Por Yaisha Vargas-Pérez Aquí está el enlace de la meditación guiada y charla. Abajo están la transcripción de ambas y también la introducción al tema:
INTRODUCCIÓN
En julio, el periódico The New York Times publicó un artículo titulado “El centro de datos de Meta llegó, y el agua se fue”. (Si hacen clic en el título del artículo, podrán leerlo. Aparecerá en inglés, pero debajo de la fecha de publicación debe aparecer la opción “leer en español”).
Básicamente cuenta la historia del hogar de Beverly y Jeff Morris, de 71 y 67 años, respectivamente. Su casa se quedó sin agua luego de que la compañía Meta (dueña de Facebook, Instagram, Threads, Messenger y WhatsApp), construyera un enorme edificio para almacenar datos, a un costo de $750 millones.
“En la carrera para desarrollar inteligencia artificial, las compañías gigantes de tecnología están construyendo centros de almacenamiento de datos que se tragan el agua de comunidades cercanas y dañan pozos, lo que ha creado problemas para las personas que viven cerca de estos nuevos edificios”.
No pude evitar ponerme en el lugar de la familia Morris, sobre todo al ver las fotos de cómo sale el agua por su grifo. Pero también, me puse en el lugar de una persona que contribuye al sufrimiento de otros, aún en la distancia, porque yo utilizo todas esas aplicaciones y nunca me he puesto a pensar que los datos de todo lo que publico, aunque sea un chiste para espantar el aburrimiento, se almacena en alguna parte.
Hace años, una amiga propuso, como medida para reducir la huella ecológica, que borráramos emails que no necesitábamos. Recuerdo que no lo entendí y que estaba demasiado ocupada como para “gastar” tiempo haciendo eso. Además, ¿qué tiene que ver con el ambiente? ¿Acaso los emails no ayudan al ambiente porque usamos menos papel y menos árboles?
Leer esta historia me recuerda que cada pequeña cosa cuenta, hasta un email. Ahora invierto tiempo borrando emails, cosa que también hice mientras escribía esta nota. Y, luego de conocer esta información, tengo el nuevo reto de escoger con más prudencia el contenido que publico preguntándome: “Se trata de mí o del planeta?”.
Siéntase en libertad de guardar el enlace a las meditaciones en YouTube o al blog y borrar este email. 🌎
En la meditación guiada y charla hablo sobre eso de querer, apropiar y acumular sin pensar.
MEDITACIÓN GUIADA
Una invitación a tomar varias respiraciones profundas, como una manera de hacer una transición del ruido al silencio.
Luego, una invitación a encontrar un punto de descanso en la realidad presente: la respiración, los sonidos de ambiente o el cuerpo.
No hay nada que hacer con prisa. Ni un lugar al que ir con prisa. Estar aquí y ahora es suficiente.
Ahora una invitación a hacer algo un poco distinto: trae a tu mente algo a lo que sueles aferrarte; un punto de vista, una opinión, un objeto, parte de tu rutina. ¿Dónde sientes el aferramiento en tu cuerpo? ¿Tal vez en algún tejido blando del cuerpo? El pecho, el abdomen, la quijada…
Y ahora, una invitación a pensar en algo que te hace sentir libre: un paisaje de la naturaleza, la bondad de otra persona, contacto con tu ser sabio, pensar en el océano en calma, quizás… ¿Dónde sientes la liberación? ¿En qué parte de tu cuerpo?
Ahora, una invitación a seguir soltando cualquier nudo físico en tu cuerpo, llevando pensamientos de bondad, de benevolencia. Mirando tu cuerpo con bondad…
Y así vamos por cada parte. Llevando bondad a la cabeza…
…al cuello
… a los hombros
… a la espalda
… al pecho
… a todos los órganos dentro del pecho
…a los brazos
…a las manos
… al abdomen
…a todos los órganos dentro del abdomen
… a la parte baja del abdomen
… a las piernas
… a los pies
… a los dedos de los pies…
Llevando un sentido de bondad, de benevolencia, a todas las partes del cuerpo…
Ahora, llevando pensamientos de benevolencia hacia tus emociones… cualquier estrés, aferramiento o confusión, mira esa emoción con bondad. Déjala estar, no hay nada que arreglar, respirar con bondad y aceptación hacia ti misma es suficiente.
