Por Samadhi Yaisha / para el Día Mundial de la Poesía.
Copyright © 2014. Todos los derechos reservados.

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Un dolor adormecido,
una explosión al corazón.
Una costilla rota
me atraviesa el esternón
y grito, ¡basta!
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Basta.
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Basta ya de palabras arpones.
Basta ya de quebrantar corazones.
Basta ya a la guerra,
basta ya al terror.
Aquí estoy.
Déjenme volar
con el corazón libre.
Detengan la estupidez que marchita el alma.
Mis emociones jamás se equivocaron,
pero nadie las acogió.
Nadie sabía cómo.
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Paz, corazón,
que llegó la poesía.
Paz, solaz,
libertad protegida
y mi Espíritu.
La poesía escucha,
la poesía aguanta,
la poesía restaura.
Como la Eternidad, así de ancha, y
todo cabe,
todo sana,
todo vuela
en un suspenso sideral.
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No sofoques, corazón,
no amagulles.
Respira y déjala traspasar
el dolor.
Te dará vida.
Ay, mi corazón, ahora aquí estoy,
escuchando tu jornada hacia el sol.
Tucum-tucum
es el ritmo de la vida que soy.
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No era duelo.
No era rabia.
Y, ciertamente,
aunque parecía serlo,
no era un mal de salud.
Era la poesía
cautiva,
–desconectada–
del proceso de mi alma.
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Ahora sólo escribo
porque la poesía es suficiente,
porque los versos sí aguantan.
Poesía valiente.
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21 de marzo de 2014, para el Día Mundial de la Poesía.
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