El paradigma actual que tenemos de “cómo debe ser” el cuerpo femenino genera violencia en forma de críticas, juicios, acoso cibernético. Propongo un nuevo paradigma del cuerpo femenino. Le dedico esta columna a todas las mujeres que alguna vez han pensado que su cuerpo no es suficiente. No hay nada erróneo con tu cuerpo. El problema es el paradigma. Publico esto en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Un nuevo paradigma del cuerpo femenino
Por Yaisha Vargas Pérez
Ella llega a un lugar sola y los murmullos se callan de repente. Varias miradas se levantan de las mesas para escanear lo que lleva puesto en su cuerpo, tras lo cual vuelven a prestar atención a su conversación, y el murmullo del salón continúa. Nadie dijo hola, ni con las palabras, ni con gestos. Nadie sonrió en señal de reconocimiento de que allí había otra mirada que buscaba conexión. Nadie dijo buenas tardes.
Cuando los saludos se reducen a un escaneo ocular, o a frases como “Estás más gorda”, “Estás más flaca”, “¿Esa blusa es nueva?”, “No te había visto ese traje”, también se reduce la dignidad de una mujer a una foto de revista; a una presión social que lleva al endeudamiento económico o de nuestra fuerza vital, a veces al “bullying” o, en casos de acoso cibernético por la forma de un cuerpo, a la muerte por suicidio o por una cirugía innecesaria.
Ser humanas. Saludar a los ojos; abrazar para inspirar esperanza. Darle a la otra mujer ganas de vivir porque alguien reconoció que está presente y viva.
Uno de los obstáculos para que una persona pueda conectar su mente con su cuerpo en meditación es la creencia falsa de que hay algo erróneo con su cuerpo porque no tiene la forma que dictan los estándares de belleza que, al fin y al cabo, son opiniones. La práctica de mindfulness del cuerpo propone un nuevo paradigma para relacionarnos con el cuerpo. Se trata de practicar la experiencia sensorial de vivir dentro de un cuerpo humano, cambiante y sensitivo; a reconocer sus distintas partes, familiarizarnos con ellas como son por naturaleza y no desde una perspectiva de juicios. Al darnos cuenta de las sensaciones en nuestros pies, manos, pecho y abdomen, por ejemplo, despertamos al hecho de que hay una gran diferencia entre cómo nos sentimos viviendo dentro de nuestro cuerpo y lo que opinamos del cuerpo. Las opiniones de que el cuerpo de alguien debe ser distinto a como es acaban en crueldad.
Hay factores culturales que dificultan la relación de las mujeres con sus cuerpos. La dramaturga Eve Ensler habla de ello en el video “Love Your Tree”. Mientras estuvo en Nairobi, África, le preguntó a otra mujer si a ella le gustaba su propio cuerpo. La otra mujer la miró como si Ensler estuviera loca:
—¿Cómo que si me gusta mi cuerpo?
La mujer africana le señaló a Ensler un paisaje de la naturaleza y le dijo:
—¿Tú ves ese árbol? ¿Crees que ese árbol es feo porque no es igual a ese otro árbol? Tú eres un árbol y yo soy un árbol. ¡Tienes que amar a tu árbol! https://youtu.be/UEUsbLNAfW0?si=ylponMdF3kh5HJye
Llegamos a lugares saludables cuando, al entrar por la puerta, recibimos una mirada de cariño que se conecta con nuestros ojos en vez de con la ropa que llevamos puesta, recibimos una bienvenida afectuosa en vez de un escaneo de arriba a abajo para ver si nos vemos “bonitas o feas” según el paradigma; donde nos comunican que verdaderamente les importa saber cómo estamos.
La poeta Bhanu Kapil escribió el libro “The Vertical Interrogation of Strangers” tras hacer doce preguntas a mujeres indias de diversas edades y procedencias. En vez de opinar de sus cuerpos, les preguntó cómo ellas mismas describían sus cuerpos. Su pregunta más sobresaliente fue: “Describe una mañana en la que te despertaste sin miedo”.
Necesitamos aprender a ser poetas. Necesitamos saludos humanizados entre nosotras mismas. Acabar con la tiranía de una obsesión estética que nos deshumaniza.
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Photo by RF._.studio _: https://www.pexels.com/photo/photo-of-women-sitting-on-orange-sofa-3810832/
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A Mystic Writer 