Meditación y charla: Mindfulness y sabiduría, parte 3

Por Yaisha Vargas-Pérez


Para practicar la meditación con un video, ve a este enlace: https://youtu.be/EblOwBU-UZg

INTRODUCCIÓN

La pancita del gatichurri Pelotas: Hace varias semanas me tocó hacerme un estudio de resonancia magnética (MRI). No sentía temor, pues ya había pasado antes por la experiencia. El ruido de la máquina no había resultado tan fuerte para mí y no había sentido la claustrofobia que mucha gente reporta. Yo me acostaba a meditar hasta que acabara la experiencia.

Sin embargo, aquel día mi autoconfianza se transformó en duda y temor cuando me paré frente a la máquina y me di cuenta de que este estudio sería boca abajo. “Nunca he meditado boca abajo durante media hora”, pensé. Dudé de mí misma y de la capacidad de mi mente meditativa para acompañarme durante aquella experiencia.

El tiempo apremiaba y el tecnólogo médico —que tenía que continuar con el procedimiento— me siguió llevando con amabilidad, pero también con un poco de urgencia. Me advirtió que no podía levantar la cabeza porque eso dañaría la imagen. Cuando me acosté sobre la camilla, había una estructura que se apretaba contra mi esternón. No podía respirar bien. Tampoco podría mover la cabeza hacia los lados para darle espacio al pecho para respirar profundo porque eso también dañaría la imagen. Me zumbaron hacia adentro del tubo y la falta de luz esta vez me asustó más. Podía comenzar a sentir mi cerebro “despeluzado”, la expresión que uso cuando comienza a nacer un punto de ansiedad que rápidamente se propaga por la cabeza y el cuerpo.

—¡Espera! Me siento encerrada, ¡eso no me había pasado antes! —le dije al tecnólogo. Reconocí que esta experiencia era más desafiante que las anteriores.

—Eso es normal. Es solo un poco de claustrofobia —respondió y comenzó a irse.

Su manera de “normalizar” la situación no me calmó.

Levanté la cabeza por última vez antes de que comenzara el ruido de la máquina.

—¿No tienes audífonos con música?

—No tengo ese sistema —respondió rápido, pero pude sentir algo de lamento en su voz.

Ahí hubo una pequeña chispa de empatía hacia mi experiencia. Eso fue suficiente durante varios segundos.

De todas formas, cuando me adentró más en el túnel, me sentí verdaderamente sola. “¿Qué hago con mi mente?”, me dije varias veces. “Piensa en algo, ¡rápido!”, me animé.

¿Qué era capaz de calmarme más que nada en el mundo? La respuesta llegó rápido.

Sobar la pancita de mi gatichurri Pelotas.

El gatichurri Pelotas

La visualización es parte de la práctica de mindfulness, según la enseñan Jack Kornfield, Bhikkhu Analayo y Gil Fronsdal. Es una manera de ubicar la mente en otro espacio, no para escapar, sino para tener una experiencia de apoyo. Funciona bien cuando nos anclamos en algo que ha sido parte de nuestra realidad.

Y yo sobaba la pancita de Pelotas todos los días.

Así que imaginé que lo tenía en mis brazos; acariciaba su barriguita y él ronroneaba. Nació en mi mente rápidamente la experiencia de “metta” o bondad amorosa, un sentimiento de benevolencia hacia Pelotas que también comenzó a suavizarme por dentro. Aunque me tomó años lograrlo sentada en un cojín de meditación, fue posible expandir el sentimiento de “metta” por todo mi cuerpo. Acogí a mi propio cuerpo como si fuera un animal asustado. Pronto respiré un poco más profundo y exhalé estrés, lo cual era señal de que el sistema nervioso se estaba regulando. La respuesta de calma se había activado en mi cerebro gracias a la visualización y a todos los años de práctica de benevolencia.

Podía escuchar la máquina con todos sus ciclos de ruido, pero seguí generando “metta” hacia mi cuerpo y respirándome con bondad. Sabía que estaba metida allí dentro; estaba consciente de todo lo que ocurría y era una experiencia difícil, pero lo que estaba ocurriendo en mi mente también era una experiencia real de apoyo y consuelo.

Cuando salí del estudio, el tecnólogo me agradeció por no haberme movido. Gracias a ese esfuerzo, las imágenes habían salido bien y no borrosas. Yo también le agradecí por su amabilidad.

La práctica de mindfulness significa estar presentes ante la realidad con los sentidos despiertos, pero también implica desarrollar una actitud de sabiduría. Puedo nombrar todo lo que ocurre en mi experiencia —ruido, frío, desnudez, temor—, pero si no hay un cojín de bondad que sostenga a esa experiencia, es posible caer en una espiral de pánico. Solamente señalar la experiencia puede convertir la práctica de mindfulness en una técnica árida. Cuando hay sufrimiento presente en nuestro cuerpo o mente, necesitamos el sentimiento de acogida que proporciona su contraparte: “metta” o benevolencia.

