Por Samadhi Yaisha / crónica publicada el domingo 4 de enero de 2015 en el diario puertorriqueño “El Nuevo Día”
Kytesurfing en la playa de Ocean Park
Volví al mar: el vientre vasto de todos mis nacimientos. Pero antes de volver, mi maestro de meditación Vipassana me había enseñado a volar. Sí, a volar. Cuando el mar y yo nos encontramos de nuevo, ya no tenía sentido sumergirme bajo el bramido de la ola invernal tropical. Me tocaba aprender a usar el viento para planear sobre las aguas.
Hace dos semanas me senté en el despacho de mi maestro de meditación Vipassana sin sospechar lo que ocurriría. En la sesión anterior, había visto un flujo de elementos dentro de mí –emociones, pensamientos, recuerdos, sensaciones— cada cual acompañado de una pequeña historia: “esta emoción surgió porque pasó esto, aquello y lo otro…” La práctica ya me había enseñado que si observaba esos elementos detenidamente y respiraba, los vería disolverse. Presenciaría su naturaleza vacía. En aquella sesión otoñal, vi como de mi ego salía una especie de garfio que se enganchaba de la historia, elemento, recuerdo o sensación. Ese día descubrí que yo podía manejar el gancho para soltar lo que llevaba mucho tiempo estancado en mí. Estaba segura de que soltaría lo que quedaba de mi bola de sufrimiento, giraría el timón de mi vida y cambiaría mi vieja energía habitual negativa. Pero lo que vi hace dos semanas volvió a cambiar mi paradigma. Fui donde mi maestro con la idea de continuar “arreglando mis piezas”.
En la sesión más reciente, tras cerrar los ojos, vi mi espacio interior sellado y protegido. “Hoy tengo miedo. No quiero observarme por dentro”, le dije a mi maestro. Escuché algo muy temeroso susurrar en mí: “Tu maestro es peligroso. Salgamos de aquí”. No pude distinguir si lo que hablaba era una acorazonada genuina o un ego asustado por un desarme inevitable. Así que me senté con la pregunta: ¿Quién habla? La meditación Vipassana me había enseñado a abordar la vida con un poco de curiosidad. Negocié con el miedo: “Vamos a quedarnos aquí un poco más, a sumergirnos un tanto más en este espacio de conciencia. Si no es seguro, nos levantamos y nos vamos”. La parte asustada de mí localizó donde estaban mi cartera y la puerta. Me quedé mirando al temor –un niño pavoroso. “Caminé” despacio en su dirección, como había aprendido la caminata meditativa de Thich Nhat Hanh. Parecía sumergirme hacia un cúmulo de desasosiego. Cuando sentía que el miedo trancaba mi avance, respiraba y volvía a convencerlo: “No hay peligro real, y si lo hay, te prometo que nos vamos de aquí”. Gestos gentiles, un respiro a la vez, me llevaron a abrir una pequeña rendija en mí que me permitió atravesar el portal de alarma. Fue tan suave mi ademán que ninguno de los dos –ni el miedo ni yo—nos dimos cuenta. Así llegué al fondo de mí misma.
–¿Qué ves?— me preguntó mi maestro.
–Una emoción que emerge y ahora pierde energía—le dije. –No veo el gancho de mi ego que antes veía— le comenté mientras me exploraba por dentro.
–Eso que ves que llega y se va, la emoción, no tienes control sobre ella. ¿Qué ves ahora?—
–Un recuerdo.—
–Tampoco controlas eso. ¿Ves algo más?—
–Pensamientos.—
–Eso tampoco. Los ves venir e irse. Pero no controlas nada.—
Hubo confusión. De momento, solté algo. No sé qué fue. Pero tan pronto lo hice, vi los elementos de mi humanidad: sensaciones, pensamientos, emociones, recuerdos, como cosas que iban y venían sin tener control de ellas. Comencé a desapegarme de los elementos que pasaban y paseaban frente a mí. De momento fui testigo de mi vida, del animal humano-personaje-persona que habito, y experimenté que Algo más grande que yo estaba a cargo de que este ser de piel y huesos ocurriera y fluyera constantemente. Sonreí.
–No puedes controlar nada—confesó mi maestro.
Vi la decepción pasar frente a mí, efímera y desecha, seguida de una libertad que, pese a todos mis esfuerzos por encontrarla, resultaba extraña para mí. No era una libertad mía. Era la libertad sin mí. No había un “yo” que la poseyera. Y en ese momento, comencé a reírme. Con los ojos cerrados, me llevé las manos a las sienes y puse los dedos sobre mis cejas para dejar salir las carcajadas de esa parte de mí que entendía y que había despertado.
