todas tus reglas;
la mano distante y el recibo de rigor.
“Gracias”, dije, y bajé la cabeza.
Ahí estaba el clavel que me clamaba entregártelo — esperanza.
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¡Que no! – le dije.
-Eres para mi madre- lo acallé.
-Quiero quedarme aquí, con ella- me respondió.
Se detuvieron mis pies, bajé los hombros, exhalé entendimiento.
Que escuchar a un clavel escoger a su humano no es poca cosa.
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Entré de nuevo a la tienda.
-Este clavel es para ti- le dije a ella.
¿Es posible escuchar a un clavel sonreír?
Yo juro que sí.
En medio de una planicie de concreto,
parada en el mostrador de una gasolinera,
me sonrió y le sonreí.
Nos conectamos.
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Noviembre 2012
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Gracias Samadhi Yaisha por tu poesía, maravillosa,tienes tanto dentro, me parece fascinante.
Con toda mi buena intención, Bendiciones, amor y Luz.
Gracias por tu lectura y por tus comentarios. Me emociona tanto que haya alguien leyendo mis cosas constantemente desde el otro lado del mundo. Me hace sentir tan agradecida. 🙂