por Samadhi Yaisha/crónica publicada el domingo 3 de marzo de 2013 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”

“No quiero ser un coleccionista de condiciones que otros deban cumplir para obtener mi aprobación”, dijo Chris Michaels, autor del libro “La asignación de tu alma”, una herramienta que mantenía viva mi práctica de perdón. Descubrí el libro “por casualidad” cuando necesitaba perdonar, y al buscar información del autor, resultó estar en la misma ciudad que yo.
“No quiero retener amor hacia mi familia o amigos sólo porque no estoy de acuerdo con lo que han escogido, y ahí está el dilema. Muy pocos de nosotros podemos amar incondicionalmente”, indicó durante un servicio dominical.
Citó el ensayo titulado “Amor”, del autor estadounidense Ralph Waldo Emerson. “El amor es la palabra máxima y el sinónimo de Dios. Aunque el amor de unos hacia otros puede ser imperfecto, el amor de Dios siempre es puro y perfecto… Es tan incondicional es que casi incomprensible para la mente humana”, leyó Michaels. Ese amor del que hablaba Emerson “no entiende de sexo, ni de persona, ni de parcialidad”.
Contó que tras leer el ensayo “tuve que dejar ir a mi viejo Dios, el Dios perverso, el hombre cruel que miraba desde el cielo y juzgaba crudamente y condenaba… Al Dios de la religión de mi niñez, el Dios ‘Santa Claus’ que retendría mi bien hasta determinar si me había portado bien o mal…. Al Dios creado a imagen y semejanza del hombre, y abrazar la sencillez de un Dios de amor”.

Entre aquellos a quienes imponemos condiciones para que merezcan aceptación, Michaels mencionó a la comunidad gay. “Fui voluntario en una organización de jóvenes LGBT hace años y me asombraba el número de jóvenes que llegaba a las reuniones sin lugar para vivir porque sus padres los habían botado de sus casas…Todos hemos visto el letrero ‘Dios odia a los homosexuales’. Pero, sabrán, ‘Dios odia’ es un oxímoron: dos palabras con significado opuesto… Para Dios es imposible odiar, porque Dios es amor…Y en el amor perfecto no hay espacio para el odio”.
A mis veintitantos años leí que el homosexualismo es la respuesta de la naturaleza a la sobrepoblación de una especie. En marzo de 2012, la revista de periodismo científico “Yale Scientific” publicó el artículo “¿Los animales manifiestan homosexualidad?”, el cual indica que “investigaciones recientes apuntan que la conducta homosexual en los animales puede ser mucho más común de lo que se creía… ha sido documentada en más de 450 especies en el mundo, incluyendo varios tipos de pingüinos, jirafas y lagartos”.
“Según el estudio de los biólogos Nathan W. Bailey y Marlene Zuk, de la Universidad de California, el apareamiento del mismo sexo presenta beneficios para la evolución de las especies estudiadas. Sus investigaciones sobre el albatros de Laysán (ave marina autóctona de Hawái) demuestran que el apareamiento entre dos féminas aumenta las condiciones saludables al tomar ventaja del exceso de hembras y la escasez de machos en la población, y provee un mejor cuidado para las crías… El apareamiento del mismo sexo en muchas especies mitiga la probabilidad de divorcios y reduce la presión sobre el sexo opuesto al permitirle a sus miembros más flexibilidad para aparearse, lo que disminuye la competencia y resulta en vínculos sociales más fuertes”, concluye.
Crecí escuchando que el homosexualismo es desordenado e indeseable. Pero cuando busqué la opinión de la Asociación Americana de Psicología (APA), encontré que “las conductas lésbica, homosexual y bisexual no son desórdenes. Los estudios no han hallado asociación entre estas orientaciones y alguna psicopatología… Son aspectos normales de la sexualidad”.