No podía controlar nada…Aquí y ahora sólo puedo estar presente ante mis sentimientos, memorias y emociones. Sólo puedo estar consciente de mi decisión de no reaccionar externamente a ninguna de ellas, estar alerta al sentirlas en mi piel y en el tejido de mis órganos. Sólo puedo acompañar a la lágrima que se desliza y la carcajada que estalla.
La vida ocurría en mi mente como la pantalla plana de una pecera fosforescente: se prendía una idea y se apagaba, alumbraba un recuerdo y se extinguía, emergía una emoción y se moría. Nada, absolutamente nada de ello era orquestado por mí. La única habilidad real que yo tenía ante aquel televisor vivo era observarlo y sentir, ver, palpar mis emociones y reacciones internas, aceptándolas completamente, abrazándolas inmensamente, sabiendo que no tenía control de ellas tampoco. Era como extenderle los brazos a mis tripas espirituales, allí donde vive mi energía habitual, quizás personificada en una niña vulnerable.
No lo puedo explicar con palabras. Entendí que la vida me daba y también me quitaba, que tratar de atraparla entre mis dedos era como intentar retener un solo fotograma de los miles que hay en una película. Atrapar la Vida no es posible. Uno capta imágenes del presente que en el próximo segundo ya son recuerdos, pero no es posible aprisionarla. Ella simplemente Es y va Sola. Resistirla es sufrir, fluir con ella es Vivir. No significa que no voy a sentir duelo, como aún lo siento a veces, por la vida que dejé atrás. Significa que, si llega, no hay manera de controlarlo, evitarlo, o salir de él más rápido. Lo único que puedo hacer es respirar.
Con la poeta puertorriqueña Mairym Cruz Bernal
Mi maestro sonrió al presenciar mi entendimiento. –No hay nada que arreglar en ti—reveló. El desfile de sentimientos y pensamientos en mí se detuvo y mi mente pareció descansar. Cerré los ojos. Vi que se abrió en el cielo de mi campo visual interior una brecha gentil de nubes rojizas. Sentí que mi mente ascendió por esa grieta suave a un espacio en el que flotaba en quietud. Todo se detuvo. Silencio sublime. Extendí mis alas y comencé a planear. Liberación. Libertad.
Aún con la perspectiva de la vida como un azar inteligente de viento y arena, me asombran las coincidencias. Una semana tras despertar al vuelo en Kansas City, recibí una sabrosa invitación para disfrutar la poesía confesional de la puertorriqueña Mairym Cruz Bernal en el Museo de Arte Contemporáneo. Yo estaría en Puerto Rico en ese momento, y me dio mucha alegría poder asistir. Allí adquirí su libro “Cielopájaro Nuestro”, y recibí su dedicación: “Para Samadhi. Recibe este pájaro libre con amor.” Era víspera de Nochebuena. Una víspera de Nochebuena en 2010 llegué a Kansas City buscando sanar. La Vida me regalaba en San Juan el mensaje de que era hora de volar.
Volví al que fue el mar embravecido de mis angustias en Ocean Park. No vi al mismo océano que hace cuatro años, durante 90 días, se tragó el duelo vomitado tras casi tres décadas de aguantar. Allí vi a otro mar: un interminable azul libre, salvaje y retante. Me lancé al agua brava, y cuando iba a convertirme en la sirena tortuga que se sumerge para sobrevivir a la tormenta, no me encontré entre las olas. Ya no tenía sentido bucear. Ya no era mi manera de vivir. Volví a la arena y me senté a observar el mar. Me pregunté qué tendría que pasar para ir sobre el agua, y justo en ese momento pasó frente a mí un instructor de “kytesurfing” con su estudiante. La vida me lo trajo como la arena que toma forma con el pensamiento. Así conocí a Miguel Beltrán y a Eduardo Álvarez, quienes enseñan a los mortales a volar sobre las olas con diversión y con una chiringa.
(English below)
Periodista, columnista y practicante e instructora de mindfulness. Tiene nueve años de experiencia en la cobertura de noticias generales (1999-2008) y diez años de experiencia en la cobertura específica de temas de salud holística (2008-2018). Como periodista de temas generales, fue reportera de WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), redactora para la Agencia Española de Noticias EFE (2003-2005) y reportera para The Associated Press (2005-2008). Recibió premios de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (2001 y 2007), el Overseas Press Club (2008) y la Fundación Laura Rivera Meléndez (2007).
Desde el 2010, ha sido la autora de la columna “90 días”, que se publica en el periódico El Nuevo Día, la cual narra la arrojada travesía de una buscadora espiritual para encontrar sanación total y un profundo sentido de la vida.
