Por Yaisha Vargas Pérez
Para ver la grabación, ve a este enlace:
INTRODUCCIÓN
En los pasados días de desasosiego, hice un cambio en mi práctica de meditación. En vez de enfocarme en la respiración, profundicé más en la práctica de bondad.
Cuando hay caos en la mente y el corazón y es difícil estar con emociones fuertes, una práctica que puede ser útil es observar cómo estamos sufriendo. Podemos prestar atención a cómo se expresa ese sufrimiento en los tejidos de nuestro cuerpo. Tal vez sintamos tensión en la piel de la cabeza, en el área de la quijada o entre las cejas. Quizás notemos que nuestra respiración es más corta o que hay partes de nuestro cuerpo que están contraÍdas.
Es probable que, tan pronto nos demos cuenta de cómo estamos sufriendo, nuestro cuerpo se empiece a suavizar. Nuestra conciencia le prestó atención a las partes que sufren y a veces eso ocasiona un cambio en nosotres.
Es importante que esa mirada que presta atención venga llena de bondad: el deseo de que estemos libres de sufrimiento, podamos ser felices y estemos en paz.
Con la práctica, extendemos ese deseo de bondad a otras personas a nuestro alrededor, ya sea que estén sufriendo o no.
Eventualmente, tal vez nos demos cuenta de que incluso somos capaces de desear el bien a personas que no nos caen bien, o incluso a personas que piensan de forma contraria a nosotres.
Esto no se trata de ser inocente o tonto. Si una persona llega a hacernos daño, nos protegemos y cuidamos nuestra vida. Si alguien nos hizo daño en el pasado, no se trata de ir donde la persona a desearle bien a costa de que salgamos heridos de nuevo. Podemos enviarles paz desde donde estamos.
Con el caos de los pasados días, le pedí a un ser querido que practicara conmigo. Nos abrumaban las noticias, y yo pensé que hacer la práctica de bondad podría dar un poco de equilibrio a la atmósfera a nuestro alrededor.
Como había tanta sensibilidad, y en casos así tal vez las instrucciones muy guiadas pueden causar resistencia, yo comencé a hacer preguntas: ¿Y podemos enviarle bondad a esta persona y a esta otra persona? Y así pasamos de enviar bondad a amigues y seres querides, para poco a poco extender bondad a personas más lejanas a nosotres.
Hasta que escuché que mi familiar preguntó: ¿Y podemos enviarle bondad a Donald Trump a ver si se le ablanda ese corazón lleno de espinas?
Me sorprendió la pregunta, porque yo no me había atrevido a sugerirla. Con el ambiente tan caldeado, decir algo así parecía anticlimático.
La pregunta de mi ser querido no era una tontería, sino al contrario. Es la respuesta natural del corazón cuando ha practicado, cuando la mente se ha dado cuenta de que odiar no es la respuesta para que acabe el odio.
No significaba que mi familiar y yo no estuviéramos conscientes de lo que ocurre, de lo que está en juego a todos los niveles del gobierno estatal y federal. No significaba que no estuviéramos conscientes de los peligros de la violencia política y que estemos dispuestes a marchar y estar actives en todos los frentes necesarios.
La pregunta significa que también éramos conscientes de algo más profundo. En su esencia, el corazón humano no quiere odiar.
En esta meditación guiada y charla, “Modos de vida sabios, parte 2”, expongo que el no odiar es parte importante de este quinto factor del Noble Óctuple Sendero adaptado a la ecología.
Gracias por practicar la bondad. Es fundamental en estos momentos.
MEDITACIÓN
Permítete establecer una postura que te ayude a estar alerta, pero que sea cómoda para tu cuerpo. Con la espalda en su curvatura natural y suavidad en el abdomen. Estructura con ternura.
Ahora, establece un ancla o punto de contacto con la realidad presente, ya sea prestando atención a la respiración, a los sonidos de ambiente o descansando la mente en alguna parte del cuerpo…
Si la mente se distrae, eso es normal. Simplemente regresa amablemente y vuelve a empezar.
No hay nada que hacer con prisa. Ni un lugar al que ir con prisa. Estar aquí y ahora es suficiente.
Ahora, una invitación a pensar en una persona que te trata de manera bondadosa, que te mira con bondad, que te habla con bondad… Fíjate en su mirada cariñosa. Una invitación a abrir tu mente y corazón a recibir ese cariño. Y ahora, una invitación a tratarte a ti misma con esa misma bondad.
