En los centros de retiro en silencio practicamos mindfulness con diligencia, como practican los atletas para las olimpiadas —que es donde verdaderamente cuentan las marcas—, pero practicamos para nuestra vida misma —la Olimpiada Mayor—, para conocer quiénes somos y cómo vivimos y si nos estamos acercando más a la felicidad o al sufrimiento.