por Samadhi Yaisha/una versión de esta crónica fue publicada en el diario El Nuevo Día el domingo 1 de mayo de 2011
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“Es que no puede ser que no queden esperanzas”.
Miraba por la ventana del taxi. Las luces de halógeno naranja hacían la noche más triste. Tenía demasiado equipaje como para moverme en un autorikshaw impetuoso y sin puertas — con el riesgo añadido de ver las maletas volar por la calle. Prácticamente había huido del ashram. Aunque dije que me iría ese viernes, no dije adiós. Todos estaban en el satsang, que siempre era obligatorio. Ya cerradas tras de mí las gigantescas puertas de metal, estaba sola en Puna, India. Mi único contacto era este taxista que acababa de conocer.
Había trazado la ruta en Google Maps. Ocho minutos de incertidumbre entre el ashram y el centro de Osho en Koregaon Park. Y mientras el taxista conducía por Conaught Road, veía por última vez el concesionario lujoso de Bavaria Motors, adyacente a edificios sin terminar pintados por el esmog, así como a algunas almas rotas que dormían en la calle.
Lo único que me llevaba de allí era la certeza de que había hecho más allá de lo que podía para que funcionara mi estadía. Me había entregado en trabajo hasta la extenuación. Intenté negociar al menos vivir en los apartamentos frente al ashram, para sólo asistir a un satsang en vez de los obligados tres al día y así poder dedicar más tiempo a las clases de yoga:
–Si no te quedas dentro del ashram, no podemos ayudarte a extender la visa — fue la respuesta que recibí.
Pedí reservar algunas horas de descanso y meditación, pero el sueño parecía ser un lujo en un ashram cuya filosofía es Seva, servicio a los pobres, según el Bhaghavad Gita. Cuando conseguía un día para meditar, tocaban a mi puerta para ver por qué no había bajado a la cocina, ido a los satsangs o a trabajar el día entero, y cuando explicaba que hacía práctica de silencio, me miraban con una rareza marciana. Yo me rascaba la cabeza. ¿No hablaba el gurú con insistencia de meditar tres horas en silencio? Sin embargo, no vi a ningún discípulo desprovisto de párpados desgajados de cansancio, una carga kármica ajena difícil de sobrellevar, ni libre de la tentación de sumergirse en los dulces para lidiar con ello. ¿Era acaso una glorificación de la codependencia? ¿Olvidarse y esquivar resolver los problemas propios para vaciarse en los demás hasta el deterioro? Fue la primera impresión que tuve cuando posé mis sandalias allí, además de la duda de poder sanar en un lugar en el que el termómetro de codependencia estaba igual que el mío: en números rojos.
Resolver situaciones por mí misma parecía desconcertarles:
— No tienes que preocuparte de nada, ¡ahora somos tu familia!
Ahora somos tu familia. Un eco que pegó severo en el equipaje más vulnerable que cargaba desde San Juan. La ficción de que había pertenecido a una familia espiritual me había hecho replicar por dentro, aunque no ser descortés con la ashramita que me sonreía inocente: “Por supuesto”.
Sí encontré una pequeña comunidad en la cocina; un asilo entre los vegetales que terminaban aniquilados en una piscina de aceite hirviente, azúcar, leche, harina y especias. Los primeros días, la desarmonía de que traía mis propias ollas y comida -y usaba sus hornillas- había logrado el descontento de las cocineras, que sentían su espacio invadido por una extranjera que, encima de ello, rechazaba la comida india. Me lo hacían saber pidiéndome que me moviera del medio todo el tiempo. Tomó varias semanas explicarles que mi estómago no era de este mundo, pelar muchas cebollas rojas con ellas, aprender algunas de sus palabras para decirles “hola, buenos días” y “las quiero mucho.” Ya hacia el final, almorzaba con ellas en el suelo, y cuando entraba en la cocina, me saludaban como las había saludado a ellas con insistencia: “¡Te quiero! Y un abrazo.
Las mujeres eran mayoría y dirigían muchos departamentos de la Misión.
— Tendremos una civilización en la que los sumos sacerdotes serán mujeres, no hombres. Entonces los hombres aprenderán — escuché las palabras del gurú en una conferencia ante universitarias que le preguntaron por qué el progreso en India no les había traído libertad en el matrimonio.
