Por Samadhi Yaisha/crónica publicada el domingo 11 de noviembre de 2012 en el diario puertorriqueño El Nuevo Día
Pintura “Las dos Fridas” (1939) en el Museo de Arte Moderno en la Ciudad de México.
Como un millón de tenedores de aluminio raspando ventanas de metal. Una pintura cortante de Frida Kahlo. Así se sintió en mi cerebro arrancar la adicción del azúcar por segunda vez. Ojalá que sea la definitiva.
Un año después, viviendo un día a la vez, no me queda duda de que el azúcar refinado es un químico tan fuerte como cualquier droga. Además de predisposiciones genéticas, la conducta codependiente precedió a esta adicción.
“Todas las mujeres que aman demasiado cargan con la acumulación emocional de experiencias que podrían llevarlas a abusar de sustancias que alteran la mente a fin de escapar de sus sentimientos… El azúcar refinado no es una comida sino una droga. No tiene valor alimenticio; sólo calorías vacías. Puede alterar en forma dramática la química cerebral y es una sustancia altamente adictiva para mucha gente”, indica la terapeuta Robin Norwood en su libro “Las mujeres que aman demasiado”.
La batalla
Con cinco días de abstinencia, la victoria parecía imposible. En vez de querer comer, perdí el apetito porque mi esófago se retorcía. Escribí en mi diario: “Siento como si un ‘alien’ viviera en mí y me golpeara entre el pecho y la barriga sin cesar”. Me abrumaban pensamientos negativos sobre mí misma; eran una avalancha de lodo, un ‘bulldozer’ que me atropellaba. Libré una guerra contra una vieja programación de autorechazo que me susurraba: “No vales nada. Tu madre te abandonó por muerte. Ni siquiera tu madre espiritual te soportó. Nadie te aguanta”.
By Nevit Dilmen [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)%5D, via Wikimedia CommonsY aunque gritara “¡basta!”, aquella cosa me succionaba como un bloque de hierro hacia una fosa marina. Desenterró recuerdos de que el desorden de alimentación comenzó siendo pequeña. Privarme de comer y hacer dietas rigurosas fueron mi respuesta psicológica a la exigencia de sacar notas perfectas. Como no podía controlar mis resultados académicos por más que estudiara, comencé a controlar la comida.
Norwood también habla de esa característica codependiente: “Buscando recompensarse por todos sus esfuerzos y, además, tratando de sofocar la ira y el resentimiento que bullen en su interior, es probable que empiece a usar la comida como droga tranquilizante. O bien puede descuidar seriamente su alimentación… ‘No tengo tiempo de comer’”.
Fue necesario saber lo que había pasado, no para adjudicar culpas, sino para asumir responsabilidad en mi vida presente. Sólo yo podía salir de allí.
Solidaridad y esperanza
Me agarré de la experiencia de otras mujeres que consideraba titanas de su recuperación. Myrtle Fillmore sanó su tuberculosis en el siglo 19 -cuando no había cura- mediante cambios en sus alimentación, en su relación consigo misma y su conexión divina; la autora Melodie Beattie se armó de herramientas para salir de las drogas y el alcoholismo; y Lovey Jane, una maestra veganismo crudo que conocí en Kansas City, se curó a sí misma de un cáncer inoperable. Todas tenían un denominador común: no esperaron a que nadie las rescatara, salieron del hoyo ellas mismas. Convirtieron su terquedad en determinación.
Y yo siempre fui obstinada; así que lo utilicé a mi favor. Me rodeé de narraciones sobre recuperación. Asistí sin tregua a grupos de apoyo. Mientras me preguntaba “cómo salgo del abismo”, escuchaba a otras mujeres hablar de un poder superior que ya no les permitía herirse a sí mismas con la comida. Estaban seguras que esa fuerza mayor les devolvía la sanidad.
Creer. Ahí estaba la cuestión. Creer que podía sanar y que la presencia divina que respiraba en mí realmente quería ayudarme. Acepté que yo había sido deshonesta con la comida durante toda mi vida. Con mis acciones de descuido, le decía a mi subconsciente que no valía la pena luchar por mí. Autosabotaje.
