Por Yaisha Vargas / crónica publicada el domingo 15 de mayo de 2016 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”.
“Un garbanzo salta casi por encima del borde de la cacerola, / donde lo están hirviendo. / “¿Por qué me haces esto?” / El cocinero le pega y lo baja con el cucharón… / Te estoy dando sabor, / para que puedas mezclarte con las especias y el arroz / y ser la vitalidad amorosa de un ser humano. Extracto del poema “El garbanzo y el cocinero”, de Rumi.
Fuego. La temperatura era, de los cinco elementos, el que más difícil se me hacía tolerar. También lo era el rechazo, que encendía el fuego del rencor y el resentimiento en mi corazón.

Quienes me enseñaron una rebeldía espiritual verdadera como la de Jesús y su corazón subversivo no fueron católicos. El maestro zen vietnamés Thich Nhat Hanh y la profesora judía e interespiritual Mirabai Starr me guiaron hacia mis raíces espirituales para regarles amor. El metafísico Paul Hasselbeck me ayudó a ver que mi primera tradición espiritual estaba llena de símbolos muy hermosos. A través del maestro de meditación introspectiva Robert Brumet, pude ver qué había tras el rencor. Lo que me había quemado era una pared de hielo que se derritió en una avalancha de lágrimas y reveló que había una resistencia punzante a sentir el dolor profundo: el puente roto que percibe que ya no puede conectarse con el amor que fue. Ya no hay paso hacia el otro lado del horizonte.
A través del ejemplo de ellos, vi al Dios-Amor que existió antes de ser convertido en marioneta de un poderío político y económico. La verdadera revolución espiritual era hacia adentro, sumergirse en el dolor más hondo y vasto para llegar al otro lado y conquistar al Dios que habita en el corazón, restaurar una conexión interna, apropiarse de ella, descubrir que Dios no ha muerto, Dios es mío, ¡Dios es nuestro! Y plantar una bandera en un territorio sagrado en el que nadie más entra.
Durante la guerra de Vietnam, Thich Nhat Hanh (“Thay”) abogó por la paz entre los comunistas y los nacionalistas. Sus compañeros budistas en Vietnam del Sur fueron perseguidos por nacionalistas católicos. Su país sufrió una división más profunda tras el apoyo de Estados Unidos a Vietnam del Sur. Su activismo le ganó una nominación por parte de Martin Luther King, Jr. al Premio Nobel de la Paz. Thay fue exiliado de su país y se refugió en Francia. Lejos de llenarse de rencor, sembró paz en la tierra que fue a matar en la suya. Ha fundado tres monasterios zen en Estados Unidos. Parte de su trabajo ha sido sanar el trauma de los soldados de la guerra de Vietnam en EE.UU., y por consiguiente, de los hijos que crecimos con el trauma secundario. Thay dice que Jesús es un “Buda de Occidente”, y él ha sido para mí el ejemplo más palpable de la enseñanza más retante del Nazareno: ama a tus enemigos. Thay entendió que la guerra nace en el corazón antes que en el mundo, y la forma de acabar con ella es sanarla en su origen: sembrar flores de loto en el lodo.
Días después de ver al Sagrado Corazón en mis meditaciones hace unos meses, comencé a escribir, y se derramaron muchas memorias en el papel. Su signo ya me había “perseguido”: cuando mi carro por poco se cae por un risco a los 19 años; cuando visité París por primera vez a los 23, me perdí buscando una dirección y terminé en la Basílica del Sagrado Corazón en Montmartre; en un cuadro familiar importante; en una tienda china a los 33 años, pocos meses antes de partir en mi jornada de más de cinco años; en la institución que me acogió para estudiar una carrera; en el pequeño vitral que me dio un artista en Unity Village. Allí comencé a aprender a transformar el fuego del rechazo en amor.
Busqué en el calendario cuándo es la fiesta del Sagrado Corazón. Descubrí que muchas veces cae en el mes de junio, cerca de mi cumpleaños. Y vi que, a mis 20 años, cuando más negué la existencia de cualquier cosa divina, la fiesta del Sagrado Corazón había caído justo el día de mi cumpleaños.
En Facebook, 90 días: Una jornada para sanar
Foto por wikipedia: Basílica del Sagrado Corazón en Montmartre, París, Fracia.
¡Excelentísimo!
Me remites a los múltiples viajes de joven y las incursions filisóficas del siglo XX y las religiones orientales, todo durante la insigne Guerra contra Viet-Nam
Gracias por leer y comentar y bienvenido. Estas han sido mis experiencias de sanación. Solo comparto lo que me ayuda a sanar, lo hago con mucho agradecimiento por las cosas que he aprendido, y con la esperanza de que les ayude a otros y puedan encontrar su camino.
Escribes de maravilla. Casi toda creación literary a contribute a exorcizarnos, desdemonizarnos y hasta cierto Punto sanarnos, sea por la fe u otras creencias kármicas.
Gracias. ❤ Escribo porque he necesitado sanar. Y porque lo comparto con la esperanza de que otros sanen también. ❤