En 2012 comenzó a escribir para la revista Daily Word / La Palabra Diaria y entre 2013 y 2015 fue la editora asociada de Laura Harvey, editora anterior de la revista. Aún escribe para ese medio. También ha escrito artículos para la revista Vibra Bien Magazine, y ha traducido innumerables artículos y folletos para la Sede Central de Unity en Missouri. Sus poemas han sido publicados en El Nuevo Día y Daily Word/La Palabra Diaria.
Oriunda de Puerto Rico, ha vivido en Valencia, España (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), y Escondido, California (2015-2016). Ha estudiado y practicado espiritualidad en ashrams, escuelas de yoga, monasterios, la Escuela de Cristianismo Práctico Unity y centros de meditación budista en las tradiciones theravada (vipassana), majaiana (zen) y tibetana.
Yaisha ha estudiado varios tipos de yoga desde el año 2004 en Puerto Rico, India y Estados Unidos. Conoció a B.K.S. Iyengar en Puna, India (2010) y estudió con dos estudiantes graduados de sus programas de enseñanza. En Estados Unidos, estudió con Judith Lasater (2011), quien trajo la yoga restaurativa a América; con Aadil Palkhivala (2011), cofundador de Purna Yoga; con Kim Lacy (2011-2015), maestra certificada en el sistema Iyengar, y con Mary Obendorfer (2011), maestra senior del sistema Iyengar y codirectora del Centro de Yoga B.K.S. Iyengar en San Diego. También impartió clases de yoga restaurativa durante dos años en Puerto Rico (2008-2010) y tuvo estudiantes cuando vivió en India (2010) y en Missouri (2011).
Comenzó a estudiar mindfulness en el año 2011 bajo la tutela de Robert Brumet en Kansas City, Missouri, quien estudió con el reconocido psicólogo Jack Kornfield, una de las figuras principales en traer el mindfulness y la tradición theravada del budismo (vipassana) a Occidente. Entre los maestros de mindfulness de Yaisha se destacan Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (investigadora pionera de self-compassion), Chan Huy (quien estudió directamente con Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das (contemporáneo de Ram Dass y Krishna Dass), las enseñanzas de Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein y Sharon Salzberg. Entre 2015 y 2016, vivió cerca del monasterio Deer Park en California, fundado por Thich Nhat Hanh en la tradición de Plum Village, donde practicaba todas las semanas y realizó tres retiros de mindfulness. Además, desde 2011 ha participado en retiros de mindfulness con Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (fundadora de Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (actual director de Insight Santa Cruz, 2016, 2018). Ha pertenecido a las sanghas de meditación de Robert Brumet (2011-2015) y Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) en Kansas City, Missouri; así como a Insight San Diego (2015-2016) en California, Four-Fold Sangha en Deer Park Monastery, en Escondido, California (2015-2016), el Centro Zen de Puerto Rico (2015-2018) y el Centro de Zen Soto de Cupey (2018). Estudió con la escritora y maestra interespiritual y Mirabai Starr en 2015, y tomó cursos de mindful writing con Amy Spies en Insight L.A. en Los Ángeles, California (2016).
Actualmente, realiza una certificación en mindfulness a cargo de los reconocidos doctores en psicología Jack Kornfield y Tara Brach, la cual será otorgada en el 2019 por el Awareness Training Institute y el Greater Good Science Center en California.
Domina el medio de la radio y la oratoria, así como la redacción, edición y revisión de texto en español y en inglés. Ha traducido, editado y revisado traducciones, en trabajos tanto de libros como folletos, para Daily Word / La Palabra Diaria, la Sede Central de Unity, en Missouri; Al‑Anon Family Groups, en Virginia; la sede central de Centers for Spiritual Living, de la filosofía La Ciencia de la Mente de Ernest Holmes, en Colorado; el Center for Spiritual Living en Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., en Puerto Rico; Newsela Inc., en Estados Unidos, y el Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico.
Escribe, edita y traduce en ambos idiomas sobre los temas mencionados. Es dueña del sitio web www.mindfulwritings.com ❦
❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦ ❦
❦ Journalist, columnist, and mindfulness meditation practitioner and instructor. Yaisha has nine years of experience in hard-news coverage (1999-2008) and ten years of experience specifically in holistic health topics (2008-2018). As a hard-news journalist, she was a reporter for WKAQ-Radio Reloj (1999-2005), a writer for EFE International Spanish News Agency (2003-2005) and a reporter for The Associated Press (2005-2008). She earned awards from the Puerto Rico Journalists Association (2001 and 2007), the Overseas Press Club (2008) and Laura Rivera Meléndez Foundation (2007).
