90 días: Un apellido espiritual

Por Yaisha Vargas Pérez / esta crónica fue publicada el domingo 29 de mayo de 2016 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”

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Foto de Yaisha Vargas meditando frente al amanecer junto a otros participantes durante un retiro en el monasterio Deer Park en Escondido, California, entre octubre y noviembre de 2015. Copyright © 2015 por Yaisha Vargas

Un rayo de sol escalaba la montaña de roca caliza. Habíamos peregrinado sigilosos hasta la cima. Cientos de viajeros de todo el mundo acudimos al monasterio de Deer Park en California, entre otras cosas, para presenciar ese amanecer milagroso. Cuando una camina con meditadores desde las 5:30 de la mañana, la mente se vacía de cosas densas y se prepara para recibir toda esa inmensa luz de golpe y en silencio glorioso, seguida de un sabroso desayuno preparado con amor. Thich Nhat Hanh, “Thay”, me enseñaba una nueva definición de iluminación.

 

Los monjes de Plum Village y otros monasterios fundados por Thay estaban de gira por varios países y llegaron a Deer Park para brindar un retiro de cinco días. Nos ofrecieron pertenecer a “grupos familias”, y mientras miraba la lista con las opciones, identifiqué una energía de resistencia muy fuerte en mí. “No quiero”, me decía. “Pertenecer trae consigo la posibilidad del destierro”. Suspiré. Aún había algo que sanar. Escogí el grupo familia de los interespirituales, aquellos en cuyo corazón confluían varias tradiciones. Pháp De, el monje budista que lo facilitaba, fue antes un sacerdote católico y luego corredor de la bolsa de valores. Lo tuvo todo y aprendió a dejarlo ir.

A medida que surgían los relatos en el grupo, veía que todos tenían un capítulo de destierro que los empujó hacia otros senderos. Muchos se habían reconciliado con su pasado. Con cada historia, me rodaba una lágrima, y cuando llegó mi turno, el agua de sal se arremolinó en mi garganta, amarrándome las palabras. Mi reacción fue igual que cuando recibí estocadas verbales en donde una vez fui feliz: no podía hablar. Esta vez también lloraba porque las enseñanzas de Thay eran un sol que despejaba mis lluvias. En mi corazón, sabía que la historia de destierro ya no era cierta, solamente esperaba que mi psiquis lo entendiera.

Me fui del grupo por un día para confrontar mi miedo a pertenecer y a ser exiliada. Medité sola en una pagoda del monasterio y dejé que la historia vieja muriera. Sentí dolor en mi cuerpo y en mi corazón. Me acurruqué en el suelo de madera del campanario en el que los monjes cantan sus mantras al atardecer. Hablé con la primera mentora que me guió hacia la tradición de Thay, y compartí alegrías con mis amigas en Deer Park. Comenzaba a crear un hogar interior, y escribí en mi diario: “Soy feliz por la capacidad de estar en paz”.

Entonces pude regresar a mi grupo familia. “Nos alegra que hayas vuelto”, me abrazaron. Ensayamos juntos una canción para la comunidad basada en repetir un verso cristiano: “Aquiétate y conoce que yo soy Dios”. Con cada vuelta, le quitábamos una palabra y nos quedábamos en silencio mientras la guitarra marcaba el tiempo: “Aquiétate y conoce que Yo Soy…”, “Aquiétate y conoce…”, “Aquiétate…”. Cada silencio nos acercaba más a la verdad, igual que el aspecto místico de toda tradición nos lleva al mismo lugar.

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Foto de Yaisha Vargas meditando durante un retiro en el monasterio Deer Park en Escondido, California, entre octubre y noviembre de 2015. Copyright © 2015 por Yaisha Vargas

A la mañana siguiente, recibí los Cinco Entrenamientos hacia la Plena Conciencia por segunda vez. El salón principal de meditación estaba repleto, un edificio con techo de bóveda que dejaba acumular el silencio y acallar la mente. Respiré con emoción aliviada al integrarme a esta enorme familia internacional. Sentía mi renacer. El monje Pháp De me entregó un documento con mi iniciación y un nuevo nombre, el cual leí feliz y asombrada: “Mindful Samadhi of the Heart”. Era la cuarta vez que recibía el nombre “Samadhi”. Un mes antes, me había reconciliado con el Sagrado Corazón de Jesús y había descubierto que su signo me había seguido desde que nací. ¡La Vida unía a mi Sagrado Corazón con mi práctica budista! El apellido “of the Heart” me conectaba con todos los que habían recibido un nombre en Deer Park alguna vez. Pháp De se había separado de la religión en su juventud, igual que yo; había visto cuán inútil era vivir solamente para acumular riquezas, como lo hice también, y descubrió lo efímero del amor romántico, lo que lo llevó al amor místico. Entregó todos sus bienes y decía que jamás había sido tan feliz. Me hice la pregunta otra vez, pues anhelaba que mi corazón se desbordara de éxtasis para siempre… ¿Me tocaría, entonces, quedarme en Deer Park?

En Facebook, 90 días: Una jornada para sanar

 

90 días es una columna que se publica domingos alternos en la sección de Por Dentro del periódico “El Nuevo Día”. Busca la próxima el domingo 12 de junio de 2016.

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