La APA añade en su web oficial que “pese a los estereotipos persistentes que proyectan a las personas lesbianas, homosexuales y bisexuales como trastornados, la experiencia clínica y la investigación hechas durante décadas ha llevado a todas las organizaciones convencionales médicas y de salud mental a concluir que estas tendencias representan expresiones normales de la experiencia humana… (Dichas organizaciones) abandonaron, hace mucho tiempo, la clasificación de la homosexualidad como un desorden”. Asimismo, “han expresado oficialmente su preocupación sobre las terapias dirigidas a modificar la tendencia sexual”.
Creencias como “Dios no rechaza al homosexual, pero sí a su estilo de vida”, o ser gay es una etapa tardía de quienes tuvieron una adolescencia reprimida, o el resultado del estrógeno en el pollo u otros alimentos, son otras caras del mismo prejuicio.
“Hasta el momento, ningún estudio demuestra que la terapia dirigida a cambiar la conducta sexual -‘de reparación’ o ‘de conversión’- es segura y efectiva. Tal parece que promover terapias de cambio refuerza los estereotipos… Esto parece ser probable para individuos que crecen en ambientes religiosos más conservadores. Las respuestas útiles de un terapista… incluyen herramientas para que esa persona maneje los prejuicios sociales en contra del homosexualismo… y pueda tener una vida de felicidad”, reitera la Asociación.
Desde 1975, la APA ha llamado a los psicólogos para que remuevan el estigma de la orientación homosexual como una enfermedad, el cual ha generado ansiedad, marginación, hostigamento y abuso verbal, discriminación para empleo y vivienda, y desigualdad en las protecciones legales.
“Pese a la hostilidad social, los estudios indican que muchos homosexuales y lesbianas forman relaciones duraderas… Es razonable sugerir que la estabilidad de las parejas del mismo sexo aumentaría si disfrutaran del mismo apoyo y reconocimiento de sus relaciones como las parejas heterosexuales, derechos legales y las responsabilidades asociadas con el matrimonio”, insiste la APA.

He escuchado como argumento contra la homosexualidad la historia bíblica de Sodoma y Gomorra. Pero en la misma historia, Lot, el protagonista hebreo, prefiere sacrificar la integridad de sus sus hijas entregándolas a los potenciales violadores para que dejen tranquilos a sus huéspedes varones, lo que hoy es maltrato, y también se acuesta con sus hijas para perpetuar su descendencia, lo que hoy es incesto. No es pertinente este mito del libro de Génesis para nuestra realidad social y jurídica 2,500 años después. El texto consiste de una compilación de diferentes autores realizada cinco siglos antes de la era cristiana, creada posiblemente como un acuerdo moral entre los habitantes de Jerusalén que permitiría cierta autonomía durante el régimen persa.
La homosexualidad se estigmatiza como perversión a raíz de ese mito bíblico. Creo que las sociedades reprimen a lo que le temen y ello se convierte en una sombra del colectivo, de acuerdo con la filosofía jungiana. La moralidad acérrima quizás teme a su propia humanidad, a la posibilidad de sentir inclinación hacia su mismo sexo, y como ha aprendido que eso es “pecado”, lo destierra y suprime; proyecta su prohibición a otros. El resultado es una sexualidad negativa y sufrida para represores y reprimidos. La única sanación posible es reintegrar a la sociedad aquellos marginados por el orden establecido que ignora que la homosexualidad es parte de la naturaleza. Los homosexuales no son individuos perversos que provocan la furia de Dios sobre un pueblo. Eso no es verdad.
En la misma semana que el Tribunal Supremo de Puerto Rico denegó el derecho de adopción a una pareja de lesbianas, Alemania derogó las restricciones a los homosexuales para adoptar niños por considerarlas discriminatorias y contrarias al principio de igualdad ante la ley, y el Tribunal Supremo del estado de Kansas determinó que la madre no biológica de los niños criados en una relación lesbiana tiene los mismos derechos que la madre biológica.
El amor de una madre lesbiana a su hija no es antireligioso, ni ‘contra natura’, ni producto de una relación enfermiza. Tampoco es ilegal, es sólo amor. Necesitamos que una pluma despierte a la conciencia de nuestra realidad social, reconsidere, acepte, incluya y ayude a sanar.
Visita en Facebook “90 días: una jornada para sanar”.

Hermoso !!! Lindas palabras que muchos deberian leer ~~~~
¡Hola Nina! ¡Bienvenida y gracias por leer y compartir!
Maravillosa Crónica, aplastante realidad, enhorabuena….La moralidad acérrima quizás teme a su propia humanidad, a la posibilidad de sentir inclinación hacia su mismo sexo, y como ha aprendido que eso es “pecado”, lo destierra y suprime; proyecta su prohibición a otros. Así es!!!!
Namasté.