Since 2010, she has been the author of the column “90 días”, published by the Puerto Rican mainstream journal El Nuevo Día, in which she narrates the daring journey of a spiritual seeker to find deep and definite healing and meaning.
In 2012 she began writing for the Daily Word / La Palabra Diaria magazine, and between 2013 and 2015 she was the associate editor of Laura Harvey, former editor of the magazine. She still writes for Daily Word. She has also published articles on Vibra Bien Magazine and has translated countless articles and booklets for Unity World Headquarters at Unity Village, Missouri. Her poems have been published in El Nuevo Día and Daily Word/La Palabra Diaria.
A native Puerto Rican, she has lived in Valencia, Spain (2001), India (2010), Kansas City, Missouri (2010-2013); Unity Village, Missouri (2013-2015), and Escondido, California (2015-2016). She has studied and practiced spirituality in ashrams, yoga schools, monasteries, Unity School of Practical Christianity and Buddhist meditation centers in the Theravada (Vipassana), Mahayana (Zen) and Tibetan traditions.
Yaisha has studied several styles of yoga since 2004 in Puerto Rico, India, and the U.S. She met B.K.S. Iyengar in Puna, India (2010) and studied with two Iyengar Yoga teachers. In the U.S., she studied with Judith Lasater (2011), who brought the restorative yoga system to America; with Aadil Palkhivala (2011), co-founder of Purna Yoga; with Kim Lacy (2011-2015), certified teacher in the Iyengar Yoga system, and with Mary Obendorfer (2011) senior teacher of the Iyengar Yoga system and co-director of the B.K.S. Yoga Centers of San Diego. She also taught restorative yoga in Puerto Rico for two years (2008-2010), and had students when she lived in India (2010) and Missouri (2011).
She began studying mindfulness in 2011 with Robert Brumet in Kansas City, Missouri, who studied with renowned Buddhist psychologist Jack Kornfield. Kornfield is of the key figures in bringing mindfulness and the Buddhist Theravada tradition (Vipassana) to the West. Among Yaisha’s mindfulness teachers are Brumet, Kornfield, Tara Brach, Kristin Neff (pioneer researcher of self-compassion), Chan Huy (who studied directly with Thich Nhat Hanh), Lama Surya Das, the teachings of Thich Nhat Hanh, Joseph Goldstein, and Sharon Salzberg. Between 2015 and 2016, she lived close to Deer Park Monastery in Escondido, California, founded by Thich Nhat Hanh in the tradition of Plum Village, where she practiced every week and did three mindfulness retreats. Also, since 2011 she as attended mindfulness retreats with Brumet (2011-2015), Lama Surya Das (2012-2014), Chan Huy (2014), Sally Armstrong (2016), Christianne Wolf (2016, 2018), Jack Kornfield (2015, 2017), Tara Brach (2017), Kristin Neff (2016, 2018), Mary Grace Orr (founder of Insight Santa Cruz, 2016, 2018), Bob Stahl (current director of Insight Santa Cruz, 2016, 2018). She has belonged to the meditation sanghas of Robert Brumet (2011-2015) and Mindful Heart Meditation Sangha (2014-2015) in Kansas City, Missouri; and also, to Insight SD (2015-2016) in San Diego, California, Four-Fold Sangha in Deer Park Monastery in Escondido, California (2015-2016), the Puerto Rico Zen Center (2015-2018) and the Puerto Rizo Soto Zen Center of Cupey (2018). She studied with inter-spiritual teacher and writer Mirabai Starr in 2015 and took mindful writing courses with Amy Spies in Insight LA in Los Angeles, California (2016).
She is currently a student in the first class of the Mindfulness Meditation Teacher Certification Program, of which the main teachers are Buddhist psychologists Jack Kornfield and Tara Brach. She will be certified in 2019 by the Awareness Training Institute and the Greater Good Science Center in California.
She is a skilled radio host, public speaker, writer, editor, translator, and proofreader in both English and Spanish. She has translated, edited, and proofread translations for booklets and books for Daily Word / La Palabra Diaria, Unity World Headquarters in Missouri, Al‑Anon Family Groups, in Virginia; the headquarters for the Centers for Spiritual Living, the philosophy of The Science of Mind by Ernest Holmes, in Colorado; the Center for Spiritual Living in Santa Rosa, California; Estudios Técnicos, Inc., in Puerto Rico; Newsela Inc., in the U.S. and the Center for Investigative Journalism in Puerto Rico.
She writes, edits, and translates in both languages about the topics mentioned above. Yaisha is the owner of the website www.mindfulwritings.com ❦
View all posts by Yaisha Vargas-Pérez