La escalera para salir estaba construida con ejercicios diarios. Al seguir un plan de alimentación sin cambiarlo por capricho, al pesar y medir los alimentos, y al no brincar ninguna comida, construía honestidad en mi interior. Leer y escribir sobre recuperación todos los días me mantenía conectada a la experiencia sanadora de otros. Escribir y compartir mis emociones me alejaba de la nevera y los puntos de azúcar. Al conversar diariamente con quienes se recuperaban e iban a reuniones, mantenía el
By George Gastin (Own work) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)%5D, via Wikimedia Commonscontacto humano que es vital para sanar. El ánimo incesante –“¡Sigue! ¡No te rajes! ¡No te quites”– fue fundamental. Poco tiempo después, comencé a experimentar algo que jamás había tenido: una columna vertebral emocional. Un espinazo edificado mediante la solidaridad. Rescaté mi autoestima del fango.
Una amiga me anticipó: “Le estás poniendo un límite a la enfermedad. Pronto va a dejar de pegarte, y es como si la pusieras en una cajita. Una vez cierres la caja, ella se va ir a dormir”. Me miró con franqueza y me advirtió: “Ya no la despiertes”.
Decidí creer que sí podía sanar y hallar en mí a la naturaleza divina que existe en cada ser humano, más allá de la psicología y el condicionamiento. La parte de mí que no podía ser dañada y permanecía inmutable. Yo la denominaba mi “eslabón perdido”. Ella era mi objetivo supremo.
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Dispuesta a todo
Buscando esa conexión, asistí a un retiro de meditación Vipassana, o meditación de conocimiento intuitivo. Durante cuatro días nos sentamos en silencio a observar e investigar nuestra experiencia humana, cualquiera que ésta fuera; sin juicios, rechazos o apegos.
Había conocido al reverendo Robert Brumet a través de su libro “Al encontrarte en transición”, el cual me ayudó a mantenerme a flote cuando dejé mi carrera.
Durante el retiro le expresé que, pese a todos mis intentos, la herida interior no cicatrizaba. Al menos ahora, en vez sentirla como un extenso valle de pus y sangre, era una hondonada reseca. Escuchó con paciencia, y cuando seguí hablándole de lo mucho que dolía, me preguntó:
-¿Qué pasa si la atraviesas y pasas al otro lado?-
Nadie me había propuesto eso. Fruncí el ceño y cerré los ojos. Allí estaba el tajo; una hendidura abstracta. Sin pensarlo, me lancé al vacío interior. No puedo describir con palabras lo que vi, o más bien, lo que no vi. Sólo sé que flotaba, pero no era un lugar, y mi mente no entendía aquello. Mis lágrimas se detuvieron. Abrí los ojos, sacudí un poco mi cabeza, y miré al ministro sorprendida.
-¡No hay nada!- le dije.
Él sólo asintió, como si conociera lo que yo había “visto”, y continuó observándome. Al mirar sus ojos percibí ese mismo espacio de “nada” que mi mente racional no entendía. Cerré los ojos nuevamente…nada. “Miré” en todas direcciones en aquel hueco. ¡Nada!
Por aquella experiencia, seguí practicando Vipassana. Encontré en aquella comunidad espiritual un espacio libre de críticas para investigar mi ser.
Contar cómo sanamos
En los grupos de recuperación compartíamos lo que nos ayudaba. Ya no se valía autocastigarse. Nos habían mentido haciéndonos creer que no éramos suficientes, así que cambiamos el discurso. En vez de contar cómo nos regodeábamos en el pantano, narrábamos lo que nos ayudaba a sanar.
(English below)
Periodista, columnista y practicante e instructora de mindfulness. Tiene nueve años de experiencia en la cobertura de noticias generales (1999-2008) y diez años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2018). Como periodista de temas generales, fue reportera de WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), redactora para la Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y reportera para The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007).
Desde el 2010, ha sido la autora de la columna “90 días”, que se publica en el periódico El Nuevo Día, la cual narra la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida.