Palabras necesarias en un país en el que todavía las mujeres, incluso las graduadas de la universidad, terminaban encerradas limpiando la casa después de casadas. “Estudié un bachillerato en ayurveda y una maestría en yoga, pero me casé y ahora mi esposo no quiere que trabaje”, escuché a una estudiante de yoga en otra comunidad a la que asistía. Me aguanté la cara de espanto. Esa era la norma. Ese día admiré las palabras del gurú; pero más tarde desperté decepcionada a la contradicción en el trato hacia algunas de mis compañeras cercanas, supervisadas por un jefe varón. .Intentos de poner un límite saludable a 56 horas de trabajo semanales fueron fallidos, así que pedí no cubrir los eventos de la última semana que estuve allí. Cuando fui a recoger mis cosas:
— El jefe viene en unos minutos. Es mejor que no te vea — me advirtió una compañera con rostro de “sálvate”.
El taxi giró a la derecha en Sasson Road y luego a la izquierda en Bund Garden, una avenida ancha y galopante. Por allí había escuchado sobre un elefante que transitaba con el resto del ganado animal y metálico para alimentarse a diario en la misma intersección, pendulando alegremente trompa y rabo tras su rutina feliz.
Este hombre recuperó la vista gracias al trabajo de la misión.
Y sin embargo, el trabajo de aquella misión de parecía haber sido fundamental en el desarrollo de la ciudad: hospitales con atención de calidad a los pobres y escuelas con oportunidades a personas de diferentes castas, entre muchos otros servicios. En ello, sus misioneros eran audaces. Llegaban hasta aldeas remotas en el estado de Maharashtra –donde la gente desconocía la vida más allá de cultivar descalzos en sembradíos empantanados– buscando personas lisiadas y ciegas que necesitaran ayuda: les proveían prótesis ajustadas exactamente a sus necesidades y les devolvían la visión en los casos en los que era posible, sin pedirles ningún compromiso de conversión:
— Traten a cada persona pobre como si me estuvieran atendiendo a mí. No creo en la política, creo en la educación. Mi política es el servicio a los pobres — decía el gurú.
Hablaba yo con frecuencia con un conserje que mapeaba el suelo como hacen en India, con un paño enorme, eñangotado al ras de las losas, mojando y exprimiendo las manos en el agua gris. No tenía días libres, pero jamás lo vi carente de una sonrisa que percibía genuina. Un día le pregunté cómo era tan feliz en un trabajo duro y sin tiempo para sí. Hablaba inglés, pero no entendió mi pregunta; la formulé de varias maneras. Supuse que su contentura era porque estaba cobijado en el santuario de su maestro, y no había más alegría que servirle, y tras la jornada fatigosa, no mayor regocijo que cantarle.
Pero es que… me decía yo por dentro… yo había intentado con tantas ganas hacer lo mismo, servir a unos maestros, ser feliz haciendo tareas sencillas, dejar lejos a la juerga y el sufrimiento urbanos. ¿Por qué este chico sí podía quedarse flotando en la nube rosada de la que yo me había caído? Más sin embargo, había algo aniñado en su expresión, había algo infantil en la cotidianeidad de muchos devotos, como si decidir quedarse eternamente colgados de su guía espiritual les hubiese silenciado las alas, sin la posibilidad de volar fuera de las murallas mágicas que rodeaban al castillo blanquecino.
¿Necesitaba un gurú de ese hechizo para que su obra se expandiera tan ampliamente?
Bund Garden Road tenía ese giro extraño en Y a la derecha en un semáforo del área universitaria — herencia vehicular inglesa. Una mujer escuálida, de belleza disminuida por la miseria, que había visto pidiendo alimento para sus niños en la acera, ahora dormía con ellos en su cama de cartón y techo celeste.
Podía pensar lo mismo, ¿por qué yo aquí y ella allí? Mi pena parecía tan pequeña al lado de la suya y de la agonía del gurú que en 92 años había tolerado innumerables y dolorosos percances de salud; pero él le daba la bienvenida al sufrimiento con la creencia de que aliviaría el karma ajeno. Y una de sus formas más poderosas de hacerlo era dando gracias por cada desaveniencia; rindiendo sus resistencias.
— ¡¡Gracias Dios!! — lo había escuchado gritar sin cesar desde su silla de ruedas, animando a sus cientos de devotos a unírsele en una coral de alivio en el enorme salón de satsang. Incluso había sentido su presencia expandirse y descargar mis propias penas.
