90 días: ¿Regresar a Puerto Rico?

Texto por Yaisha Vargas-Pérez, publicado el 6 de noviembre de 2016 en el diario puertorriqueño El Nuevo Día

 

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Foto por wikimedia commons

 

Miraba desde la diáspora cómo se destripaba mi país, y sin embargo, no sentía miedo. Esa había sido yo seis años antes, al borde de la bancarrota económica y en quiebra en todas las demás áreas de mi vida.

¿Regresar a Puerto Rico?, pregunté dentro de mí y, de inmediato, una ola de paz me bañó el alma. Había vivido, visitado o trabajado en seis ciudades de tres países, me había mudado nueve veces, había estudiado profundamente o asistido a talleres con más de 25 maestros espirituales reconocidos. Fui desenterrando todo mi dolor, capítulo por capítulo, hasta la que se me acabó el fondo del fondo. “Ya aprendiste lo que necesitabas aprender hasta aquí. Ya sanaste”, me susurró mi voz interior cuando pregunté cuál sería mi próximo destino. “Tu familia te ha estado esperando. Siempre te han estado esperando”, me dijo unos meses antes, diáfana, mostrándome imágenes del pueblo de mi mamá en Bayamón, Puerto Rico. Yo no quería que mi viaje terminara. “Necesito un (monasterio como) Deer Park”, mi refugio espiritual. “Te lo llevas contigo”, me dijo una amiga meditadora cuando le conté.

Meses antes, había notado que el viaje de sanación parecía llegar a su fin. Había hecho las paces con la gran mayoría de mis controversias internas. Siempre quedaría algo, es parte de la condición humana. Mientras trataba de alargar mi estadía en California, mi gatichurri Romeo se enfermó seriamente. Mi papá había superado varias crisis de salud y yo viajaba constantemente a verlo. Necesitaba que los dos estuviesen en el mismo lugar. En tres de las cuatro viviendas que habité en San Diego, encontré situaciones hostiles. Aprendí a manejar los sentimientos de fracaso por no tener un hogar usando la meditación.

La vida me enviaba mensajes constantes para que regresara. Tomé talleres de escritura introspectiva en Los Ángeles con Amy Spies, maestra y escritora de cine, televisión y medios digitales, y graduada del Programa de Reducción de Estrés Basado en la Atención Plena de Insight L.A. Utilizó el esquema del camino del héroe para guiarnos en varias meditaciones. Cuando impartió el capítulo en el que el héroe regresa a casa, mi pluma se

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Taller de escritura introspectiva con Amy Spies en Los Ángeles. Foto por Yaisha Vargas-Pérez

derramó: “Veo de nuevo Tu hermosa luz magenta, tan majestuosa como la primera vez que Te vi, la primera vez que medité y nadie sabía lo que eras. Te busqué y Te busqué y todo el mundo me decía algo diferente, y nadie sabía lo que era esa luz. Pero mientras viajé y fallé y sané y grité de nuevo, lo único constante, la Voz reconfortante en mí, venía en el momento en el que Te llamaba. Era un color rosa fuerte que cambiaba a color vino y a violeta. Eras Tú, Hermoso Tú. Me quemé por completo antes de casarme contigo y fundirme en un éxtasis eterno. Ahora me guías de vuelta a casa porque ya he sanado. Déjame entregar el último vestigio de voluntariedad en tus brazos y no resistir hacia dónde me llevas: a la rendición, a dejarme ir, a la belleza y a la plenitud. Los quebrantamientos se han ido, o nunca estuve rota, solo creí que lo estaba”.

 

¿Voy con las manos vacías? ¿Qué llevaría de vuelta a mi país? Mi maestro de meditación introspectiva Robert Brumet me había enseñado que, a medida que mi voluntariedad se disolviera y me dejara habitar por la naturaleza búdica (o divina), florecerían cosas nuevas en mí, igual que el ADN contiene la información de cómo se desarrolla una planta. Así había sido. Escuchando y escribiendo, había publicado mensajes inspiradores en la revista “Daily Word”, me pidieron que fuera su editora asociada durante dos años y que estuviera a cargo de montar la publicación durante los cinco meses de una transición editorial. De esa experiencia y mientras aún vivía en Unity Village, nació Mindful Writings & Translation, una plataforma que me permite exportar mis servicios y trabajar desde cualquier parte del planeta. Solo necesito una laptop y acceso a la internet. Confiar en un Poder Superior que me habita, me dio el regalo de una independencia emocional que se tradujo en independencia económica. Regresaría con eso y con un corazón sano. ¿Acaso era poco?

Columna del 6 de noviembre de 2016 en El Nuevo Día

En Facebook: Busca el grupo “90 días: Una jornada para sanar” y el FanPage Yaisha Vargas

En Twitter: @SamadhiYaisha

2 Comments

  1. ¡Bienvenida a tu Casa! A tu terruño, al verde, a los amaneceres bellos y a las nubes hermosas… a escuchar el coquí y bañarte en el mar o en el río. Siempre es emocionante escucharte. Me pareció verte en una foto en Peñuelas, Peñuelas duele…La solución es que repartan las cenizas entre los 78 Municipios, si Peñuelas sufre que suframos todos… así tu verás que se acaba la discusión y las cenizas porque no es justo, ni lo será jamás que se envenene la gente con polvo del carbón. Entonces todos estarán de acuerdo y no las permitirán.
    Gracias por iluminar el sendero.
    María M.

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