En esta experiencia, utilicé la práctica de mindfulness del cuerpo para detectar mi experiencia, mindfulness de los “védanas” para detectar que la experiencia era desagradable, mindfulness de los estados mentales para detectar que iba de camino a una espiral de miedo y el esfuerzo sabio para cultivar un estado mental que me ayudara a ser libre de sufrir. El esfuerzo sabio es el sexto factor del Noble Óctuple Sendero y el mindfulness es el séptimo factor del sendero. Van juntos porque ambos son necesarios para guiar nuestra mente a sufrir menos o dejar de sufrir.

La palabra en idioma pali para “mindfulness” es “sati”. El pali es el idioma en el cual se codificaron las primeras enseñanzas de mindfulness hace unos 2,400 años, según el budismo temprano de tradición theravada. El venerable Bhikkhu Analayo enseña que “sati” y “metta” van juntas. De hecho, describe al mindfulness como una presencia suave y despierta. Kornfield define al mindfulness como la “honestidad en voz alta”. Es reconocer lo que realmente sucede. Pero decir la verdad en voz alta sin bondad, no nos lleva a la liberación. Se convierte en regaño, en un golpe y en aguantar sufrimiento innecesariamente. Necesitamos que al terreno árido lo suavice un riachuelo suave para que pueda nacer vida en el valle.

Te invito a escuchar esta meditación y charla sobre el tercer fundamento del mindfulness: los estados mentales. El mindfulness es el séptimo factor del Noble Óctuple Sendero. Los seis factores anteriores que hemos practicado sirven de apoyo a este momento de la práctica. Igual que los factores anteriores, practicamos con sabiduría y bondad.

MEDITACIÓN

Distinto a las meditaciones anteriores en el camino del Noble Óctuple Sendero adaptado a la ecología, en esta meditación no voy a dar instrucciones para generar bondad amorosa al principio, sino más adelante. El propósito de esta meditación es que podamos detectar y observar nuestros estados mentales, e identificar el origen y la disolución de los estados mentales difíciles. De todas maneras, recuerde que esta es una sugerencia, y si usted tiene la necesidad de guiar su mente de otra manera, puede hacerlo.

(campanada)

Una invitación a tomar varias respiraciones profundas como una transición del ruido al silencio.

Acomodamos el cuerpo de manera que la columna tenga su curvatura natural y el abdomen esté suave. Estructura con ternura.

Comenzamos por hacer un escaneo corporal general, permitiendo que la mente repose o descanse en las distintas partes del cuerpo.

Descansando la mente en en área de la cabeza, el cuello, la espalda, los hombros, el pecho, los brazos, las manos, los dedos de las manos, el abdomen, la parte baja del abdomen, las piernas (muslos, rodillas, pantorrillas), los pies, los dedos de los pies.

Haciendo un segundo escaneo corporal, observando si hay sensaciones agradables en alguna parte del cuerpo. Este es el segundo fundamento del mindfulness o “vedana”, tono del sentir. Percibiendo si hay sensaciones agradables en la cabeza, cuello, espalda, hombros, pecho, brazos, manos, dedos de las manos, abdomen, parte baja del abdomen, piernas, pies, dedos de los pies.

Haciendo un tercer escaneo corporal, observando si hay alguna sensación desagradable en alguna parte del cuerpo: cabeza, cuello, espalda, hombros, pecho, brazos, manos, dedos de las manos, abdomen, parte baja del abdomen, piernas, pies, dedos de los pies.

Observando los tonos del sentir, esto es agradable o desagradable. Observando si esto prolifera en pensamientos o emociones agradables, desagradables o neutrales.

Y ahora, observando los estados de la mente. ¿Cómo está la mente?
¿Hay aferramiento en la mente, o hay ausencia de aferramiento?
¿Hay mala voluntad en la mente, aversión u odio, o hay buena voluntad?
¿La mente está confundida o hay ausencia de confusión?
¿La mente está recolectada, recogida, o dispersa?
¿La mente está recogida o distraída?
¿Está quieta o inquieta?
¿Está esclavidada por algún estado de sufrimiento o es una mente libre?

Y ahora, recordando la práctica del esfuerzo sabio, una invitación a abandonar amablemente cualquier estado mental que cause sufrimiento. Si es algo que tenemos que atender en la vida real, podemos abordarlo después de la meditación. Dejando ir cualquier estado mental difícil para dejar espacio para generar bondad en nuestra práctica. Generando bondad hacia el cuerpo, mirando las distintas partes de nuestra humanidad como si nos encontráramos con una buena amiga a la que tratamos con bondad.

Tal vez la mente quiera escaparse, eso es normal. Recordamos la actitud bondadosa de nuestra meditación e invitamos a la mente a regresar a la práctica de bondad.

Si te ayuda, puedes pensar en algún ser que evoca en ti la bondad, el cariño, la ternura. Puede ser un ser humano, un animal de compañía que sea parte de tu familia, un ser o paisaje de la naturaleza. Generando bondad hacia el cuerpo: hacia el área de la cabeza, el cuello, los hombros, la espalda, los brazos, el pecho, el abdomen, la parte baja del abdomen, las piernas y los pies.

