Por Yaisha Vargas-Pérez
Mi nombre es Yaisha y Lourdes Pérez Pont (7 de octubre de 1938 – 19 de octubre de 2024) fue mi madrina de la Beca FEE.
Para buscar la foto que acompaña a este escrito, me he hundido entre mis cajas de recuerdos y he visitado mi trayectoria de vida hasta el momento, dándome cuenta otra vez de lo importante que han sido en mi vida las personas en esa imagen, especialmente Lourdes Pérez Pont. Aunque, para contar esta historia, no he necesitado buscar notas de ese tiempo, porque todo lo que Lourdes me enseñó vive en mí.
Aunque fui la valedictorian de mi clase graduanda de escuela superior, venía de un hogar donde había mucho dolor. Mi mamá murió de cáncer cuando yo estaba en cuarto año de escuela superior, y me sentía perdida. Vivir me dolía.
Además del promedio alto en la escuela, había obtenido unas percentilas altas en el examen del College Board. Sabía que quería escribir, pero no estaba segura de cuál sería mi carrera, así que mi solicitud universitaria le dio la vuelta a todo el país y me aceptaron en todas las universidades donde solicité. Pero cuando llegué al campus de la Universidad del Sagrado Corazón (USC), allí encontré un corazón. Encontré acogida, acompañamiento y una seguridad que no entendía en ese momento, pero que percibía en el aire. Y allí me encontró a mí Lourdes Pérez Pont, una de las auspiciadoras de la beca Fondo de Estudiantes Excepcionales (Beca FEE), la cual se fundó para darle una oportunidad de educación a estudiantes que fueran talentosos pero que tuvieran desafíos económicos.
Se me quiebra la voz cada vez que cuento (y así ha sido desde que era universitaria) que Lourdes decidió apoyarme sin saber quién yo era. Y en ese sentido, en la situación en la que yo estaba, Lourdes me salvó.
Hablábamos casi todos los semestres durante los encuentros que organizaba la USC para reunir a los estudiantes con sus padrinos y madrinas de la Beca FEE.
Lourdes me contó que, cuando se gestó la beca FEE en 1994, gracias (entre otras personas) a la Hermana Socorro Juliá, ella dijo en su corazón y en voz alta: «¡Yo quiero participar!». Ya era miembro de la Junta de Síndicos de la Universidad que vio nacer el programa, pero quiso participar a nivel personal para ayudar a un estudiante, y eso me conmovió profundamente. Su entusiasmo, sus ganas de ser generosa, fueron algo muy grande para mí.
En un momento breve, Lourdes me habló de su fe en Dios, no de manera proselitista, sino con la convicción de cómo le ayudaba en su vida. Simplemente asentí, porque no me atreví a decirle que la pérdida de mi mamá me había dejado sin fe por completo y que no quería saber de Dios en ese momento. Sin embargo, haberla escuchado decir la simple frase «Es que sin eso como que no se puede» y sentir que para ella eso era cierto, me dio cierta tranquilidad. Ese día no estuve molesta con Dios porque Lourdes era su amiga.
Hoy tengo la certeza, a nivel celular, de que Dios no me abandonó y que Lourdes fue un agente suyo en mi vida.
Fueron varias las veces que le dije como universitaria que ella me había salvado y lo importante que estaba siendo su contribución en mi vida. Ella siempre me hacía un gesto con la mano como diciendo que no era tan grande nada. Tal vez para ella era una obra de generosidad, pero para mí en ese momento, su gesto lo era todo.
Y qué cosas, gracias a personas como ella que me mostraron fe en acción, sin juicios y con un corazón generoso, hoy soy profesora de meditación en Sagrado Global (el Departamento de Educación Continua de la USC), para que las personas encuentren aliento y conexión, de alguna manera que puedan entenderlo. También dono al fondo general de la Beca FEE, y soy voluntaria de reforestación en Para La Naturaleza; organización a la cual he contribuido con la donación de miles de plántulas de árboles.
Cada vez que tenía exámenes finales en la Universidad, me repetía el mantra: «Tengo que salir lo mejor posible porque Lourdes me está pagando la beca». Eso nada más me impulsó a salir lo mejor posible y a no perderme en esa etapa de mi vida. Me gradué como summa cum laude.
Gracias al legado de Lourdes en mí, serví en WKAQ Radio, Agencia EFE, The Associated Press en Puerto Rico; en La Palabra Diaria en Unity Village, Missouri, y como colaboradora en El Nuevo Día a través de una columna. Tras ello, decidí servir con todo lo aprendido como agente libre. Cuando tuve temor de dar ese paso, me acordé de una historia que me contó Lourdes, que empezó su carrera como agente libre: «Yo empecé con una maquinilla en mi casa. Tenía dos niñas pequeñas que debía echar hacia adelante». Aquella imagen de Lourdes en su maquinilla con sus dos niñas me dio la fe de que saldría adelante. Y así ha sido. Han pasado nueve años de ese lanzamiento, he trabajado en la edición, corrección de estilo y traducción de varios libros, muchos ejemplares de revistas, innumerables artículos—la lista no cabe aquí—, casi todos de temas educativos y espirituales, que tienen el objetivo de reducir el sufrimiento e inspirar a los lectores a seguir adelante.
Tengo más historias de Lourdes y sus esfuerzos para encontrar mi camino en la vida más allá de la graduación. Su legado me inspira hoy a seguir encontrándome y escuchando de Dios y de la Vida cómo me toca servir con las habilidades que he desarrollado.
Sé que Lourdes fue una figura importante en el mundo de las comunicaciones y mucha gente ha reconocido su legado profesional, su calidad humana, su altruismo, su humanidad, su nivel de servicio en entidades religiosas que ayudan a otros a tener una vida digna. En mí dejó un legado imborrable: la certeza de que quise sobrevivir a etapas difíciles en mi vida porque una persona me demostró que yo le importaba, aunque no me conociera. A veces, eso es lo único que hace falta.
Gracias, Lourdes. Tu legado vive en mí, y soy yo misma.
Tu ahijada de Beca FEE,
Yaisha


Profesora: Saludos Hermoso escrito. Yo conocí a Doña Lourdes.
Bendiciones,
Leticia
Gracias, Leticia. Qué privilegio haber conocido a Lourdes. Estoy agradecida de que haya pasado por mi vida.
¡Qué historia más hermosa!
Un abrazo y éxito en todas tus encomiendas.
Vanessa
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Gracias, Vanessa. Le agradeceré toda la vida.