Pero en esos días corrió el rumor tenaz de que el maestro aguantaba tanto dolor que ya quería irse. ¿Y quién no? Su jornada de recuperación más reciente había sido apabullante.
— ¡Yo creo que no se va porque se ha dado cuenta que todavía estamos tan crudos! — me había confesado una discípula.
¿Y eso no era también esclavizarlo a él? ¿Que no se vaya porque los devotos temen crecer? Era tan fácil verlo en los demás y tan difícil verlo en mí. El resentimiento de un destierro espiritual sutil iba y venía en oleadas que anestesiaba con azúcar. No había límites en la comida porque tampoco los tenía en mí misma, carcomidos durante años por la codependencia: por eso trabajaba de más, comía de más, me entregaba de más. Resolver ese acertijo me tenía a un paso de la luz y la paz absolutas.
Una callejuela que cobijaba una pequeña pizzería italiana nos llevó finalmente al área de Koregaon Park. Reconocí la gasolinera Petrol Pump en la esquina; un bloque más a la derecha, estaríamos frente al centro de Osho.
Bajo la piel de un gurú hay un ser humano falible, con logros y fracasos, aciertos y contradicciones. Este mismo maestro –que no se llamaba a sí mismo gurú– recordaba que su caída reciente había sido un error de juicio. Eran sus devotos cautivados quienes necesitaban creer en él y en el futuro de su casta, exilada de Pakistán tras la independencia y Partición de India.
— Cada uno de ustedes tiene un gurú adentro. Yo no soy un líder, sino un buscador… No hay un ser humano en la Tierra que no haya cometido errores. Si lo encuentran, verán que camina dos pulgadas sobre el suelo…. Hay preguntas que quizás no pueda contestar, y si alguien siente que tiene una mejor respuesta, siéntase libre de pedir el micrófono.
En este asunto, este maestro había sido consistente desde la primera vez que lo vi. Insistía en que viéramos la verdad: que no necesitamos un intermediario para relacionarnos con Dios. Podría yo seguir buscando maestros espirituales toda la vida, pero todos tendrían huecos, porque ninguno era el Dios que yo buscaba. Otro enigma para resolver sola.
El taxista se pasó de la entrada y terminamos al final de una calle frondosa y sin salida. Crucé mis brazos. Entre comer de más y ayunar de tristeza, sentía que abrazaba mis huesos. “No puede ser que no queden esperanzas”, había dicho la heroína de El rescate inesperado, la historia que me había dado claves para salir de mis propios enredos en este viaje.
Finalmente, llegué al hotel Sunderban, el más contiguo y económico. Había una habitación disponible en el segundo piso: 105. Un 1 menos que el apartamento que había dejado en el Cobian’s Plaza en Santurce. Sonreí. Pero por supuesto, si yo había dicho en el otro ashram que posiblemente me iría a casa.
Abrí con una gruesa llave de aspecto medieval. Un maletero luchaba con una de mis valijas, más pesada que mis resquemores, semicargada de bloques de yoga. Solté maletas e incertidumbres. El alivio fue tal que me arrodillé y recosté mi cabeza en el terciopelo marrón de mi nueva cama.
— ¡Gracias Dios porque salí del ashram! ¡Porque en este momento me siento libre y feliz! — le conté a mi diario. Miré por la ventana de dos hojas. Había barullo y fiesta al otro lado de la verja. Eran los seguidores de Osho, que festejaban la noche por que sí.
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Biografía en español ❦
Instructora de mindfulness, traductora, editora, columnista y poeta. Es graduada de la primera clase del programa Mindfulness Meditation Teacher Certification Program a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach. La certificación fue otorgada en junio de 2019 por el Greater Good Science Center, adscrito a la Universidad de California en Berkeley, en asociación con Sounds True.
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Ha enseñado mindfulness y self-compassion en Sagrado Global, el Centro Sofía y la Biblioteca Madre María Teresa Guevara, los tres en la Universidad del Sagrado Corazón en Puerto Rico; Insight LA en Los Ángeles, California; el Colegio de Dietistas y Nutricionistas de Puerto Rico, la Asociación de Industriales de Puerto Rico, entre otras instituciones.
