“Un límite saludable es una línea fronteriza, un lindero, una frontera, borde o margen… Los límites se relacionan con fronteras imaginarias que rodean el cuerpo, espíritu, energía, comportamientos, pensamientos y emociones de cada individuo. Ponemos límites que ayuden a nuestra seguridad personal, sentido de confort y respeto propio. Si nuestros límites son violentados por nosotros mismos o por otros, experimentamos sentimientos de incomodidad. Entonces, utilizamos nuestros límites para cuidar de nosotr@s mism@s y ser respetuos@s con otr@s.
Hay una diferencia entre límites externos e internos. Los límites externos se enfocan en aspectos físicos y sexuales. Los internos se centran en proteger nuestro bienestar emocional, mental y espiritual. Si nuestros límites están intactos y son funcionales, entonces somos capaces de decir: ‘Sé dónde termino yo y comienzas tú’, ‘Sé lo que me corresponde y lo que no me corresponde’, ‘Conozco la diferencia entre mis emociones y las emociones de otr@s’, ‘Reconozco lo que es y lo que no es mi responsabilidad’, y ‘Estoy consciente de lo que es y no es cómodo o seguro para mí’.
Un ejemplo de un límite externo saludable es la zona de comfort físico: la distancia o el espacio que se siente cómodo entre dos personas. Si no conocemos a una persona, puede que no nos sintamos segur@s si la persona se acerca mucho, trata de abrazarnos o nos toca físicamente. Cuando cerramos o le ponemos seguro a una puerta por razones de privacidad, o le decimos a alguien que no queremos un abrazo, estamos poniendo un límite saludable para sentirnos segur@s. Nuestros límites físicos pueden ser variados dependiendo del tipo de relación y pueden cambiar dentro de una relación debido a las circunstancias. Cada un@ de nosotr@s somos únic@s y sólo nosotr@s podemos determinar qué límites físicos se sienten seguros y apropiados para nosotr@s”. Del libro “Codependents Anonymous”, p. 109

Imagen por: http://www.touchpractice.com