Ahora, una invitación a llevar bondad a esas partes de ti que se aferran a algo. Mirándolas con comprensión y bondad. Claro que a veces nos aferramos. Es parte de ser humano. Háblale a tu mente de manera bondadosa y paciente. Si te aferras, háblate bonito y te date ánimo para intentar ser libre otra vez con calma. Imagina que tu mente es libre de sufrimiento.
Ahora envía ese sentido de liberación a un ser de la naturaleza que quieras mucho. Puede ser un gato o un perro que sea parte de tu familia. Puede ser un árbol o una planta.
Al enviar benevolencia, el deseo de que un ser de la naturaleza es libre, imagina que está libre de sufrir, está seguro, tiene suficiente alimento, tiene paz.
Ahora, enviando benevolencia a un paisaje de la naturaleza, como la playa o el bosque, igual que si fuera tu cuerpo humano, que está compuesto de los mismos elementos: que estés bien; que estés feliz; que tengas salud; que tengas paz. Ahora, visualizando que tratas bien a este paisaje de la naturaleza. Que no te apropias de algo que pertenece a ese lugar. Que no piensas que porque es un recurso de la Tierra tienes derecho a tomarlo… Que miras a la naturaleza y a los seres de la naturaleza ser libres como son.
Ahora, una invitación a abrir el corazón para enviar benevolencia a la naturaleza y desear que la naturaleza sea libre de sufrimiento. Visualizamos que los seres humanos tratan bien a la Tierra: no toman más de lo necesario … comienza a imaginar que esto es posible. Puedes imaginarlo con una sonrisa… No tienes que hacer un gran esfuerzo, simplemente abrir el velo que cubre al corazón para dejar salir su luz de benevolencia hacia los seres de la naturaleza en todas direcciones. . Abriendo el velo de la parte de enfrente… la derecha… la parte de atrás… la izquierda… la parte de arriba (enviando benevolencia a todas las aves que cruzan el cielo o viven en los árboles)… la parte de abajo (enviando benevolencia a todos los seres que viven en el suelo, debajo del suelo y en el océano). Abriendo el corazón en todas direcciones para enviar benevolencia a toda la naturaleza.
Ahora, enviando benevolencia a todo ser de la naturaleza en el planeta tierra, a todos los ecosistemas, a todos los bosques, a todas las playas, a todos los ríos: que estén bien; que estén felices; que tengan salud; que tengan paz.
CHARLA
Una de las cosas maravillosas de hacer meditación en silencio, de sentarnos a observar nuestras sensaciones corporales, nuestras emociones, pensamientos, enredos y desenredos, es que comenzamos a ver nuestros patrones. Cuáles son los pensamientos y emociones recurrentes, que me llevan a la misma narrativa, a las mismas acciones, etcétera. Y ahí podemos ver con claridad dónde es que nos estancamos y sufrimos. ¡Es maravilloso! De momento, uno dice, ¡ay no! Pero luego dice, ¡qué bueno que me di cuenta! Como dice el refrán: «La verdad te hará libre, pero primero te hará sentir miserablemente». A veces es así.
Una vez, en un retiro en silencio que hice en línea, convirtiendo mi hogar en un espacio de meditación, escuchando las instrucciones y meditando con otras personas vía Zoom, pude ver una de las raíces del sufrimiento humano, el constante «yo quiero». La sensación era como la de un gancho que salía de mi pecho y quería engancharse a un montón de cosas en el mundo. Entendí mucho del sufrimiento de mi pasado, cuando iba por la vida buscando la próxima cosa que brindara una satisfacción efímera: una pieza de ropa, un viaje, un objeto, una película, una experiencia, comida, una persona… Y así fui acumulando experiencias insatisfactorias, mientras algo en el fondo de mí seguía preguntándose cuándo podría estar tranquila, cuando cesaría de brincar de experiencia en experiencia.
En la tradición theravada del budismo, se enseña que el sufrimiento tienes tres raíces: la codicia o aferramiento, la aversión u odio y la confusión, ilusión o ignorancia (no poder ver la realidad con claridad y actuar desde ello).
La mente humana desarrolló estas tendencias a modo de sobrevivencia, cuando nuestros ancestros vivía en en junglas y cuevas: alejarnos de lo que no nos ayuda a sobrevivir, aferrarnos de lo que creemos que necesitamos para sobrevivir y, a veces, la confusión o negación, nos protege del dolor.