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Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), Andrea Castillo, Francisco Gable, Bhikkhu Analayo, Guy Armstrong, las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg . Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y participó en tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en 32 retiros o entrenamientos de mindfulness o vipassana con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018, 2020, 2021), Bob Stahl (exdirector de Insight Santa Cruz, 2016, 2018, 2020, 2021), Andrea Castillo y Bruni Dávila (Insight Retreat Center en Santa Cruz, California, 2019, 2020, 2021) Guy y Sally Armstrong (maestros seniors de Insight Meditation Society, 2020, 2021), Gil Fronsdal (fundador de Insight Meditation Center de Red Wood City, 2020, 2021). Pertecene a la sangha que dirige Mary Grace Orr. Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018), el Centro de Zen Soto de Cupey (2018), Dharma en Español de Andrea Castillo (2019-2021). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016, 2020, 2021).
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Antes de ser instructora de mindfulness, Yaisha Vargas fue periodista de "hard news" (1999-2008) para los medios WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007). Tiene 13 años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2021).
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Entre 2010 y 2020 fue autora de la columna “90 días”, que se publicó en el periódico El Nuevo Día, en la cual narró la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida. Como parte de esa búsqueda, viajó a India, España, Missouri (EE.UU.) y California (EE.UU.). Durante sus viajes, conoció a más de 25 maestros espirituales y oradores de diferentes tradiciones espirituales; trabajó como asociada de oración de Silent Unity en Unity Village, Missouri, y como representante de servicio al cliente de esa institución.
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En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria en Unity Village, Missouri, y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Roy Harvey, editora anterior de la revista. Daily Word / La Palabra Diaria ha sido publicada desde 1924, ha tenido hasta dos millones de lectores y se traduce a ocho idiomas. Como editora asociada, Yaisha estuvo a cargo de supervisar la traducción al español para los países hispanohablantes. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
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Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
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Ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
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Nació en Santurce, Puerto Rico, en 1977 y pasó la mayor parte de su niñez y adolescencia en el pueblo de Trujillo Alto. Se graduó como la valedictorian de su clase de escuela superior en el Colegio Nuestra Señora del Carmen en 1995 y su puntuación del College Board estuvo entre las primeras cien de ese año. Fue editora del periódico escolar "Reflejos" y coeditora del anuario. También se graduó Summa Cum Laude de su bachillerato en Comunicación con especialidades en Periodismo y Telecomunicaciones en la Universidad del Sagrado Corazón en Puerto Rico (1999). Fue galardonada con la Medalla Pórtico y con la Beca "Fondo de Estudiantes Excepcionales" (FEE) de esa institución. Su nombre aparece en el Dean's List (1998). Estudió dos Másters en redacción de guiones de cine en la Universitat Autònoma de Barcelona (2001) y en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Valencia (2002).
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Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria y la Sede Central de Unity en Missouri; la Oficina de Servicio Mundial de Al Anon Family Groups en Virginia; Barre Center for Buddhist Studies en Massachusetts; la Universidad de Zaragoza en España; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico, y Newsela Inc., en Estados Unidos.
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Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Ofrece sus servicios desde el sitio web www.amysticwriter.com.
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❦ (English bio) ❦
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Mindfulness instructor, translator, editor, columnist, and poet. She is a graduate of the first class Mindfulness Meditation Teacher Certification Program directed by renowned psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. The certification was awarded in June 2019 by the Greater Good Science Center at the University of California, Berkeley, in association with Sounds True.
She has taught mindfulness and self-compassion at Sagrado Global, Centro Sofía and the Madre María Teresa Guevara Library, all three at Universidad del Sagrado Corazón in Puerto Rico; Insight LA in Los Angeles, California; the Association of Dietitians and Nutritionists of Puerto Rico; the Puerto Rico Manufacturers Association, among other institutions.