En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Harvey, editora anterior de la revista. Aún escribe para ese medio. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
Yaisha ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg. Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y realizó tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en retiros de mindfulness con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (actual director de Insight Santa Cruz, 2016, 2018). Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) y el Centro de Zen Soto de Cupey (2018). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016).
Actualmente, realiza una certificación en mindfulness a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach, la cual será otorgada en el 2019 por el Awareness Training Institute y el Greater Good Science Center en California.
Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria, la Sede Central de Unity, en Missouri; Al‑Anon Family Groups, en Virginia; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico; Newsela Inc., en Estados Unidos, y el Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico.
Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Es dueña del sitio web www.mindfulwritings.com ❦
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❦ Journalist, columnist, and mindfulness meditation practitioner and instructor. Yaisha has nine years of experience in hard-news coverage (1999-2008) and ten years of experience specifically in holistic health topics (2008-2018). As a hard-news journalist, she was a reporter for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), a writer for EFE International Spanish News Agency (2003-2005) and a reporter for The Associated Press (2005-2008). She earned awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008) and Laura Rivera Meléndez Foundation (2007).
Since 2010, she has been the author of the column “90 días”, published by the Puerto Rican mainstream journal El Nuevo Día, in which she narrates the daring journey of a spiritual seeker to find deep and definite healing and meaning.
In 2012 she began writing for the Daily Word / La Palabra Diaria magazine, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Harvey, former editor of the magazine. She still writes for Daily Word. She has also published articles on Vibra Bien Magazine and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters at Unity Village, Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word/La Palabra Diaria.
A native Puerto Rican, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, Unity School of Practical Christianity and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Mahayana (Zen) and Tibetan traditions.
Yaisha has studied several styles of yoga since 2004 in Puerto Rico, India, and the U.S. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two Iyengar Yoga teachers. In the U.S., she studied with Judith Lasater (2011), who brought the restorative yoga system to America; with Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; with Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar Yoga system, and with Mary Obendorfer (2011) senior teacher of the Iyengar Yoga system and co-director of the B.K.S. Yoga Centers of San Diego. She also taught restorative yoga in Puerto Rico for two years (2008-2010), and had students when she lived in India (2010) and Missouri (2011).
She began studying mindfulness in 2011 with Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned Buddhist psychologist Jack Kornfield. Kornfield is of the key figures in bringing mindfulness and the Buddhist Theravada tradition (Vipassana) to the West. Among Yaisha’s mindfulness teachers are Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneer researcher of self-compassion), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein, and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived close to Deer Park Monastery in Escondido, California, founded by Thich Nhat Hanh in the tradition of Plum Village, where she practiced every week and did three mindfulness retreats. Also, since 2011 she as attended mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (current director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018). She has belonged to the meditation sanghas of Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; and also, to Insight SD (2015-2016) in San Diego, California, Four-Fold Sangha in Deer Park Monastery in Escondido, California (2015-2016), the Puerto Rico Zen Center (2015-2018) and the Puerto Rizo Soto Zen Center of Cupey (2018). She studied with inter-spiritual teacher and writer Mirabai Starr in 2015 and took mindful writing courses with Amy Spies in Insight LA in Los Angeles, California (2016).
She is currently a student in the first class of the Mindfulness Meditation Teacher Certification Program, of which the main teachers are Buddhist psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. She will be certified in 2019 by the Awareness Training Institute and the Greater Good Science Center in California.
She is a skilled radio host, public speaker, writer, editor, translator, and proofreader in both English and Spanish. She has translated, edited, and proofread translations for booklets and books for Daily Word / La Palabra Diaria, Unity World Headquarters in Missouri, Al‑Anon Family Groups, in Virginia; the headquarters for the Centers for Spiritual Living, the philosophy of The Science of Mind by Ernest Holmes, in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico; Newsela Inc., in the U.S. and the Center for Investigative Journalism in Puerto Rico.
She writes, edits, and translates in both languages about the topics mentioned above. Yaisha is the owner of the website www.mindfulwritings.com ❦
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