Tratando a tu cuerpo con bondad. Inhalando bondad en tu cuerpo y exhalando bondad hacia otras personas y hacia el mundo.
Y así vamos por cada parte del cuerpo. Llevando bondad a la cabeza…
…al cuello
… a los hombros
… a la espalda
… al pecho
… a todos los órganos dentro del pecho
…a los brazos
…a las manos
… al abdomen
…a todos los órganos dentro del abdomen
… a la parte baja del abdomen
… a las piernas
… a los pies
… a los dedos de los pies…
Llevando un sentido de bondad, de benevolencia, a todas las partes del cuerpo…
Ahora, llevando pensamientos de benevolencia hacia tus emociones… Respirar con bondad y aceptación hacia ti misma es suficiente.
Ahora, una invitación a llevar bondad, respirando bondad en sus pensamientos. Háblale a tu mente de manera bondadosa y paciente. Imagina que es posible llevar un modo de vida bondadoso, con una mente mente sufra menos, o sea libre de sufrimiento.
Ahora envía ese sentido de bondad a un ser de la naturaleza al cual le tengas estima. Puede ser un gato o un perro que sea parte de tu familia. Puede ser un árbol o una planta.
Al enviar bondad, imagina que ese ser está libre de sufrir, está seguro, tiene suficiente alimento, tiene paz.
Ahora, enviando benevolencia a un paisaje de la naturaleza, como la playa o el bosque, igual que si fuera tu cuerpo humano, que está compuesto de los mismos elementos: tierra, agua, calor y aire. Al enviar bondad, puedes enviarle los pensamientos de que esté bien; que esté feliz; que tenga salud; que tenga paz. Ahora, visualizando que tratas con benevolencia a ese paisaje de la naturaleza. Que miras a la naturaleza y a los seres de la naturaleza como los seres libres que son.
Ahora, una invitación a abrir el corazón para enviar benevolencia a la naturaleza y desear que la naturaleza sea libre de sufrimiento. Visualizamos que los seres humanos tratan bien a la Tierra y llevan modos de vida sabios para no causar sufrimiento a los ecosistemas… comienza a imaginar que esto es posible. Puedes imaginarlo con una sonrisa… No tienes que hacer un gran esfuerzo, simplemente abrir el velo que cubre al corazón para dejar salir su luz de benevolencia hacia los seres de la naturaleza en todas direcciones. . Abriendo el velo de la parte de enfrente… la derecha… la parte de atrás… la izquierda… la parte de arriba (enviando benevolencia a todas las aves que cruzan el cielo o viven en los árboles)… la parte de abajo (enviando benevolencia a todos los seres que viven en el suelo, debajo del suelo y en el océano). Abriendo el corazón en todas direcciones para enviar benevolencia a toda la naturaleza.
Ahora, enviando benevolencia a todo ser de la naturaleza en el planeta tierra, a todos los ecosistemas, a todos los bosques, a todas las playas, a todos los ríos: que estén bien; que estén felices; que tengan salud; que tengan paz.
CHARLA
Vivimos tiempos turbulentos. En varios puntos del planeta hay violencia. Esta práctica ofrece una explicación para el origen del sufrimiento y traza un camino para el fin del sufrimiento. Las guerras, por ejemplo, tienen su origen en las tres causas del sufrimiento: aferramiento, odio y confusión o ignorancia; aferramiento a puntos de vista, odio o miedo hacia un enemigo, confusión o ignorancia que exacerba la situación.
Mientras que meditar nos ofrece la oportunidad de tener claridad y ver dónde nos aferramos y cómo ese aferramiento causa sufrimiento, la práctica de la bondad puede ayudarnos con la segunda causa de sufrimiento, que es odio y el miedo.
Cuando la emoción del miedo aparece en nuestra meditación, tal vez pueda ser difícil estar con eso. Puede que haya síntomas en el cuerpo, como el temblor o el estrés; no hay mucho espacio para escuchar porque el cerebro está pensando en sobrevivir.
Lo que nos hace regresar a nosotres mismos, a la cordura, es crear un espacio de refugio en nuestro interior, un contenedor donde nuestras sensaciones físicas, nuestras emociones, nuestros pensamientos puedan transitar sin que les disparemos, sin que les condenemos por estar ahí, permitirles ser por el rato que duran y luego permitir que se disuelvan, y a la misma vez, practicar aquellas cualidades que nos liberan de sufrir, como la bondad.