El día que vi esa tendencia, el gancho que trataba de aferrarse a todo, fue un gran descubrimiento, porque me di cuenta de que el sufrimiento no estaba en no poder conseguir todo lo que quería o ansiaba, porque es como un ansia que no se sacia. El sufrimiento estaba en esa tendencia de la mente. Y entonces recordé que, años antes, cuando había logrado muchas de las cosas que quería para mi vida —tenía un buen trabajo, al final de la semana dejaba mi casa limpia y entonces quedaba el domingo para descansar—, siempre había esta tendencia de inclinarme hacia la próxima experiencia para llenar algo en mi interior que estaba insatisfecho. ¡No faltaba nada en mi vida en ese momento, en términos de cosas materiales o posibilidades de experiencias divertidas! Pero faltaba la capacidad de poder calmar mi propia mente, permitirle descansar, procesar, vaciarse, estar en serenidad y ecuanimidad. Esas ansias, esa sed de lo próximo que le dé un golpe de placer o satisfacción a la mente, se conoce en pali como tanha: una sed que no puede ser saciada. Y eso es lo que comentábamos la semana pasada que era lo que convertía a los seres humanos en el personaje de Wíndigo, un ser mítico del pueblo nativo americano Anishinaabe. Wíndigo solía ser humano y al no ejercer el autocontrol y dejarse llevar por la codicia sin medida, se convierte en una especie de monstruo que vaga durante el invierno tratando de satisfacer un hambre que no tiene fin.
Encontrar ese gancho que quiere aferrarse a todo, a todo lo que es pasajero, a toda experiencia que va a terminar, es realmente una buena noticia. Encontramos uno de los orígenes del sufrimiento humano y el origen del sufrimiento de muchos seres de la naturaleza, porque es esta tendencia la que nos hace adquirir más de lo que necesitamos, a costa de los recursos de la Tierra, de dejar a otros seres sin agua, sin árboles, sin tierra.
Si podemos observar esta tendencia y preguntarnos, ¿puedo parar cuando ya hay un sentido de saciedad con la comida, con ver series de televisión, con una conversación? Porque son esas cosas que hacemos todos los días durante las cuales podemos ver esa tendencia de enganche, de quiero más. Y una serie de televisión que inocentemente sigamos viendo de manera insaciable cuando tenemos que ir a dormir o a costa de dejar de prestar atención a un ser querido, mirar otra vez la aplicación del teléfono cuando ya la acabamos de ver, alimenta la tendencia de aferrarse, de «quiero más». El «yo quiero».
Una vez estaba en una práctica de budismo zen, que es muy parecido a la tradición Theravada, y un monje nos puso a pensar que realmente necesitamos muy poco: comida, cobijo, aseo, calor humano, cultivar nuestra mente hacia la ética, hacia la bondad. Lo he visto y lo he sentido cuando he ido a retiros en silencio por muchos días. Ropa para 7 días, la ropa de cama, la comida del día y ya. Uno se pregunta, ¿y por qué tengo tanto? Es profundo tener la oportunidad de un retiro parecido a como viven personas que se han dedicado a la vida monástica.
Esta semana hago una invitación a practicar con las siguientes preguntas del factor de Acción Correcta del libro Pasos hacia la liberación de Gil Fronsdal:
- ¿Cómo se aplica el precepto de no tomar lo que no se te ha dado en relación con el uso de los recursos naturales?
- ¿Consideras que los recursos naturales que utilizas, como el agua, la energía de diversas fuentes o las materias primas de los productos que consumes, son ilimitados y están disponibles para tu libre uso? ¿Crees que estos recursos están a tu disposición simplemente porque puedes adquirirlos? Esto es el entitlement, la idea de que «yo me lo merezco porque yo soy una persona con autoestima y una persona con autoestima tiene todo esto y se viste de esta manera y tiene este tipo de carro, etcétera», una manera en que el mercado se ha apropiado de las ideas de lo que debe ser la satisfacción y nos mantiene en un círculo de insatisfacción y compra, del cual parece que no podemos salir.
- ¿Qué puedes hacer esta semana para observar ese «yo quiero» que lleva al sufrimiento? ¿Puedes practicar la bondad hacia ti misma mientras atraviesas la experiencia de ver al «yo quiero».
- ¿Qué te trae una satisfacción verdadera? Ejemplos: generosidad, bondad, la meditación, la calma…
En la próxima sesión vamos a hablar de modos de vida sabios. ¿Cómo se ve tener un modo de vida en el que apoyemos una economía más ecológica, que en vez de estar basada en la acumulación infinita de cosas a costa del sufrimiento de los seres de la naturaleza?