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She began studying mindfulness in 2011 under the tutelage of Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned psychologist Jack Kornfield, one of the leading figures in bringing mindfulness and the Theravada tradition of Buddhism (vipassana) to the West. Yaisha's mindfulness teachers include Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneering self-compassion researcher), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporary of Ram Dass and Krishna Dass ), Andrea Castillo, Francisco Gable, Bhikkhu Analayo, Guy Armstrong, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived near Deer Park Monastery in California, founded by Thich Nhat Hanh in the Plum Village tradition, where she practiced every week and participated in three mindfulness retreats. In addition, since 2011 she has participated in 27 vipassana/mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield ( 2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018, 2020, 2021), Bob Stahl (former director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018, 2020, 2021), Andrea Castillo and Bruni Dávila (Insight Retreat Center in Santa Cruz, California, 2019, 2020, 2021) Guy and Sally Armstrong (senior teachers at Insight Meditation Society, 2020, 2021), Gil Fronsdal (founder Insight Meditation Center of Red Wood City, 2020, 2021). She belongs to the sangha led by Mary Grace Orr, and has belonged to several meditation sanghas, including Dharma en Español, led by Andrea Castillo (2019-2020); Unity sangha led by Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; as well as Insight San Diego (2015-2016) in California, Four-Fold Sangha at Deer Park Monastery, in Escondido, California (2015-2016), Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) and Centro de Zen Soto de Cupey (2018). She studied with interspiritual writer and teacher and Mirabai Starr in 2015, and took mindful writing courses with Amy Spies at Insight L.A. in Los Angeles, California (2016, 2020, 2021).
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Before being a mindfulness instructor, Yaisha Vargas was a "hard news" journalist (1999-2008) for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), EFE Spanish International News Agency (2003-2005) and The Associated Press (2005 -2008). She received awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008), and the Laura Rivera Meléndez Foundation (2007). She has 13 years of experience in specific coverage of holistic health topics (2008-2021).
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Between 2010 and 2020, she was author of the column "90 days," published in the newspaper El Nuevo Día, which recounted the courageous journey of a spiritual seeker to find total healing and a deep meaning in life. As part of that search, she traveled to India, Spain, Missouri (USA) and California (USA). During her travels, she met more than 25 spiritual teachers and speakers from different spiritual traditions; worked as a Silent Unity prayer associate in Unity Village, Missouri, and as a customer service representative for that institution.
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In 2012, she began writing for Daily Word / La Palabra Diaria magazine in Unity Village, Missouri, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Roy Harvey, former editor of the magazine. Daily Word / The Daily Word has been published since 1924, has had up to two million readers, and is translated into eight languages. As associate editor, Yaisha was in charge of overseeing the Spanish translation for Spanish-speaking countries. She has also written articles for Vibra Bien Magazine, and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters in Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word / La Palabra Diaria.
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Originally from Puerto Rico, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, the Unity School of Practical Christianity, and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Majaiana (Zen) and Tibetan traditions.
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She has studied various types of yoga since 2004 in Puerto Rico, India and the United States. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two graduate students from her teaching programs. In the United States, she studied with Judith Lasater (2011), who brought restorative yoga to America; Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar system, and Mary Obendorfer (2011), senior teacher in the Iyengar system and co-director of the B.K.S. Iyengar in San Diego. He also taught restorative yoga classes for two years in Puerto Rico (2008-2010) and had students when he lived in India (2010) and Missouri (2011).
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She was born in Santurce, Puerto Rico, in 1977 and spent most of her childhood and adolescence in the town of Trujillo Alto. She graduated as the valedictorian of her high school class at Colegio Nuestra Señora del Carmen in 1995 and her score on the College Board tests (the local SAT's) was in the top 100 that year in the island. She was editor of the school newspaper "Reflejos" and co-editor of the yearbook. She also graduated Summa Cum Laude from her BA in Communication with specialties in Journalism and Telecommunications at the Universidad del Sagrado Corazón in Puerto Rico (1999). She was awarded the Portico Medal and the "Exceptional Students Fund" Grant (FEE) from that institution. Her name appears on Dean's List (1998). She studied two Master's degrees in film script writing at the Universitat Autònoma de Barcelona (2001) and at the Menéndez Pelayo International University in Valencia (2002).
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She is proficient in radio and public speaking, as well as writing, editing, and proofreading in Spanish and English. She has translated, edited and proofread translations, in both book and pamphlet works, for Daily Word and Unity Headquarters in Missouri; Al Anon Family Groups World Service Office in Virginia; Barre Center for Buddhist Studies in Massachusetts; the University of Zaragoza in Spain; the Centers for Spiritual Living headquarters of Ernest Holmes's Science of Mind philosophy in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico, and Newsela Inc., in the United States.
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She writes, edits, and translates in both languages on the topics above. She offers her services from the website www.amysticwriter.com.
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