La bondad en idioma pali, el idioma de donde sale esta tradición de meditación, se le llama metta. Hay un discurso, un sutta, que explica cómo practicarla, y dice así:
Que todos los seres sean felices.
Que vivan seguros y gozosos.
Todos los seres vivientes,
débiles o fuertes,
altos, corpulentos, medianos o pequeños,
conocidos o desconocidos, cercanos o distantes,
nacidos o por nacer,
que todos sean felices.
Metta Sutta – Sutta Nipata I.8
Les invito a escuchar tres minutos de este sutta cantado en pali por una persona con la que tomé un curso y generosamente ofreció que podía usarlo para enseñar. Aunque no entiendan las palabras, observen qué ocurre en su cuerpo cuando escuchan el cántico y a mí también me ayuda pensar que esto lo han estado cantando monjes y monjas durante más de 2,500 años. Ha llegado a nosotres como esta hermosa tradición oral.
(Escuchar el cántico)
Dice Gil Fronsdal en el libro Viviendo en el presente (The Issue at Hand),
“El Buda también enseñó la práctica del amor bondadoso (metta) como un antídoto para el miedo. Si tienes dificultad para estar completamente con el miedo, puedes cambiar a la meditación de amor bondadoso por un rato, mientras encuentras algo de calma y holgura. Después de un tiempo puedes regresar e investigar de nuevo el miedo.
”Por medio de la práctica de la meditación y de la atención plena estamos aprendiendo a remplazar el miedo por la confianza, no como un ideal o un concepto abstracto, sino como un sentimiento de auto confianza que proviene del conocimiento a fondo del miedo. Muchas personas le tienen miedo al miedo, una tremenda aversión a él y no admiten la experiencia del miedo en sus vidas. Pero si experimentamos el miedo sin evasiones, a la postre nos damos cuenta de que es posible hacerlo sin sentirnos agobiados. La confianza se desarrolla no por estar dispuestos a ella, sino al descubrir por nosotros mismos que podemos estar presentes en nuestras experiencias sin ser apabullados por ellas”. FIN DE LA CITA
Al practicar metta, estamos creando un modo de vida que no sea basado en el miedo, sino en la confianza de que la bondad humana es más grande que el miedo, es más grande que el odio, es más grande que la división.
Es posible decir a personas fáciles de querer, a personas que no conocemos mucho e incluso a personas que son difíciles en nuestras vidas:
Que seas feliz. Que vivas de manera segura y con alegría.
Y si es una persona muy difícil, alguien que esté causando daño, tal vez no podamos decir esas palabras, pero tal vez podamos decir: Decido no odiarte. Decido no perpetuar más odio en el mundo. Aunque no estoy de acuerdo contigo y aunque no me caes bien. Que llegues bien a tu casa.
… Es posible ser consciente del daño que otras personas hacen y no desearles mal.
… Es posible detener el daño que otras personas hacen sin odiar.
Y, como Jack Kornfield nos enseña, la compasión y la bondad no son tontas. No es que regresemos donde alguien que nos hizo daño. No es que no hagamos lo que esté en nuestras manos para detener el daño que causa otra persona y que no nos vuelva a ocurrir. Nos cuidamos. Nos protegemos. Buscamos espacios de refugio. Vamos sanándonos en nuestro espacio hasta que llegue el día que ya podemos dejar salir el corazón bondadoso, sanado y podamos decir con convicción: trabajé para esto, medité para esto, para no odiar, para decir, el dolor que he recibido de otros, el dolor que he heredado de otros acaba hoy en este eslabón que me tocó a mí. No lo voy a transmitir, no lo voy traspasar. Yo lo voy a liberar.
Y si llega la tentación de odiar a otra persona porque realmente ha hecho de todo para hacer daño a los demás —se aferra a sus puntos de vista, tiene un discurso de odio, causa confusión e ignorancia—, empezamos por aterrizar nuestra presencia mental en nuestro propio cuerpo y nos preguntamos, ¿cómo me siento en mi cuerpo cuando odio a alguien? Y volvemos a empezar la práctica de bondad.
Un minuto de silencio para agradecer la práctica.