Ahora, una invitación a descansar la mente en el área del corazón y a prepararnos para abrir el corazón revelando la bondad que ya está ahí para compartirla en todas direcciones: descorriendo el velo de la parte de enfrente del corazón, dejando brillar la luz de la bondad hacia todos los seres en esa dirección; descorriendo el velo de la parte derecha del corazón, dejando brillar la luz de la bondad hacia todos los seres en esa dirección; descorriendo el velo de la parte de atrás del corazón, dejando brillar la luz de la bondad hacia todos los seres en esa dirección; descorriendo el velo de la parte izquierda del corazón, dejando brillar la luz de la bondad hacia todos los seres en esa dirección; descorriendo el velo de la parte de abajo del corazón, dejando brillar la luz de la bondad hacia todos los seres en esa dirección; descorriendo el velo de la parte de arriba del corazón, dejando brillar la luz de la bondad hacia todos los seres en esa dirección;

Descansando la mente en el corazón y en la bondad que envía en todas direcciones.

Y en los últimos momentos de la meditación, enviando agradecimiento por la oportunidad de practicar.

(3 campanadas)

CHARLA

Estamos en el tercer fundamento o establecimiento del mindfulness. El mindfulness, un tipo de meditación ampliamente conocido en el mundo secular, es el séptimo factor del Noble Ócuple Sendero en la tradición theravada del budismo. Hace dos semanas conocimos el fundamento del cuerpo, cómo establecer la atención en el cuerpo, en los sentidos, cómo identificar la presencia de los elementos tierra, agua, calor y aire en nuestro cuerpo, el cual está compuesto de esos elementos. Y la semana pasada hablamos sobre el tono del sentir. Una vez percibimos la realidad a través de nuestros sentidos —ojos, oídos, olfato, gusto, tacto—, hay un filtro justo ahí, en este punto de contacto, que decide si la experiencia es agradable, desagradable o neutral. A este filtro o punto de contacto donde nuestra mente colorea la experiencia o la clasifica como agradable, desagradable o neutral, se le conoce como “védana”.

Cuando nos damos cuenta de que “védana” está presente y de lo que está haciendo nuestra mente, podremos ver si justo después de comienzan a proliferar emociones y pensamientos. La percepción de emociones y pensamientos es el sexto sentido, o la mente, como se le conoce en el budismo de tradición theravada. Si nos damos cuenta del torbellino cuando está comenzando a surgir, podemos detenerlo. No tenemos que empantanarnos. La experiencia es solo agradable o desagradable, en vez de convertirse en un fuerte enganche o en una gran aversión.

Y en ese punto podemos utilizar el esfuerzo sabio, el sexto factor del Noble Óctuple sendero que estudiamos hace unas tres semanas, para determinar: “Ah, este es un estado mental inhábil o de sufrimiento, voy a evitar que siga surgiendo. Si ya ha surgido, lo puedo abandonar y puedo cultivar un estado mental que me libere de sufrimiento”.

Dice Gil Fronsdal en el libro “Pasos hacia la liberación”:
“Los estados mentales son los estados anímicos generales de nuestra mente. Cuando de manera repetida pensamos e insistimos en la misma cosa, esto puede condicionar la disposición general o la calidad de la mente. A veces esto es evidente cuando observamos a personas que están visiblemente proyectando un estado de ánimo. Con atención plena, podemos desarrollar la habilidad de reconocer con precisión el estado mental de nuestra propia mente. Si bien son cambiantes, los estados mentales no son tan fugaces como los pensamientos particulares o momentáneos sino que tienen a persistir por más tiempo.
• ¿Cuáles son los tres estados mentales más comunes que experimentas?
• ¿Qué situaciones provocan la aparición de estos estados mentales?
• ¿Qué contribuye a que persistan?
• ¿Qué contribuye a que se diluyan?
• ¿Qué creencias o historias te dices acerca de tus estados mentales?
• ¿Cómo afectan estos estados mentales a tu comportamiento y bienestar?
• ¿Cuál ha sido tu experiencia al practicar la atención plena hacia tus estados mentales?

Una forma sencilla de practicar atención plena de los estados mentales es observar en dónde encaja tu estado mental en el espectro que va desde expandido, ligero y abierto; hasta contraído, pesado y oprimido. A medida que avanza el día, tómate el tiempo para ser consciente de dónde te encuentras en este espectro. Observa cómo y cuándo te mueves a lo largo de él. También tómate el tiempo para notar cómo se siente el grado ya sea de expansión o contracción que experimentas. ¿Qué te sucede al reconocer y sentir estos aspectos de tu estado mental?” FIN DE LA CITA

Conocer cómo funciona nuestra mente es imporante para entender nuestros estados de ánimo, de dónde vienen, cómo surgen, cómo podemos abandonar aquellos estados que nos hacen sufrir y cultivar los estados que nos liberan. Y de eso hablamos más la semana que viene, en el cuarto fundamento del mindfulness: los dhammas o procesos mentales que nos llevan a sufrir o a ser libres de sufrir, entiéndase los 5 obstáculos y los 7 factores del despertar.

Hasta la semana que viene.

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